Un desalojo excepcional en unas colonias que crecen
El número de colonos en Israel aumenta, pese al derribo de dos edificios en un asentamiento por orden del Supremo
Beatriz Lecumberri
Jerusalén, El País
La imagen habla por sí misma: las excavadoras israelíes derribaron el miércoles dos edificios en construcción en el asentamiento colono de Beit El, en Cisjordania, territorio palestino ocupado según la ONU. La demolición se produjo después de que la justicia decidiera que eran ilegales por estar en una propiedad privada palestina. Pero en las próximas semanas, varias decenas de viviendas comenzarán a construirse prácticamente en el mismo punto del asentamiento con el visto bueno del Gobierno.
“La misión del tribunal es juzgar, la misión de este Gobierno es construir”, resumió el ministro israelí de Educación Naftalí Bennet, del partido ultranacionalista religioso Hogar Judío, celebrando que Benjamin Netanyahu anunciara la construcción de 300 viviendas en Beit El, presionado por el ala más radical de su frágil coalición gubernamental.
Los derribos de casas consideradas ilegales por Israel en las colonias de Cisjordania son poco frecuentes en esta zona donde la lucha por la tierra está detrás de un conflicto que ya dura décadas. “Lo que hemos visto esta semana en Beit El es una especie de show y un caso aislado. Es verdad que el Gobierno lleva a cabo algunas demoliciones, pero de construcciones temporales o de caravanas situadas en colonias poco representativas. Y la justicia israelí también dicta alguna sentencia de derribo, pero no ha entrado a juzgar el principio de la legalidad o ilegalidad de los asentamientos en sí”, apunta a Sarit Michaeli, portavoz de la ONG israelí B’Tselem, que denuncia violaciones de derechos humanos en los territorios palestinos ocupados.
La mayoría de israelíes no ha olvidado la gran evacuación de las 21 colonias de la franja de Gaza, en 2005, donde vivían unas 8.000 personas, y de cuatro asentamientos del norte de Cisjordania. En 2012 fue desmantelado el asentamiento de Migrón, a una decena de kilómetros al norte de Jerusalén y 300 personas fueron reubicadas en otras colonias. En 2013 ocurrió algo semejante con otras construcciones en Beit El y para el 2016 está prevista la evacuación de Amona, un asentamiento situado cerca de la ciudad palestina de Ramala, donde viven unas 50 familias. En estos últimos casos, el Tribunal Supremo israelí estipuló que las construcciones se alzaban en tierras palestinas privadas y eran, por tanto, ilegales.
“Para algunos pueden parecer sólo un puñado de casos, pero para mí ya son demasiados”, afirma a Dani Dayan, expresidente del Consejo Yesha [que agrupa a las colonias de Cisjordania]. Dayan vive desde hace más de 25 años en el asentamiento de Maale Shomron, al norte de Cisjordania. “Mi esposa y yo dejamos la comodidad de Tel Aviv por razones ideológicas, porque queríamos dar un significado a nuestras vidas. Cuando llegamos éramos 35 familias en la comunidad, hoy somos 250. Y le puedo garantizar que los ánimos de la comunidad están bien y no renunciamos a nuestra meta”, se felicita este empresario de 59 años.
La ONU considera que todos los asentamientos en territorio palestino violan la ley internacional. El avance de la colonización ha sido uno de los grandes obstáculos en las diferentes negociaciones de paz iniciadas en los últimos años.
Según los datos que maneja B’Tselem, la población de los asentamientos sigue creciendo y ya supera las 350.000 personas en Cisjordania, a las que se suman más de 200.000 que viven asentamientos situados en la parte este de Jerusalén. Las cifras del Consejo Yesha son aún más optimistas y apuntan que el número de colonos en Cisjordania y Jerusalén Este rozaría los 700.000 y el crecimiento de la población de los asentamientos habría sido del 4,5% en los últimos años.
“Pero desde hace año y medio hay una congelación de la planificación de nuevas viviendas en Judea y Samaria [nombre bíblico de Cisjordania]. Esto no sólo es contrario a las promesas electorales de Netanyahu y de los partidos de su coalición sino que está ahogando a nuestras comunidades”, explica Dayan, calificando de “insignificante” el anuncio de Netanyahu sobre 300 nuevas casas en Beit El.
Para B'tselem, la realidad es otra: el Gobierno de Netanyahu y los Ejecutivos anteriores ”siguen dando incentivos, sobre todo financieros, a los colonos en lo que parece un deseo de perpetuar la ocupación”.
La organización denuncia que mientras tanto, las demoliciones de propiedades palestinas en la llamada área C de Cisjordania, controlada administrativa y militarmente por Israel, aumentan. Según datos de la ONG israelí Bimkom, entre 1988 y 2013, un total de 2.470 edificios palestinos situados en el área C fueron demolidos por orden israelí.
Críticas de la UE y de EE UU
La decisión de Benjamín Netanyahu de autorizar 300 nuevas viviendas en el asentamiento de Beit El y de planificar otras 500 en Jerusalén Este provocó este jueves la reacción inmediata de Estados Unidos y la Unión Europea.
El portavoz adjunto del departamento de Estado norteamericano, Mark Toner, recordó en un tono muy duro que Washington sigue considerando “los asentamientos como ilegales” y urgió al Gobierno israelí a “no tomar decisiones que minan la posibilidad de una solución de dos Estados”.
Por su parte, la delegación de la Unión Europea ante Israel pidió a Netanyahu que “muestre su compromiso con la solución de dos Estados no solo con palabras, sino con hechos”.
Beatriz Lecumberri
Jerusalén, El País
La imagen habla por sí misma: las excavadoras israelíes derribaron el miércoles dos edificios en construcción en el asentamiento colono de Beit El, en Cisjordania, territorio palestino ocupado según la ONU. La demolición se produjo después de que la justicia decidiera que eran ilegales por estar en una propiedad privada palestina. Pero en las próximas semanas, varias decenas de viviendas comenzarán a construirse prácticamente en el mismo punto del asentamiento con el visto bueno del Gobierno.
“La misión del tribunal es juzgar, la misión de este Gobierno es construir”, resumió el ministro israelí de Educación Naftalí Bennet, del partido ultranacionalista religioso Hogar Judío, celebrando que Benjamin Netanyahu anunciara la construcción de 300 viviendas en Beit El, presionado por el ala más radical de su frágil coalición gubernamental.
Los derribos de casas consideradas ilegales por Israel en las colonias de Cisjordania son poco frecuentes en esta zona donde la lucha por la tierra está detrás de un conflicto que ya dura décadas. “Lo que hemos visto esta semana en Beit El es una especie de show y un caso aislado. Es verdad que el Gobierno lleva a cabo algunas demoliciones, pero de construcciones temporales o de caravanas situadas en colonias poco representativas. Y la justicia israelí también dicta alguna sentencia de derribo, pero no ha entrado a juzgar el principio de la legalidad o ilegalidad de los asentamientos en sí”, apunta a Sarit Michaeli, portavoz de la ONG israelí B’Tselem, que denuncia violaciones de derechos humanos en los territorios palestinos ocupados.
La mayoría de israelíes no ha olvidado la gran evacuación de las 21 colonias de la franja de Gaza, en 2005, donde vivían unas 8.000 personas, y de cuatro asentamientos del norte de Cisjordania. En 2012 fue desmantelado el asentamiento de Migrón, a una decena de kilómetros al norte de Jerusalén y 300 personas fueron reubicadas en otras colonias. En 2013 ocurrió algo semejante con otras construcciones en Beit El y para el 2016 está prevista la evacuación de Amona, un asentamiento situado cerca de la ciudad palestina de Ramala, donde viven unas 50 familias. En estos últimos casos, el Tribunal Supremo israelí estipuló que las construcciones se alzaban en tierras palestinas privadas y eran, por tanto, ilegales.
“Para algunos pueden parecer sólo un puñado de casos, pero para mí ya son demasiados”, afirma a Dani Dayan, expresidente del Consejo Yesha [que agrupa a las colonias de Cisjordania]. Dayan vive desde hace más de 25 años en el asentamiento de Maale Shomron, al norte de Cisjordania. “Mi esposa y yo dejamos la comodidad de Tel Aviv por razones ideológicas, porque queríamos dar un significado a nuestras vidas. Cuando llegamos éramos 35 familias en la comunidad, hoy somos 250. Y le puedo garantizar que los ánimos de la comunidad están bien y no renunciamos a nuestra meta”, se felicita este empresario de 59 años.
La ONU considera que todos los asentamientos en territorio palestino violan la ley internacional. El avance de la colonización ha sido uno de los grandes obstáculos en las diferentes negociaciones de paz iniciadas en los últimos años.
Según los datos que maneja B’Tselem, la población de los asentamientos sigue creciendo y ya supera las 350.000 personas en Cisjordania, a las que se suman más de 200.000 que viven asentamientos situados en la parte este de Jerusalén. Las cifras del Consejo Yesha son aún más optimistas y apuntan que el número de colonos en Cisjordania y Jerusalén Este rozaría los 700.000 y el crecimiento de la población de los asentamientos habría sido del 4,5% en los últimos años.
“Pero desde hace año y medio hay una congelación de la planificación de nuevas viviendas en Judea y Samaria [nombre bíblico de Cisjordania]. Esto no sólo es contrario a las promesas electorales de Netanyahu y de los partidos de su coalición sino que está ahogando a nuestras comunidades”, explica Dayan, calificando de “insignificante” el anuncio de Netanyahu sobre 300 nuevas casas en Beit El.
Para B'tselem, la realidad es otra: el Gobierno de Netanyahu y los Ejecutivos anteriores ”siguen dando incentivos, sobre todo financieros, a los colonos en lo que parece un deseo de perpetuar la ocupación”.
La organización denuncia que mientras tanto, las demoliciones de propiedades palestinas en la llamada área C de Cisjordania, controlada administrativa y militarmente por Israel, aumentan. Según datos de la ONG israelí Bimkom, entre 1988 y 2013, un total de 2.470 edificios palestinos situados en el área C fueron demolidos por orden israelí.
Críticas de la UE y de EE UU
La decisión de Benjamín Netanyahu de autorizar 300 nuevas viviendas en el asentamiento de Beit El y de planificar otras 500 en Jerusalén Este provocó este jueves la reacción inmediata de Estados Unidos y la Unión Europea.
El portavoz adjunto del departamento de Estado norteamericano, Mark Toner, recordó en un tono muy duro que Washington sigue considerando “los asentamientos como ilegales” y urgió al Gobierno israelí a “no tomar decisiones que minan la posibilidad de una solución de dos Estados”.
Por su parte, la delegación de la Unión Europea ante Israel pidió a Netanyahu que “muestre su compromiso con la solución de dos Estados no solo con palabras, sino con hechos”.