Tsipras prescinde en su Gobierno de los ministros rebeldes
Destituye al titular de Energía Panagiotis Lafazanis, uno de los más críticos de Syriza
María Antonia Sánchez-Vallejo
Atenas, El País
El primer ministro griego, Alexis Tsipras, ha llevado este viernes a cabo una remodelación de Gobierno en la que ha destituido a los miembros del gabinete que se opusieron al pacto para obtener el rescate. El mandatario heleno expulsó de su Ejecutivo al ministro de Reconstrucción Productiva y Energía —líder del ala radical de Syriza— y los viceministros de Defensa y Trabajo. Además, tuvo que reemplazar a los viceministros de Exteriores y Finanzas que dimitieron en protesta por el acuerdo de rescate.
En un anuncio que se hizo esperar varias horas por el desarrollo de varios incendios —tres de ellos considerables, alrededor de 50 fuegos en total en el país—, la oficina de Tsipras ha comunicado a última hora de la tarde mediante un comunicado los nombres de los nuevos ministros, que suponen una cierta continuidad y, sobre todo, un intento de cerrar filas. El cambio de mayor entidad se produce en el ministerio de Energía, con la salida fulminante de su titular, uno de los críticos más acérrimos con el viraje del jefe de Gobierno heleno.
Para el núcleo duro del Gabinete, formado por los cuatro ministerios económicos —Finanzas, Economía, Reconstrucción Productiva y Energía y Trabajo—, Tsipras opta por no hacer cambios en los dos primeros —siguen al frente Efklidis Tsakalotos, que sustituyó a Yanis Varoufakis hace dos semanas, y Yorgos Stathakis—, y, en los segundos, por reutilizar a dos hombres de su confianza: Panos Skurletis, antiguo portavoz de Syriza y hasta ayer ministro de Trabajo, para la cartera de Reconstrucción Productiva y Energía, que deja Panayotis Lafazanis —líder de la radical Plataforma de Izquierda— que votó mayoritariamente en contra del acuerdo en el Parlamento. A Skurletis le sustituirá Yorgos Katrúgalos, hasta ahora responsable de Administración Pública (y por tanto de la recontratación de alrededor de 4.000 empleados públicos que estaban en la reserva, como las limpiadoras del Ministerio de Economía, y que deberá ser revisada a petición de la antigua troika).
Con el país entero pendiente de los incendios —algunos de los cuales mostraba indicios de haber sido provocado, según las primeras investigaciones—, el anuncio de la remodelación pasó sin pena ni gloria, en parte también porque su magnitud fue menor de la esperada. Los cambios incluyen la incorporación de media docena de rostros nuevos –incluido alguno de ANEL, socio de gobierno de Syriza, en puestos secundarios —viceministros o secretarios de Estado— y la de una mujer, Olga Yerovasili, como nueva portavoz del Gobierno, en sustitución de Gavriil Sakelaridis, que a partir de ahora será uno de los tres portavoces parlamentarios de Syriza.
Es en el Parlamento, precisamente, donde Tsipras más quiere atar los cabos sueltos, después del varapalo propinado a su política y su autoridad por los diputados rebeldes (y por la mayoría absoluta del comité central de Syriza), y cuando además la división no sólo atañe a la dirigencia, sino también a las bases, a la que se ha trasladado esa dicotomía “rescate-antirrescate” que hasta hace nada media la distancia entre los partidos de la troika y Syriza. “En Syriza ahora mismo se duelen todos, los que apoyaron el acuerdo, los que lo rechazaron y los que callan y no se pronuncian”, escribía ayer el diario de izquierda Efimerida ton Syntaktón.
En un mensaje a su partido divulgado ayer, Tsipras admite que pidió hasta el último minuto a cada diputado —uno por uno— que considerara cuidadosamente en qué apuro se halla Grecia, e instó al partido a aceptar unido la responsabilidad que implica el rescate. “Dado que nadie se presentó con una alternativa viable —reza el texto— el hecho de que 32 diputados optaran por el no, y por no compartir esta responsabilidad [del acuerdo], contraviene los principios de solidaridad de Syriza, y causa una herida abierta en el corazón del partido”. “Nadie mejor que yo podría tener un problema de conciencia más grave, después de todo lo visto y oído en estos seis meses” de negociaciones, añadía el mensaje, escrito en primera persona.
Fuentes de Mégaro Maximou, la Moncloa ateniense, confirmaron ayer el miedo del Ejecutivo a que la brecha interna en Syriza pueda acrecentarse de cara a la decisiva votación del miércoles próximo, cuando deben aprobarse los dos últimos artículos pendientes de la lista de medidas prioritarias exigida por los socios.
María Antonia Sánchez-Vallejo
Atenas, El País
El primer ministro griego, Alexis Tsipras, ha llevado este viernes a cabo una remodelación de Gobierno en la que ha destituido a los miembros del gabinete que se opusieron al pacto para obtener el rescate. El mandatario heleno expulsó de su Ejecutivo al ministro de Reconstrucción Productiva y Energía —líder del ala radical de Syriza— y los viceministros de Defensa y Trabajo. Además, tuvo que reemplazar a los viceministros de Exteriores y Finanzas que dimitieron en protesta por el acuerdo de rescate.
En un anuncio que se hizo esperar varias horas por el desarrollo de varios incendios —tres de ellos considerables, alrededor de 50 fuegos en total en el país—, la oficina de Tsipras ha comunicado a última hora de la tarde mediante un comunicado los nombres de los nuevos ministros, que suponen una cierta continuidad y, sobre todo, un intento de cerrar filas. El cambio de mayor entidad se produce en el ministerio de Energía, con la salida fulminante de su titular, uno de los críticos más acérrimos con el viraje del jefe de Gobierno heleno.
Para el núcleo duro del Gabinete, formado por los cuatro ministerios económicos —Finanzas, Economía, Reconstrucción Productiva y Energía y Trabajo—, Tsipras opta por no hacer cambios en los dos primeros —siguen al frente Efklidis Tsakalotos, que sustituyó a Yanis Varoufakis hace dos semanas, y Yorgos Stathakis—, y, en los segundos, por reutilizar a dos hombres de su confianza: Panos Skurletis, antiguo portavoz de Syriza y hasta ayer ministro de Trabajo, para la cartera de Reconstrucción Productiva y Energía, que deja Panayotis Lafazanis —líder de la radical Plataforma de Izquierda— que votó mayoritariamente en contra del acuerdo en el Parlamento. A Skurletis le sustituirá Yorgos Katrúgalos, hasta ahora responsable de Administración Pública (y por tanto de la recontratación de alrededor de 4.000 empleados públicos que estaban en la reserva, como las limpiadoras del Ministerio de Economía, y que deberá ser revisada a petición de la antigua troika).
Con el país entero pendiente de los incendios —algunos de los cuales mostraba indicios de haber sido provocado, según las primeras investigaciones—, el anuncio de la remodelación pasó sin pena ni gloria, en parte también porque su magnitud fue menor de la esperada. Los cambios incluyen la incorporación de media docena de rostros nuevos –incluido alguno de ANEL, socio de gobierno de Syriza, en puestos secundarios —viceministros o secretarios de Estado— y la de una mujer, Olga Yerovasili, como nueva portavoz del Gobierno, en sustitución de Gavriil Sakelaridis, que a partir de ahora será uno de los tres portavoces parlamentarios de Syriza.
Es en el Parlamento, precisamente, donde Tsipras más quiere atar los cabos sueltos, después del varapalo propinado a su política y su autoridad por los diputados rebeldes (y por la mayoría absoluta del comité central de Syriza), y cuando además la división no sólo atañe a la dirigencia, sino también a las bases, a la que se ha trasladado esa dicotomía “rescate-antirrescate” que hasta hace nada media la distancia entre los partidos de la troika y Syriza. “En Syriza ahora mismo se duelen todos, los que apoyaron el acuerdo, los que lo rechazaron y los que callan y no se pronuncian”, escribía ayer el diario de izquierda Efimerida ton Syntaktón.
En un mensaje a su partido divulgado ayer, Tsipras admite que pidió hasta el último minuto a cada diputado —uno por uno— que considerara cuidadosamente en qué apuro se halla Grecia, e instó al partido a aceptar unido la responsabilidad que implica el rescate. “Dado que nadie se presentó con una alternativa viable —reza el texto— el hecho de que 32 diputados optaran por el no, y por no compartir esta responsabilidad [del acuerdo], contraviene los principios de solidaridad de Syriza, y causa una herida abierta en el corazón del partido”. “Nadie mejor que yo podría tener un problema de conciencia más grave, después de todo lo visto y oído en estos seis meses” de negociaciones, añadía el mensaje, escrito en primera persona.
Fuentes de Mégaro Maximou, la Moncloa ateniense, confirmaron ayer el miedo del Ejecutivo a que la brecha interna en Syriza pueda acrecentarse de cara a la decisiva votación del miércoles próximo, cuando deben aprobarse los dos últimos artículos pendientes de la lista de medidas prioritarias exigida por los socios.