Tsipras maniobra para garantizar la estabilidad de su Ejecutivo

El primer ministro griego debe decidir cómo superar la rebelión en las filas de su partido

María Antonia Sánchez-Vallejo
Atenas, El País
El primer ministro griego, Alexis Tsipras, se ha reunido este jueves con sus más estrechos colaboradores para analizar el revés sufrido en la votación, la pasada madrugada, del acuerdo con los socios, cuando 38 diputados de los 149 de Syriza —el 26% de su grupo parlamentario— desafiaron a su líder y votaron en contra o se abstuvieron (y uno más se ausentó), dejando a la bancada de Syriza seriamente tocada. El Gobierno había fijado su límite de riesgo en 120 votos favorables —de los 162 de los que dispone junto a su socio de coalición, Griegos Independientes (ANEL)—, y obtuvo sólo tres más, de ahí el cuidadoso análisis del resultado y, sobre todo, de la estrategia para taponar la brecha en el Ejecutivo y en el grupo parlamentario, que el próximo día 22 afronta otra votación decisiva, la del resto de medidas exigidas por los socios para tramitar el rescate.


Por eso, y pese a que este jueves se esperaba un anuncio de remodelación del Gobierno que finalmente no se produjo —todo apunta a que será mañana viernes—, Tsipras ha convocado a un gabinete de crisis a tres de sus ministros —entre ellos, el de Finanzas, Efklidis Tsakalotos, que durante la sesión parlamentaria ofreció una imagen de desolación— y a los responsables de su bancada. Sobre la mesa estaba el recambio de los cuatro ministros que votaron no: el de Reconstrucción Productiva y Energía, Panayotis Lafazanis, líder del ala radical del partido; Dimitris Stratulis, de Seguridad Social; Kostas Ysichos, número dos de Defensa, y la dimisionaria Nadia Valavani, que renunció a su puesto como viceministra de Finanzas horas antes del voto.

Tras desinflarse la hipótesis de un Gobierno de unidad nacional con otros partidos, medios locales informaban este jueves de un posible baile de carteras entre hombres fieles a Tsipras, y también de la incorporación al Ejecutivo de savia nueva, destacando en las quinielas el nombre de Savas Rovolis, histórico de la lucha sindical. Entre el resto de asuntos pendientes, Tsipras se plantea también qué hacer con la presidenta del Parlamento, Zoí Konstandopulu, que no sólo votó en contra del acuerdo sino que también torpedeó la tramitación de las medidas, y que se niega a dimitir.

Aunque Tsipras descartara este martes la disolución del Gobierno y la convocatoria de elecciones “hasta que se cierre el acuerdo de rescate con los socios” —en un mes, aproximadamente—, la eventualidad de un adelanto electoral gana peso, sobre todo ante la incógnita que plantea la próxima votación parlamentaria. El ministro del Interior, Nikos Vutsis, se ha sumado este jueves a otros compañeros de Gabinete que ya habían bosquejado esa posibilidad. “Es muy probable que se celebren elecciones, en septiembre u octubre, pero será tras un análisis global, no sólo por parte del Gobierno, del desarrollo de los acontecimientos”, ha dicho Vutsis a la emisora Sto Kokkino, la radio de Syriza.

Vutsis, representante de la línea oficialista, ha subrayado lo cerca que estuvo el Gobierno de caer al superar por sólo tres votos el límite de la debacle, y ha reconocido el desgarro que, como el admitido por Tsakalotos, le produjo tener que aceptar un acuerdo en el que no cree. “Hay un conflicto, grande y fuerte, entre la ética de la responsabilidad y la ética personal”, ha dicho, resumiendo la sensibilidad imperante en la mayoría de Syriza, con Tsipras a la cabeza.

Con la reapertura de los bancos el próximo lunes tras tres semanas de corralito, pero con límites de retirada de efectivo, y entre advertencias a Tsipras de To Potami, el principal partido de oposición, para que sofoque el incendio en Syriza (“no puede ser que la mitad del partido esté en el Gobierno y la otra mitad en la oposición”), el quid de la cuestión estriba ahora en la mano izquierda del mandatario. “No es, sin duda, una de las figuras más brillantes intelectualmente hablando de Syriza, como Tsakalotos, Varoufakis u otros muchos académicos”, explica bajo condición de anonimato un miembro del partido, “pero es el número uno en lograr un equilibrio de fuerzas y un contrapeso a desafíos o vacíos”.

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