El presidente del PP Rajoy descalifica la “pesadilla” de la izquierda y las “pompas” de Rivera
Javier Casqueiro
Madrid, El País
Mariano Rajoy sostuvo este sábado, en la clausura de la Conferencia Política del PP, que no sabe qué es el voto del miedo, pero construyó a continuación un discurso de una hora para alertar de que el cambio que preconizan PSOE y Podemos pueda llevar a España al drama de Grecia. La conferencia le sirvió al PP para reiterar esa estrategia del temor al retroceso y esbozar debates internos a favor de una mayor participación interna y de modernizar el partido.
El nuevo PP de Rajoy quería utilizar esta Conferencia Política para transmitir a los ciudadanos, a los votantes propios y cercanos y a la opinión pública el mensaje de que sí ha entendido parte del castigo electoral que lleva sufriendo en el último año. El líder prometió los cambios tras el 24 de mayo para el Gobierno y el PP, pero al final apenas se atrevió. Tenía otros planes, algunos se le frustraron por el camino y luego regresó a su idea original: pretende acabar la legislatura casi con el mismo equipo y las mismas políticas con las que comenzó en aquel ya lejano diciembre de 2011. Rajoy no es hombre de grandes sorpresas ni innovaciones.
Pero Rajoy y sus asesores sí son plenamente conscientes de que habían relegado al partido hasta casi su defunción durante estos duros años de crisis económicas. Había otras prioridades. Todos sabían que el PP estaba vacío, sin ritmo ni pulso ni autoridad y con un perfil ayuno de ideas nuevas. El presidente del PP, al final, no ha sustituido ahora a la cabeza más visible del partido, su secretaria general, Dolores de Cospedal, pero sí la ha rodeado de vicesecretarios de entre 30 y 40 años, procedentes de distintos puntos de España, más familiarizados con Twitter que los argumentarios diarios de papel. Más modernos.
Los nuevos vicesecretarios acaban de llegar pero quieren dejar su impronta. Tienen más futuro que rémoras o deudas. El propio Rajoy les animó a empujar. Este sábado en su discurso les puso de ejemplo hasta donde ha llegado él mismo habiendo sido antes vicesecretario. El portavoz oficial, Pablo Casado, de 33 años, no se cortó en sus ambiciones al intentar competir con sus conclusiones del cónclave con el discurso del líder. La vicesecretaria de Estudios y Programas, Andrea Levy, de 31, fue la designada para marcar los ejes de la nueva línea ideológica: el centro liberal reformista, es decir la misma de hace años.
Democracia interna
El presidente del PP andaluz, Juan Manuel Moreno, fue el nominado premeditadamente por la nueva dirección para promover las propuestas de democracia interna y mayor participación que el partido lleva años denostando. En el PP no le quieren llamar primarias, porque las tienen estigmatizadas por cómo han evolucionado en los demás partidos, pero pretenden impulsar su propio modelo de primarias con el voto directo y asambleario de todos los militantes, también para elegir a sus distintos candidatos. La pugna por introducir ese debate ahora no ha sido ni con la actual dirección ni con la línea más dura ideológicamente del partido. Ha sido más un bloqueo generacional, de las decenas de cargos internos, alcaldes, presidentes de Diputación y diputados y senadores que llevan décadas en su cargo y se resisten a abrir paso a los más jóvenes.
Rajoy sabe qué partido dirige, por eso no cree ni favorece las grandes revoluciones, pero también entiende que no puede permanecer inmóvil a los nuevos tiempos y demandas. Tiene 60 años, lleva 32 pegando carteles y dejará hacer. Y vendrán las novedades y se impondrán en el próximo congreso, aunque pueda no estar ya él al frente.
Mientras tanto, en el discurso ideológico, el PP apenas se refresca un poco. Los mismos lemas y fijaciones pero con otras palabras, algunas en inglés. El objetivo es ganar las elecciones generales, que todo parece indicar que serán a final de año, y para las que Rajoy pidió un esfuerzo a toda la organización “para ganarlas bien, con una mayoría grande y generosa” y para hacer entender a las clases medias y a los desencantados lo que España se juega. El dilema para Rajoy y el PP ya no es tan simple como en 2011, cuando el país estaba en la ruina y al borde del rescate. Ahora requiere matices: “Avanzar o retroceder”. Y el ejemplo de todo lo malo que puede sucederle a España no está lejos: es Grecia.
Rajoy estuvo en Atenas el 14 de enero, en plena campaña electoral, y sostiene que lo vio con sus ojos. Un país que empezaba a recuperarse, a crecer, a crear empleo, a pagar la deuda y que ahora está en el corralito por culpa de Syriza, que para él es el clon de Podemos. Y fue ahí cuando aseguró que no quería recurrir al voto del miedo: “¿Es ese el cambio que nos ofrecen los nuevos partidos de extrema izquierda? ¿Es ese el cambio que van a patrocinar y amparar los socialistas, como han hecho en tantos Ayuntamientos de España? Deberían estar abochornados: unos por defender las políticas que han llevado a esa situación, otros por legitimarlas con su apoyo”.
Contra Ciudadanos y su líder, Albert Rivera, refritó a Antonio Machado: “Otros lo mejor que nos ofrecen son aquellos mundos del poeta: ‘sutiles, ingrávidos y gentiles como pompas de jabón”.
Javier Casqueiro
Madrid, El País
Mariano Rajoy sostuvo este sábado, en la clausura de la Conferencia Política del PP, que no sabe qué es el voto del miedo, pero construyó a continuación un discurso de una hora para alertar de que el cambio que preconizan PSOE y Podemos pueda llevar a España al drama de Grecia. La conferencia le sirvió al PP para reiterar esa estrategia del temor al retroceso y esbozar debates internos a favor de una mayor participación interna y de modernizar el partido.
El nuevo PP de Rajoy quería utilizar esta Conferencia Política para transmitir a los ciudadanos, a los votantes propios y cercanos y a la opinión pública el mensaje de que sí ha entendido parte del castigo electoral que lleva sufriendo en el último año. El líder prometió los cambios tras el 24 de mayo para el Gobierno y el PP, pero al final apenas se atrevió. Tenía otros planes, algunos se le frustraron por el camino y luego regresó a su idea original: pretende acabar la legislatura casi con el mismo equipo y las mismas políticas con las que comenzó en aquel ya lejano diciembre de 2011. Rajoy no es hombre de grandes sorpresas ni innovaciones.
Pero Rajoy y sus asesores sí son plenamente conscientes de que habían relegado al partido hasta casi su defunción durante estos duros años de crisis económicas. Había otras prioridades. Todos sabían que el PP estaba vacío, sin ritmo ni pulso ni autoridad y con un perfil ayuno de ideas nuevas. El presidente del PP, al final, no ha sustituido ahora a la cabeza más visible del partido, su secretaria general, Dolores de Cospedal, pero sí la ha rodeado de vicesecretarios de entre 30 y 40 años, procedentes de distintos puntos de España, más familiarizados con Twitter que los argumentarios diarios de papel. Más modernos.
Los nuevos vicesecretarios acaban de llegar pero quieren dejar su impronta. Tienen más futuro que rémoras o deudas. El propio Rajoy les animó a empujar. Este sábado en su discurso les puso de ejemplo hasta donde ha llegado él mismo habiendo sido antes vicesecretario. El portavoz oficial, Pablo Casado, de 33 años, no se cortó en sus ambiciones al intentar competir con sus conclusiones del cónclave con el discurso del líder. La vicesecretaria de Estudios y Programas, Andrea Levy, de 31, fue la designada para marcar los ejes de la nueva línea ideológica: el centro liberal reformista, es decir la misma de hace años.
Democracia interna
El presidente del PP andaluz, Juan Manuel Moreno, fue el nominado premeditadamente por la nueva dirección para promover las propuestas de democracia interna y mayor participación que el partido lleva años denostando. En el PP no le quieren llamar primarias, porque las tienen estigmatizadas por cómo han evolucionado en los demás partidos, pero pretenden impulsar su propio modelo de primarias con el voto directo y asambleario de todos los militantes, también para elegir a sus distintos candidatos. La pugna por introducir ese debate ahora no ha sido ni con la actual dirección ni con la línea más dura ideológicamente del partido. Ha sido más un bloqueo generacional, de las decenas de cargos internos, alcaldes, presidentes de Diputación y diputados y senadores que llevan décadas en su cargo y se resisten a abrir paso a los más jóvenes.
Rajoy sabe qué partido dirige, por eso no cree ni favorece las grandes revoluciones, pero también entiende que no puede permanecer inmóvil a los nuevos tiempos y demandas. Tiene 60 años, lleva 32 pegando carteles y dejará hacer. Y vendrán las novedades y se impondrán en el próximo congreso, aunque pueda no estar ya él al frente.
Mientras tanto, en el discurso ideológico, el PP apenas se refresca un poco. Los mismos lemas y fijaciones pero con otras palabras, algunas en inglés. El objetivo es ganar las elecciones generales, que todo parece indicar que serán a final de año, y para las que Rajoy pidió un esfuerzo a toda la organización “para ganarlas bien, con una mayoría grande y generosa” y para hacer entender a las clases medias y a los desencantados lo que España se juega. El dilema para Rajoy y el PP ya no es tan simple como en 2011, cuando el país estaba en la ruina y al borde del rescate. Ahora requiere matices: “Avanzar o retroceder”. Y el ejemplo de todo lo malo que puede sucederle a España no está lejos: es Grecia.
Rajoy estuvo en Atenas el 14 de enero, en plena campaña electoral, y sostiene que lo vio con sus ojos. Un país que empezaba a recuperarse, a crecer, a crear empleo, a pagar la deuda y que ahora está en el corralito por culpa de Syriza, que para él es el clon de Podemos. Y fue ahí cuando aseguró que no quería recurrir al voto del miedo: “¿Es ese el cambio que nos ofrecen los nuevos partidos de extrema izquierda? ¿Es ese el cambio que van a patrocinar y amparar los socialistas, como han hecho en tantos Ayuntamientos de España? Deberían estar abochornados: unos por defender las políticas que han llevado a esa situación, otros por legitimarlas con su apoyo”.
Contra Ciudadanos y su líder, Albert Rivera, refritó a Antonio Machado: “Otros lo mejor que nos ofrecen son aquellos mundos del poeta: ‘sutiles, ingrávidos y gentiles como pompas de jabón”.