El nuevo rescate no aleja el fantasma del ‘Grexit’
Las recetas del programa europeo complican el crecimiento heleno
Alicia González
Madrid, El,País
La negociación del tercer rescate financiero para Grecia ha abierto la caja de pandora de los tabúes europeos. Los Gobiernos de los países del euro negocian ahora el mayor rescate financiero de su historia. Y será el tercero para Grecia, después del fracaso de los dos planes anteriores. Pero las bases de la negociación han cambiado. Si hasta ahora todo parecía dirigido a preservar la integridad de la unión monetaria, ahora el abandono temporal del euro se ha convertido en arma de negociación.
“El abandono de la moneda única es posible. En el futuro, la irreversibilidad de la pertenencia al euro en tiempos de crisis será puesta en cuestión”, advertían los economistas de Goldman Sachs en un informe esta misma semana.
El ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schaüble, ha sido el encargado de poner sobre la mesa una posibilidad que hasta ahora parecía absolutamente descartada. Cuando la presión de los mercados arreciaba en 2011 y 2012 sobre los países de la periferia europea, las autoridades comunitarias combatían las dudas sobre el futuro de la moneda única garantizando que no había vuelta atrás en la unión monetaria. Aquella defensa dio lugar al famoso “haré lo que sea necesario para salvar al euro” del presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, en julio de 2012, y a la puesta en marcha de una batería de medidas para evitar el contagio financiero, que ahora se han probado exitosos.
“El concepto de Grexit ha ganado legitimidad como vía para reconciliar el hecho de que la deuda de Grecia se ha disparado y la evidencia de que necesita una quita, un tipo de reestructuración que no está permitida bajo el Tratado de Maastricht”, explicaba el Instituto de Finanzas Internacionales (IIF), el lobby de los mayores bancos privados del mundo, en su nota semanal a asociados.
El nuevo programa que negocia Atenas con el resto de los socios tampoco ayuda. “El ajuste fiscal es demasiado pronunciado teniendo en cuenta que Grecia todavía se encuentra atrapada en una fuerte recesión económica. Esta política posiblemente tenga un efecto contractivo y hará aún más difícil alcanzar los objetivos fiscales acordados con los acreedores”, asegura Diego Iscaro, economista senior de la consultora de riesgos IHS en Londres.
Eso después de que el PIB griego se haya reducido un 30% en esta crisis, según cálculos del economista jefe de Nomura, Richard Koo, un descenso equiparable al que sufrió Estados Unidos en la Gran Depresión. Por eso, dice Koo, las autoridades europeas se equivocan al insistir en las mismas recetas que provocaron semejante contracción. “Están basadas en la asunción irreal de que las reformas estructurales pueden dar un impulso inmediato al PIB”, asegura.
Aumento de la deuda
En esas condiciones, advierte por correo electrónico Charles Wyplosz, profesor de Economía Internacional en el Instituto Universitario de Estudios Internacionales en Ginebra, Grecia será incapaz de recuperar el acceso a los mercados, objetivo último del programa de rescate. Wyplosz hace números y sostiene que el nuevo programa aumentará la deuda existente en otro 25% hasta superar el 200% del PIB. Y tanto el FMI como el mismo BCE esta semana han asegurado que la deuda helena no es sostenible.
Legalmente, ni las autoridades europeas ni el Fondo Monetario pueden aceptar una quita de sus deudas. Solo pueden aprobar medidas para reestructurar los préstamos y hacer su pago más fácil para Atenas. Pero muchos expertos creen que esa medida es insuficiente. Grecia ya disfruta de un periodo de carencia de 10 años, durante los cuales solo paga intereses y no el principal del préstamo. Pero el FMI considera que esa medida es insuficiente y propone extender el periodo de gracia hasta los 30 años.
La pelota está ahora en el tejado de Grecia, sostiene desde Milán Marco Valli, economista jefe para Europa de Unicredit. “Pero incluso si el Gobierno de Atenas aplica un programa en el que ha dicho que no cree, las perspectivas de crecimiento son inciertas, y si la economía no responde será imposible que Grecia siga en el euro”, remata.
Alicia González
Madrid, El,País
La negociación del tercer rescate financiero para Grecia ha abierto la caja de pandora de los tabúes europeos. Los Gobiernos de los países del euro negocian ahora el mayor rescate financiero de su historia. Y será el tercero para Grecia, después del fracaso de los dos planes anteriores. Pero las bases de la negociación han cambiado. Si hasta ahora todo parecía dirigido a preservar la integridad de la unión monetaria, ahora el abandono temporal del euro se ha convertido en arma de negociación.
“El abandono de la moneda única es posible. En el futuro, la irreversibilidad de la pertenencia al euro en tiempos de crisis será puesta en cuestión”, advertían los economistas de Goldman Sachs en un informe esta misma semana.
El ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schaüble, ha sido el encargado de poner sobre la mesa una posibilidad que hasta ahora parecía absolutamente descartada. Cuando la presión de los mercados arreciaba en 2011 y 2012 sobre los países de la periferia europea, las autoridades comunitarias combatían las dudas sobre el futuro de la moneda única garantizando que no había vuelta atrás en la unión monetaria. Aquella defensa dio lugar al famoso “haré lo que sea necesario para salvar al euro” del presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, en julio de 2012, y a la puesta en marcha de una batería de medidas para evitar el contagio financiero, que ahora se han probado exitosos.
“El concepto de Grexit ha ganado legitimidad como vía para reconciliar el hecho de que la deuda de Grecia se ha disparado y la evidencia de que necesita una quita, un tipo de reestructuración que no está permitida bajo el Tratado de Maastricht”, explicaba el Instituto de Finanzas Internacionales (IIF), el lobby de los mayores bancos privados del mundo, en su nota semanal a asociados.
El nuevo programa que negocia Atenas con el resto de los socios tampoco ayuda. “El ajuste fiscal es demasiado pronunciado teniendo en cuenta que Grecia todavía se encuentra atrapada en una fuerte recesión económica. Esta política posiblemente tenga un efecto contractivo y hará aún más difícil alcanzar los objetivos fiscales acordados con los acreedores”, asegura Diego Iscaro, economista senior de la consultora de riesgos IHS en Londres.
Eso después de que el PIB griego se haya reducido un 30% en esta crisis, según cálculos del economista jefe de Nomura, Richard Koo, un descenso equiparable al que sufrió Estados Unidos en la Gran Depresión. Por eso, dice Koo, las autoridades europeas se equivocan al insistir en las mismas recetas que provocaron semejante contracción. “Están basadas en la asunción irreal de que las reformas estructurales pueden dar un impulso inmediato al PIB”, asegura.
Aumento de la deuda
En esas condiciones, advierte por correo electrónico Charles Wyplosz, profesor de Economía Internacional en el Instituto Universitario de Estudios Internacionales en Ginebra, Grecia será incapaz de recuperar el acceso a los mercados, objetivo último del programa de rescate. Wyplosz hace números y sostiene que el nuevo programa aumentará la deuda existente en otro 25% hasta superar el 200% del PIB. Y tanto el FMI como el mismo BCE esta semana han asegurado que la deuda helena no es sostenible.
Legalmente, ni las autoridades europeas ni el Fondo Monetario pueden aceptar una quita de sus deudas. Solo pueden aprobar medidas para reestructurar los préstamos y hacer su pago más fácil para Atenas. Pero muchos expertos creen que esa medida es insuficiente. Grecia ya disfruta de un periodo de carencia de 10 años, durante los cuales solo paga intereses y no el principal del préstamo. Pero el FMI considera que esa medida es insuficiente y propone extender el periodo de gracia hasta los 30 años.
La pelota está ahora en el tejado de Grecia, sostiene desde Milán Marco Valli, economista jefe para Europa de Unicredit. “Pero incluso si el Gobierno de Atenas aplica un programa en el que ha dicho que no cree, las perspectivas de crecimiento son inciertas, y si la economía no responde será imposible que Grecia siga en el euro”, remata.