El curioso origen del trofeo más antiguo de la historia del fútbol
El galardón con más clase del fútbol nació en 1916. Fue en los hornos de la Casa Escasany, una distinguida joyería bonaerense que llegó a ser la más importante del país con más de 1.500 empleados y sucursales por todas las provincias argentinas. En pleno crecimiento económico, el taller de los hermanos Escasany recibió un importante encargo. El Ministerio de Exteriores argentino quería una copa para donársela a la Confederación Sudamericana de Fútbol (CONMEBOL). Fue el origen del famoso trofeo. La 'Copa Murature', nombre con el que se denominó a este galardón en el Campeonato Sudamericano de Selecciones en 1916, presume de ser el título más añejo del balompié y también el que menos modificaciones ha sufrido en casi un siglo de historia. Un logro atribuido al elegante diseño de los hermanos Escasany, cuyo negocio de orfebrería, el mismo en el que se había forjado el premio, quebraba en 1978 a causa de las pérdidas generadas por el cada vez más emergente contrabando de joyas en la Argentina de Videla.
Desde los años setenta la copa se fabricó de forma completamente artesanal en Chile, en una empresa llamada 'Milled', un taller de gran tradición familiar. Fue Nicolás Leoz, mandatario de la CONMEBOL, quien durante una breve estancia en Chile le preguntó a un taxista algún lugar donde comprar medallas y llaveros para un campeonato que se estaba celebrando en la ciudad. Casualmente la esposa del taxista trabajaba en 'Milled', el taller más grande de la zona que llevaba abierto desde 1948. Cuando Nicolás Leoz conoció al dueño del taller decidió encargarle el trofeo de la Copa América. A partir de entonces la CONMEBOL mantuvo una estrecha relación con 'Milled'. El taller chileno confeccionó más tarde el premio para la Copa Libertadores.
Un ‘ejército’ de 15 personas interviene en la elaboración de la 'Copa Murature'. Está fabricada en cobre, algo lógico ya que Chile es el mayor productor mundial de este metal. A lo largo de 45 días las piezas de cobre son cortadas, cinceladas con ornamentos helénicos y montadas en piezas. Tras un minucioso proceso de pulido la copa es bañada en plata y por su brillo se puede decir que en ese momento el trofeo se transforma en una joya. La copa plateada, que tiene una capacidad de 7 litros, es después unida a una sólida base de madera formada por tres anillos. En ella 43 placas de oro recuerdan a quienes tocaron la gloria a lo largo de la dilatada historia de la Copa América. La placa del vencedor de este año ya ocupa un lugar en tan insigne escaparate. Sólo queda grabar el nombre del país vencedor. Sea quien sea, en algún momento se encargó de fabricar la deseada Copa.