El carnaval de los chilenos: ilusión, nervios y la gran fiesta

Santiago, As
Mucho antes de que arrancara el partido por la final de la Copa América, a la hora del desayuno, ya se podía oír cómo los esperanzados hinchas chilenos comenzaban una jornada de entusiasmo y nerviosismo. ¿La final de locales? ¿Frente a la Argentina de Messi? Sí, el día había llegado. Era cierto: se jugaba a las cinco.


Pelucas teñidas con los colores de la bandera, y estrellas blancas pintadas en caras de niños que por las calles cantaban el tradicional “¡Vamos, vamos chileno, que esta noche tenemos que ganar!”, fueron el reflejo de una ilusión generalizada. La misma que llevaba un grupo de jóvenes –más adultos- que esperaba transporte, todos abanderados y coordinados en la misma melodía. Un sueño que unió, de cierto modo, a un país acostumbrado a experimentar situaciones difíciles. No sólo en el fútbol, como ya se sabe.

Cuando faltaban once minutos para las dos de la tarde, el deporte en Chile sintió un duro golpe: Carlo De Gavardo, destacado piloto nacional, falleció sorpresivamente de un paro cardiorrespiratorio. El país lo sintió, y el estadio, la Copa, le rindió homenaje con un sentido minuto de silencio. Por eso el duelo arrancó cinco minutos tarde. “Tenemos un motivo adicional”, comentaban algunos, al enterarse de la noticia.

Pese a eso, el ambiente fue el anticipado. Ya desde las 14:00 horas, los fanáticos de La Roja comenzaron a ingresar al Estadio Nacional. En la espera hubo máscaras impresas con el rostro de Alexis Sánchez, títeres de Arturo Vidal, modelos e incluso parejas chileno-argentinas. Todo el ambiente para la gran final.

Algo característico se vería después, con las gradas llenas: aparecieron las miles de banderas que regaló el empresario chileno Leonardo Farkas en los accesos. Así se coloreó el entorno del gran espectáculo que brindaron Chile y Argentina: de rojo, principalmente, aunque con varios manchones de camisetas celestes entremedio.

Por otro lado, en el metro de Santiago, el comercio ambulante también se tiñó con la Roja. Cornetas y banderines ofrecían por los vagones de los trenes. Con eso, los niños fueron los más contentos. Los mayores, en cambio, repletaron bares del concurrido barrio Bellavista, que a eso de las cuatro ya tenía con hinchas hasta su rincón más escondido.

Son las 19:36, y el árbitro pitó: se definirá en penales. Ya es de noche. Algunos se mordisquean las uñas, otros gritan/entonan el himno nacional. El nerviosismo que amenizó un duelo emocionante, ahora es una sensación indescriptible. Matías Fernández abre la definición. Arriba y cruzado. ¡Gol!

¡Se lo perdió Higuaín! ¡Le atajó Bravo a Banega! Alexis tiene en sus pies la Copa. Si lo hace, se queda en Chile. ¡Gol, Golazo! La Roja lo logró. Ahora sí, el estadio se vino abajo. ¿Lo imaginan? La fiesta, los "Argentina decime qué se siente", la celebración en Plaza Italia (el ombligo de la capital chilena), los cánticos para Messi...

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