El balance es positivo para Perú en la Copa América

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Cuando Ricardo Gareca firmó su contrato en marzo de este año, las sensaciones no eran demasiado buenas. No porque el técnico argentino no tuviera la capacidad de armar un equipo interesante, sino porque el proceso anterior había terminado muy mal, las elecciones en la federación habían sido caóticas, el nombramiento del entrenador llegó muy tarde, y el universo de jugadores era claramente corto y poco prometedor.


La mayoría de futbolistas importantes de esta selección tiene más de treinta años. Guerrero y Farfán son los representantes de la famosa generación del 84, que sacó jugadores talentosos. Ahora tienen 30 y 31 años, respectivamente, y se acercan a los últimos años en un nivel óptimo. Vargas cumplirá 32 este año. Y Claudio Pizarro, con 36 años y muy poca continuidad en el Bayern, está dando sus últimos pasos como futbolista. Los relevos no están claros: el campeonato peruano es flojo y las canteras de los equipos nacionales no parecen estar haciendo un trabajo correcto. Detrás de ellos aparecen Gallese, Advíncula, Yotún, Sánchez, Ascues, Ballón, Reyna, Carrillo y Cueva, que ya no están en edad de ser promesas sino realidades del fútbol. Deberán confirmar su nivel en las eliminatorias.

Y también Zambrano. El jugador del Eintracht de Frankfurt es el llamado a ser el capitán del futuro, pero sus innumerables indisciplinas dentro del campo hacen dudar de la condición de líder –anímico y futbolístico- que mostró en sus inicios. A pesar de esto, Gareca logró construir un equipo organizado, sólido y con criterio a la hora de manejar el balón. La derrota ante Brasil en la primera fecha dolió porque el gol fue en el último suspiro y porque se jugó bastante bien para ser el primer partido oficial en que el argentino estuvo al mando. Contra Venezuela se aprovechó la superioridad numérica y se manejó bien el balón, y ante Colombia se jugó un partido impecable en lo defensivo.

El partido de cuartos ante Bolivia fue el más sencillo para la selección peruana, ya que el conjunto altiplánico jugó realmente mal y dejó inmensos espacios atrás. Guerrero los aprovechó y selló un 3-1 totalmente justo. Y el partido de semifinales ante Chile fue quizás el mejor de Perú, ya que jugó con diez hombres durante 70 minutos y aún así estuvo muy cerca de empatar. La imagen que dejó la selección tras los cinco partidos disputados es la de un conjunto ordenado, talentoso, luchador y muy seguro atrás.

Este último punto es quizás el más alentador: durante la copa se notó, en cada partido, la mejora defensiva de todo el equipo. Los centrales se compenetraron, los laterales dejaron cada vez menos espacios a sus espaldas, y los volantes de contención aportaron mucho orden. El balón parado se defendió bastante bien y el equipo no encajó goles rápidos, lo cual venía siendo un defecto de muchos años. Los partidos dieron seguridad y confianza en una zona que ha sido la más débil de la selección peruana en las últimas décadas.

Gareca, después de la derrota ante Chile, dijo que el equipo podía mejorar mucho, pensando en las eliminatorias, y que veía que estaba a cargo de un grupo realmente competente y comprometido. Lo de Perú, en esta copa, ha sido más que bueno. El balance es positivo. La meta más importante es ir al mundial. El primer objetivo se ha cumplido con creces. Sudamérica le teme al Perú y el Perú confía en sí mismo.

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