Siete cosas ricas de las que comer 'toneladas' sin que se entere la báscula

Manzanas que crujen como pipas, zanahorias picantes o algas que parecen patatas. Se abre el bufé libre

Mayte Martínez Guerrero, El País
No deberíamos, pero, a veces, comemos por aburrimiento. O cuando quedamos con alguien, mientras charlamos, aunque no tengamos hambre, entre clase y clase o a la hora del aperitivo. Son calorías de más que no necesitamos para saciarnos, pero forman, irremediablemente, parte de nuestra vida. La buena noticia es que si buscamos los pecados más sanos y menos calóricos, evitaremos la sensación de culpa a la vez que matamos la avidez ficticia. De todo esto puede comer y beber hasta que el cuerpo aguante.


1. Pepinillos en vinagre

Keri Glassman, experta formada en Reino Unido con su propia escuela de nutrición, los recomienda, sobre todo, después de un entrenamiento duro. "Si se suda mucho, la sal ayuda a reponernos", explica, aludiendo al ensayo al respecto publicado en Journal of the Internacional Society of Sports Nutrition. Atención, hipertensos, este aperitivo es ideal para evitar el aumento de peso, pero no para aquellos que han de vigilar su ingesta de sodio (cada pepinillo contiene 1,5 gramos de sal según su propia etiqueta). “Excepto en estos casos, el encurtido es el aperitivo perfecto. Al fin y al cabo, se trata de verdura”, asegura la doctora María José Crispín, nutricionista de Clínica Menorca. Salados y crujientes, procuran un placer que satisface cualquier antojo (3 pepinillos: 24 calorías). “También sirven las berenjenas, cebollitas, banderillas… Pero no incluiríamos las aceitunas, muy sanas, pero más calóricas a la hora de ‘comer sin parar”, argumenta la doctora Crispín.
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2. Salmón ahumado con queso, anchoas o berberechos

A veces lo que nos apetece es un chute de algo consistente, casi como un almuerzo, pero todavía es pronto, o tarde, para ello. “Es frecuente que al caer el día nos entren unas ganas desenfrenadas de tomar hidratos de carbono. Es porque disminuye la acción de una hormona, el cortisol, y de un neurotrasmisor, la serotonina. Y si no tenemos suficiente reserva de carbohidratos en el hígado nuestro cuerpo nos pedirá este nutriente. Por eso recomendamos consumir alimentos ricos en hidratos complejos en el desayuno y hasta el mediodía (pan, tostadas, cereales, frutos secos), para tener nuestros depósitos completos, y luego, por la tarde-noche, optar por las proteínas", comenta Graciela Moreira, experta en nutrición y cocina de la multinacional especializada en pérdida de peso PronoKal Group. Para la especialista, un rollito de salmón ahumado relleno de queso fresco 0% graso es tan ligero como susceptible de repetir ("diez porciones serían 800 calorías", calcula). La doctora Crispín aboga aún por bocados más livianos, "como la anchoa sin pan, el mejillón, el berberecho al natural con limón o las gambas cocidas". ¿Y no pueden dañar al estómago alimentos con tanta enjundia? La doctora Crispín contesta: "Por supuesto que un kilo del salmón nos puede sentar mal. Pero la gracia de estos alimentos es que son muy saciantes, por lo que satisfarán nuestro deseo de comer antes de causar algún trastorno".

3. Tomates cherry

Si se los lleva al trabajo, es un modo de evitar el asalto a la máquina de vending. Cien gramos (diez tomates) solo tienen 18 calorías, según Clínica Santa María. “Puede hacer estallar una de estas dulces tentaciones en su boca con toda la apariencia y sabor de una golosina, pero sin el azúcar que esta conlleva", dice Glassman. Además, según los nutricionistas consultados, estos tomatitos son ricos en vitamina C, cinc y licopeno, que según la Sociedad Americana contra el Cáncer es eficiente para combatir ciertas enfermedades.

4. Manzana liofilizada (es decir, crujiente)

Su textura crujiente, al contrario que la fruta deshidratada, la hace más suculenta como aperitivo. Este secado por congelación de la manzana mantiene viva sus cualidades organolépticas, y no suma calorías (una manzana solo tiene 35). Un estudio de Cell Press concluyó que unas dosis elevadas de magnesio "mejoran la capacidad de aprendizaje y la memoria" (la manzana tiene 5 miligramos por cada 100).

5. Rodajitas de zanahoria con limón y cayena

Sí, a veces las verduras nos proporcionan un verdadero placer simplemente presentándolas de diferente manera. Preparar un aperitivo con un plato de rodajas de zanahoria es realmente recomendable y apetecible. Su alto contenido en agua nos refrescará y, de nuevo, el bocado crujiente nos satisfará plenamente. "Añadiendo unas gotas de zumo de limón o vinagre, algunas escamas de sal de mar y hasta una pizca de cayena, disfrutaremos del mejor aperitivo”, comenta Blanca Galofré, coach nutricional.

6. Algas

Son la última obsesión por parte de los amantes de una dieta sana y una solución sabrosa. "Los aperitivos de algas acaban con el antojo de algo salado a cambio de muy pocas calorías (1 ración: 25 calorías) y un montón de nutrientes, incluyendo minerales como el magnesio y el calcio", dice Keri Glassman. La OMS recomienda el consumo de variedades como la espirulina. Y según la nutricionista Dana James, postgradiada en Nutrición Clínica, "su contenido en yodo impulsa el metabolismo, mejorando la función del tiroides". No solo no engordan, sino que la Universidad de Copenhague vislumbró en 2011 que las fibras de su variedad marrón ayudan al adelgazamiento. Su revestimiento de aceite de oliva, que además previene la disfunción eréctil, aporta una dosis de grasa al cuerpo que pide patatas chips. Además, se venden en el mismo formato (tostadas, en bolsa y listas para comer), aunque también las dispensan deshidratadas, en herbolarios, para la elaboración de ensaladas.

7. Té casero… con mucho hielo

No se come, se bebe, pero en los días de verano sienta tan bien que no podía faltar en la lista. "Elaborado en casa, sin azúcar y con edulcorante, pero con mucho hielo", como recomienda Isabel Artero, directora y fundadora del centro de belleza Cuerpo Libre. Por su alto contenido en cafeína (50 mg por taza) no se han de exceder los 7 vasos por jornada. ¿Pero quién necesita más? Sus variedades blanca y negra se vinculan a beneficios cardiovasculares.

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