Merkel enfrenta reto griego con un fuerte capital político
Berlín, AP
La canciller alemana, Angela Merkel, ha superado la crisis financiera mundial, los rescates europeos, un asombroso cambio de opinión sobre la energía nuclear y la crisis de Ucrania sin sufrir daños.
Ahora, con el resultado de los esfuerzos para resolver los problemas fiscales de Grecia en el aire, la veterana líder parece bien posicionada para salir fortalecida de la crisis, aunque fracase.
Tras una década dirigiendo a la mayor economía de Europa, Merkel ha disfrutado de alta cifras de popularidad estables y acumuló semejante capital político a su favor en el país que sería la envidia de la mayoría de líderes del continente.
Su partido conservador sigue teniendo una ventaja aparentemente inexpugnable en los sondeos, sin un rival de entidad a la vista y la economía alemana fuerte. Su liderazgo firme, tranquilizador y contrario al riesgo constante gusta a los votantes y le ha valido el sobrenombre de "Mutti", mamá en alemán.
Merkel ha dicho en repetidas ocasiones que su objetivo es mantener a Grecia en el euro. Pero es poco probable que el electorado emplee en su contra un fracaso en ese empeño "porque ella ha tenido un papel protector en la crisis del euro desde hace varios años", dijo Peter Matuschek, jefe de investigación política y social de la encuestadora alemana Forsa.
"La mayoría tiene la impresión de que está haciendo lo que puede y, si no funciona, probablemente no fue por ella", dijo apuntando que Alemania considera ampliamente que el gobierno de Atenas es el culpable de la disputa.
La habilidad de Merkel para tranquilizar a los alemanes dando a entender que tiene contralada esta confusa crisis data de al menos 2008 cuando, en medio del revuelo causado por la quiebra de Lehman Brothers, anunció que el gobierno garantizaba todos los ahorros bancarios privados.
Desde el estallido de la crisis de deuda de la eurozona en 2010, arrastrando a Alemania a un papel de liderazgo, ha mantenido un delicado equilibrio: ayudar a los países en problemas a aceptar duros recortes presupuestarios y reformas y convencer a los alemanes que está defendiendo sus intereses — y carteras.
Fue la canciller quien propuso incluir al Fondo Monetario Internacional, con su vasta experiencia para liderar difíciles rescates internacionales, en el problema de Grecia. Pero Merkel también se ha encargado de mantener una comunicación fluida con el primer ministro griego, Alexis Tsipras, en sus antípodas ideológicas, cuando las negociaciones se estancaron.
Esa perseverancia pragmática se ha convertido en una marca de Merkel. También estuvo expuesta en la crisis por las acciones de Rusia en Ucrania. Obtuvo elogios en su país por su esfuerzo incansable para mantener el diálogo con el presidente ruso, Vladimir Putin, y evitar un empeoramiento del conflicto.
El enfoque lento pero constante de Merkel — ha dicho en varias ocasiones que la crisis de deuda europea debe abordarse "paso a paso " — parece funcionarle bien en casa. La semana pasada dijo a los legisladores alemanes que cada movimiento sobre Grecia había sido y sería "muy bien pensado".
Uno de los mayores giros con respecto a esa filosofía se produjo en 2011, cuando de forma abrupta aceleró el cierre de las plantas nucleares alemanas tras los problemas registrados en Fukushima, Japón. Su ejecutivo había decidido solo unos meses antes extender la vida útil de las instalaciones. El cambio le reportó alguna críticas al principio, pero en el largo plazo le ha ayudado al neutralizar un tema sensible para su formación.
Si Atenas y sus acreedores alcanzan un acuerdo esta vez, el Parlamento alemán tendrán que dar su aprobación.
Uno de los públicos más complicados para la canciller podría ser el suyo propio, la unión conservadora, donde hay pocas ganas de dar más concesiones al gobierno de izquierda radical de Tsipras. El veterano ministro de Finanzas, Wolfgang Schaeuble, que ha sido más duro que Merkel sobre Grecia aunque se ha mantenido fiel a su líder, podría ser clave para convencer a los diputados.
Merkel todavía no ha perdido una votación parlamentaria sobre las medidas de rescate en la eurozona, aunque en febrero 29 de los 311 legisladores que componen su bloque votaron en contra de una extensión de cuatro meses en el rescate a Grecia — el mayor número hasta el momento.
Actualmente comanda una "gran coalición" de los principales partidos alemanes con los Socialdemócratas de centro izquierda y controlan unos cuatro quintos del parlamento. Las próximas elecciones generales no están previstas hasta finales de 2017.
La canciller alemana, Angela Merkel, ha superado la crisis financiera mundial, los rescates europeos, un asombroso cambio de opinión sobre la energía nuclear y la crisis de Ucrania sin sufrir daños.
Ahora, con el resultado de los esfuerzos para resolver los problemas fiscales de Grecia en el aire, la veterana líder parece bien posicionada para salir fortalecida de la crisis, aunque fracase.
Tras una década dirigiendo a la mayor economía de Europa, Merkel ha disfrutado de alta cifras de popularidad estables y acumuló semejante capital político a su favor en el país que sería la envidia de la mayoría de líderes del continente.
Su partido conservador sigue teniendo una ventaja aparentemente inexpugnable en los sondeos, sin un rival de entidad a la vista y la economía alemana fuerte. Su liderazgo firme, tranquilizador y contrario al riesgo constante gusta a los votantes y le ha valido el sobrenombre de "Mutti", mamá en alemán.
Merkel ha dicho en repetidas ocasiones que su objetivo es mantener a Grecia en el euro. Pero es poco probable que el electorado emplee en su contra un fracaso en ese empeño "porque ella ha tenido un papel protector en la crisis del euro desde hace varios años", dijo Peter Matuschek, jefe de investigación política y social de la encuestadora alemana Forsa.
"La mayoría tiene la impresión de que está haciendo lo que puede y, si no funciona, probablemente no fue por ella", dijo apuntando que Alemania considera ampliamente que el gobierno de Atenas es el culpable de la disputa.
La habilidad de Merkel para tranquilizar a los alemanes dando a entender que tiene contralada esta confusa crisis data de al menos 2008 cuando, en medio del revuelo causado por la quiebra de Lehman Brothers, anunció que el gobierno garantizaba todos los ahorros bancarios privados.
Desde el estallido de la crisis de deuda de la eurozona en 2010, arrastrando a Alemania a un papel de liderazgo, ha mantenido un delicado equilibrio: ayudar a los países en problemas a aceptar duros recortes presupuestarios y reformas y convencer a los alemanes que está defendiendo sus intereses — y carteras.
Fue la canciller quien propuso incluir al Fondo Monetario Internacional, con su vasta experiencia para liderar difíciles rescates internacionales, en el problema de Grecia. Pero Merkel también se ha encargado de mantener una comunicación fluida con el primer ministro griego, Alexis Tsipras, en sus antípodas ideológicas, cuando las negociaciones se estancaron.
Esa perseverancia pragmática se ha convertido en una marca de Merkel. También estuvo expuesta en la crisis por las acciones de Rusia en Ucrania. Obtuvo elogios en su país por su esfuerzo incansable para mantener el diálogo con el presidente ruso, Vladimir Putin, y evitar un empeoramiento del conflicto.
El enfoque lento pero constante de Merkel — ha dicho en varias ocasiones que la crisis de deuda europea debe abordarse "paso a paso " — parece funcionarle bien en casa. La semana pasada dijo a los legisladores alemanes que cada movimiento sobre Grecia había sido y sería "muy bien pensado".
Uno de los mayores giros con respecto a esa filosofía se produjo en 2011, cuando de forma abrupta aceleró el cierre de las plantas nucleares alemanas tras los problemas registrados en Fukushima, Japón. Su ejecutivo había decidido solo unos meses antes extender la vida útil de las instalaciones. El cambio le reportó alguna críticas al principio, pero en el largo plazo le ha ayudado al neutralizar un tema sensible para su formación.
Si Atenas y sus acreedores alcanzan un acuerdo esta vez, el Parlamento alemán tendrán que dar su aprobación.
Uno de los públicos más complicados para la canciller podría ser el suyo propio, la unión conservadora, donde hay pocas ganas de dar más concesiones al gobierno de izquierda radical de Tsipras. El veterano ministro de Finanzas, Wolfgang Schaeuble, que ha sido más duro que Merkel sobre Grecia aunque se ha mantenido fiel a su líder, podría ser clave para convencer a los diputados.
Merkel todavía no ha perdido una votación parlamentaria sobre las medidas de rescate en la eurozona, aunque en febrero 29 de los 311 legisladores que componen su bloque votaron en contra de una extensión de cuatro meses en el rescate a Grecia — el mayor número hasta el momento.
Actualmente comanda una "gran coalición" de los principales partidos alemanes con los Socialdemócratas de centro izquierda y controlan unos cuatro quintos del parlamento. Las próximas elecciones generales no están previstas hasta finales de 2017.