Fernández sale “iluminada por dentro” de su encuentro con el Papa
La presidenta argentina visita a Jorge Mario Bergoglio por quinta vez desde su elección
Pablo Ordaz
Roma, El País
Desde que Jorge Mario Bergoglio fue elegido Papa hace dos años, Cristina Fernández lo ha visitado cinco veces en el Vaticano. La última, ayer, durante una hora y 45 minutos, un récord para este tipo de encuentros, cuyo verdadero contenido jamás trasciende, al margen de algunos detalles generales y sin demasiada importancia. El ejemplo es que la presidenta argentina, tras su larga charla vespertina con Francisco, dijo que habían hablado sobre Sarajevo y “otros asuntos globales, porque el Papa tiene un rol global”.
Durante una reciente entrevista con el canal mexicano Televisa, Jorge Mario Bergoglio reconoció que, desde su elección, en Argentina se armó una revolución: “Y los argentinos, que no somos humildes, y que somos muy engreídos –ya sabe usted que un argentino se suicida subiéndose a su ego y tirándose para abajo--, nos agrandamos. Yo sé que mucha gente, sin quererlo la mayoría, queriéndolo algunos, usan su venida acá o una llamada mía en su beneficio”. No consta que Bergoglio se estuviera refiriendo a nadie en particular, pero lo cierto es que hasta en el Vaticano –donde desde hace siglos están curados de espanto— llama la atención la insistencia de Cristina Fernández en reunirse con el Papa.
Al margen de los récords –quinta visita, una hora y 45 minutos de plática--, del encuentro no trascendió gran cosa. La nota oficial del Vaticano informaba de que durante el encuentro, “muy cordial”, la presidenta “quiso manifestar una vez más el afecto y la cercanía del pueblo argentino al Papa y pedir la bendición para todos sus connacionales”. Cristina Fernández, que antes de abandonar el Vaticano se mostró feliz del encuentro e “iluminada por dentro”, ofreció algún detalle más durante una charla posterior con los periodistas en el hotel de Vía Veneto donde se suele alojar.
“El Papa”, explicó la presidenta, “está muy preocupado por lo que pasa en el mundo. América Latina es una región que se ha consolidado como una región de paz, no hay diferencias étnicas ni religiosas, cosa que sí sucede en otras partes del mundo”. Fernández acudió al encuentro del Papa vestida de negro y con un tocado y, como pudieron comprobar los periodistas presentes, pidió un par de veces al pontífice posar ante las cámaras tomados de la mano. “Fue un encuentro estupendo”, resumió, “tuvimos una reunión muy cálida y muy cordial, como siempre”.
La presidenta regaló al Papa un retrato del beato Óscar Romero, obra del artista argentino Eugenio Cuttica, dos bajorrelieves para invidentes de la Virgen de Luján y una cesta de productos gastronómicos de su país. Bergoglio, por su parte, le hizo entrega un icono, copia del original, de la Virgen de la Ternura de la Catedral de Vladimir. En esta ocasión, la última como presidente, Fernández acudió a la visita acompañada de un séquito de unas 20 personas. Al pasar por delante de los periodistas que cubrían el evento, Jorge Mario Bergoglio se paró, los felicitó por el día del periodista y les pidió: “Recen por mí, y si alguno no puede porque no cree, tírenme por lo menos buena onda”.
Pablo Ordaz
Roma, El País
Desde que Jorge Mario Bergoglio fue elegido Papa hace dos años, Cristina Fernández lo ha visitado cinco veces en el Vaticano. La última, ayer, durante una hora y 45 minutos, un récord para este tipo de encuentros, cuyo verdadero contenido jamás trasciende, al margen de algunos detalles generales y sin demasiada importancia. El ejemplo es que la presidenta argentina, tras su larga charla vespertina con Francisco, dijo que habían hablado sobre Sarajevo y “otros asuntos globales, porque el Papa tiene un rol global”.
Durante una reciente entrevista con el canal mexicano Televisa, Jorge Mario Bergoglio reconoció que, desde su elección, en Argentina se armó una revolución: “Y los argentinos, que no somos humildes, y que somos muy engreídos –ya sabe usted que un argentino se suicida subiéndose a su ego y tirándose para abajo--, nos agrandamos. Yo sé que mucha gente, sin quererlo la mayoría, queriéndolo algunos, usan su venida acá o una llamada mía en su beneficio”. No consta que Bergoglio se estuviera refiriendo a nadie en particular, pero lo cierto es que hasta en el Vaticano –donde desde hace siglos están curados de espanto— llama la atención la insistencia de Cristina Fernández en reunirse con el Papa.
Al margen de los récords –quinta visita, una hora y 45 minutos de plática--, del encuentro no trascendió gran cosa. La nota oficial del Vaticano informaba de que durante el encuentro, “muy cordial”, la presidenta “quiso manifestar una vez más el afecto y la cercanía del pueblo argentino al Papa y pedir la bendición para todos sus connacionales”. Cristina Fernández, que antes de abandonar el Vaticano se mostró feliz del encuentro e “iluminada por dentro”, ofreció algún detalle más durante una charla posterior con los periodistas en el hotel de Vía Veneto donde se suele alojar.
“El Papa”, explicó la presidenta, “está muy preocupado por lo que pasa en el mundo. América Latina es una región que se ha consolidado como una región de paz, no hay diferencias étnicas ni religiosas, cosa que sí sucede en otras partes del mundo”. Fernández acudió al encuentro del Papa vestida de negro y con un tocado y, como pudieron comprobar los periodistas presentes, pidió un par de veces al pontífice posar ante las cámaras tomados de la mano. “Fue un encuentro estupendo”, resumió, “tuvimos una reunión muy cálida y muy cordial, como siempre”.
La presidenta regaló al Papa un retrato del beato Óscar Romero, obra del artista argentino Eugenio Cuttica, dos bajorrelieves para invidentes de la Virgen de Luján y una cesta de productos gastronómicos de su país. Bergoglio, por su parte, le hizo entrega un icono, copia del original, de la Virgen de la Ternura de la Catedral de Vladimir. En esta ocasión, la última como presidente, Fernández acudió a la visita acompañada de un séquito de unas 20 personas. Al pasar por delante de los periodistas que cubrían el evento, Jorge Mario Bergoglio se paró, los felicitó por el día del periodista y les pidió: “Recen por mí, y si alguno no puede porque no cree, tírenme por lo menos buena onda”.