Copa América, una tregua futbolera en medio de la corrupción
Chile se prepara para acoger el torneo de selecciones más antiguo del mundo y olvidar por unos días los escándalos
Carlos E. Cué
Buenos Aires, El País
Chile llega a la Copa América en estado de shock. Este país acostumbrado a la calma política, que ha vivido años de crecimiento sostenido y tranquilidad, sobre todo comparado con sus vecinos latinoamericanos, está inmerso en la mayor crisis política desde la recuperación de la democracia por los escándalos de corrupción y sobre todo de financiación ilegal que afectan a todos los partidos.
“Es un clima insostenible, no afecta solo al Gobierno, también a la oposición, al Parlamento, a los empresarios. Hay un ambiente enrarecido y todas las encuestas que tenemos detectan un gran malestar, rabia y frustración que van mucho más allá del Ejecutivo”, señala Marta Lagos, encuestadora que dirige Latinobarómetro. En este contexto, la Copa América llega como un gran respiro para toda la clase política y empresarial, que vive uno de sus momentos más difíciles, y la sociedad chilena en general. “Va a suponer una tregua. El fútbol lo para todo. De momento va a ocupar todo el espacio, pero después volverá la batalla”, sentencia Lagos.
El ruido que producirá el juego más popular en Sudamérica está justificado desde la óptica puramente deportiva. Argentina, Brasil, Colombia, Chile y Uruguay reúnen a varios de los mejores futbolistas del planeta. Siete de los participantes de la última final de la Champions se reencontrarán en el torneo: Pereyra, Tévez, Vidal, Bravo, Messi, Mascherano y Neymar. Los muchachos hacen un paréntesis en sus carreras para acudir a la cita con más espíritu amateur que profesional. La mayoría juega fuera del continente. Lo que está en disputa es el torneo de selecciones más antiguo del fútbol. La Copa América tiene más valor para los sudamericanos que la Eurocopa para los europeos. La crisis judicial que sacude a la FIFA ha golpeado especialmente a los dirigentes de la Conmebol, acusados de pagar sobornos para ceder los derechos de retransmisión. La corrupción infecta a casi todas las federaciones. Pero la celebración de la Copa no se discute. En Chile, como en Argentina, supondrá un respiro en el vendaval político.
En una reciente entrevista en EL PAÍS, la presidenta chilena, Michelle Bachelet, admitía que desde que llegó al gobierno ha vivido una “tormenta perfecta”. Los escándalos han sido el remate final, uno de ellos incluso afectó a su propio hijo. Pero antes, explicaba Bachelet, vivió 14 meses de infarto: un terremoto, incendios enormes, aluviones, dos volcanes en erupción... Y sobre todo una cuestión de fondo que marca el estado de ánimo de los chilenos: una desaceleración económica común a otros países de América Latina que en Chile se amplifica por ser uno de los países con mayor desigualdad. Bachelet, pese a su caída en las encuestas, intenta aprovechar todo su caudal político para relanzar Chile. Ha cambiado el Gobierno casi entero y ha logrado bajar un poco la presión.
En este contexto, la Copa América puede alterar muchas cosas. Chile vive muy pendiente de sus estrellas en Europa: Arturo Vidal, Claudio Bravo y, sobre todo, Alexis Sánchez, el jugador del Arsenal. Sánchez resultó elegido mejor jugador de la Premier por el público inglés en una encuesta entre 200.000 aficionados y la noticia fue portada en todos los periódicos del país. La publicidad en televisión estos días evoca el tiro al palo de Pinilla que impidió a Chile eliminar a Brasil en el Mundial y transforma la Copa América en una segunda oportunidad. Los chilenos están entusiasmados. Un sondeo del Centro de Estudios de la Universidad San Sebastián detectó que el 61% cree que Chile puede llegar a la final.
Euforia chilena
El optimismo por la selección contrasta con el pesimismo en la política y la economía. Algunos economistas creen que un buen resultado de la selección podría incluso cambiar los alicaídos ánimos de los consumidores. “Los escándalos van a seguir porque la política chilena se ha financiado mal, todos están involucrados. La Copa América puede ser un veranito de San Juan”, ironiza Lagos. “Ojalá después de la tregua los actores principales vuelvan a la batalla con más sabiduría. Pero va a volver sobre todo porque el Gobierno está dispuesto a hacer cambios muy profundos y las resistencias, especialmente de los empresarios, son muy fuertes”, resume. Bachelet está empeñada en reformar cuestiones esenciales, como el sistema impositivo y la educación, para garantizar más igualdad de oportunidades, por ejemplo, con la universidad gratuita. A la espera de la tormenta, Chile se resguarda en el fútbol, al menos durante un par de semanas.
Carlos E. Cué
Buenos Aires, El País
Chile llega a la Copa América en estado de shock. Este país acostumbrado a la calma política, que ha vivido años de crecimiento sostenido y tranquilidad, sobre todo comparado con sus vecinos latinoamericanos, está inmerso en la mayor crisis política desde la recuperación de la democracia por los escándalos de corrupción y sobre todo de financiación ilegal que afectan a todos los partidos.
“Es un clima insostenible, no afecta solo al Gobierno, también a la oposición, al Parlamento, a los empresarios. Hay un ambiente enrarecido y todas las encuestas que tenemos detectan un gran malestar, rabia y frustración que van mucho más allá del Ejecutivo”, señala Marta Lagos, encuestadora que dirige Latinobarómetro. En este contexto, la Copa América llega como un gran respiro para toda la clase política y empresarial, que vive uno de sus momentos más difíciles, y la sociedad chilena en general. “Va a suponer una tregua. El fútbol lo para todo. De momento va a ocupar todo el espacio, pero después volverá la batalla”, sentencia Lagos.
El ruido que producirá el juego más popular en Sudamérica está justificado desde la óptica puramente deportiva. Argentina, Brasil, Colombia, Chile y Uruguay reúnen a varios de los mejores futbolistas del planeta. Siete de los participantes de la última final de la Champions se reencontrarán en el torneo: Pereyra, Tévez, Vidal, Bravo, Messi, Mascherano y Neymar. Los muchachos hacen un paréntesis en sus carreras para acudir a la cita con más espíritu amateur que profesional. La mayoría juega fuera del continente. Lo que está en disputa es el torneo de selecciones más antiguo del fútbol. La Copa América tiene más valor para los sudamericanos que la Eurocopa para los europeos. La crisis judicial que sacude a la FIFA ha golpeado especialmente a los dirigentes de la Conmebol, acusados de pagar sobornos para ceder los derechos de retransmisión. La corrupción infecta a casi todas las federaciones. Pero la celebración de la Copa no se discute. En Chile, como en Argentina, supondrá un respiro en el vendaval político.
En una reciente entrevista en EL PAÍS, la presidenta chilena, Michelle Bachelet, admitía que desde que llegó al gobierno ha vivido una “tormenta perfecta”. Los escándalos han sido el remate final, uno de ellos incluso afectó a su propio hijo. Pero antes, explicaba Bachelet, vivió 14 meses de infarto: un terremoto, incendios enormes, aluviones, dos volcanes en erupción... Y sobre todo una cuestión de fondo que marca el estado de ánimo de los chilenos: una desaceleración económica común a otros países de América Latina que en Chile se amplifica por ser uno de los países con mayor desigualdad. Bachelet, pese a su caída en las encuestas, intenta aprovechar todo su caudal político para relanzar Chile. Ha cambiado el Gobierno casi entero y ha logrado bajar un poco la presión.
En este contexto, la Copa América puede alterar muchas cosas. Chile vive muy pendiente de sus estrellas en Europa: Arturo Vidal, Claudio Bravo y, sobre todo, Alexis Sánchez, el jugador del Arsenal. Sánchez resultó elegido mejor jugador de la Premier por el público inglés en una encuesta entre 200.000 aficionados y la noticia fue portada en todos los periódicos del país. La publicidad en televisión estos días evoca el tiro al palo de Pinilla que impidió a Chile eliminar a Brasil en el Mundial y transforma la Copa América en una segunda oportunidad. Los chilenos están entusiasmados. Un sondeo del Centro de Estudios de la Universidad San Sebastián detectó que el 61% cree que Chile puede llegar a la final.
Euforia chilena
El optimismo por la selección contrasta con el pesimismo en la política y la economía. Algunos economistas creen que un buen resultado de la selección podría incluso cambiar los alicaídos ánimos de los consumidores. “Los escándalos van a seguir porque la política chilena se ha financiado mal, todos están involucrados. La Copa América puede ser un veranito de San Juan”, ironiza Lagos. “Ojalá después de la tregua los actores principales vuelvan a la batalla con más sabiduría. Pero va a volver sobre todo porque el Gobierno está dispuesto a hacer cambios muy profundos y las resistencias, especialmente de los empresarios, son muy fuertes”, resume. Bachelet está empeñada en reformar cuestiones esenciales, como el sistema impositivo y la educación, para garantizar más igualdad de oportunidades, por ejemplo, con la universidad gratuita. A la espera de la tormenta, Chile se resguarda en el fútbol, al menos durante un par de semanas.