Brasil considera culpables de la debacle a Dunga y Neymar
Río de Janeiro, As
Brasil arde en llamas como hiciera sólo un año atrás después de caer en el Mundial. El adiós a la Copa América, la forma en la que se produjo, el juego desplegado y la imagen dada han levantado una enorme polvareda que recuerda a la de sólo 365 días antes, cuando Scolari fue destituido del cargo en favor de Dunga. La CBF quería mano dura, la que ofrece Dunga, después de la vergüenza que supuso el Mineirazo ante Alemania (1-7) y la deshonra del tercer y cuarto puesto frente a Holanda (0-3). Sin embargo, el problema era mucho más que disciplinario. Es, como se vio ante Paraguay, un problema de fútbol, de juego, de estilo.
El pésimo rendimiento futbolístico tiene, a ojos de todos los brasileños, nombre y apellidos: Carlos Dunga. El seleccionador fue durísimamente criticado a lo largo del torneo, pese a que llegó a él sin ni siquiera empatar uno solo de los amistosos disputados. El fútbol ruin que le caracteriza derivó en una Brasil discreta con la pelota, todo lo contrario a lo que se podría imaginar. Por eso, con el equipo eliminado por Paraguay en los penaltis tras un partido que no acertó a sentenciar, los principales titulares tras la debacle apuntaron directamente a él. La mayoría de la opinión pública ve difícil cambiar nada con el arranque de las eliminatorias mundialistas a la vuelta de la esquina.
La forma en la que Dunga encajó la derrota tampoco gustó. "No es excusa, pero 15 jugadores sufrieron un virus esta semana", dijo para sorpresa de muchos, empezando por Filipe Luis, Coutinho y Robinho, que declararon no saber nada del asunto tras el choque a diferencia de Jefferson, Miranda y Everton Ribeiro. El hotel Sheraton, en Santiago, lugar de concentración brasileño en ese tiempo, tampoco quedó muy satisfecho.
Pero Dunga no es el único culpable y lo saben los brasileños. Los jugadores no se libran. El penalti de Thiago Silva fue calificado de "infantil" y, todavía más allá, la gente también señala a Neymar según ha sabido el motivo real de su sanción. Alguien llamado a liderar a todo un país no puede cometer actos tan graves como el suyo con el árbitro Enrique Osses tras el choque ante Colombia. Neymar dejó varada y sin rumbo a la selección cuando más le necesitaba. Incluso se marchó de la concentración para no contagiar su tristeza. Ya no habrá que preocuparse de ello. Brasil ya es historia, historia negativa, de esta Copa América.
Brasil arde en llamas como hiciera sólo un año atrás después de caer en el Mundial. El adiós a la Copa América, la forma en la que se produjo, el juego desplegado y la imagen dada han levantado una enorme polvareda que recuerda a la de sólo 365 días antes, cuando Scolari fue destituido del cargo en favor de Dunga. La CBF quería mano dura, la que ofrece Dunga, después de la vergüenza que supuso el Mineirazo ante Alemania (1-7) y la deshonra del tercer y cuarto puesto frente a Holanda (0-3). Sin embargo, el problema era mucho más que disciplinario. Es, como se vio ante Paraguay, un problema de fútbol, de juego, de estilo.
El pésimo rendimiento futbolístico tiene, a ojos de todos los brasileños, nombre y apellidos: Carlos Dunga. El seleccionador fue durísimamente criticado a lo largo del torneo, pese a que llegó a él sin ni siquiera empatar uno solo de los amistosos disputados. El fútbol ruin que le caracteriza derivó en una Brasil discreta con la pelota, todo lo contrario a lo que se podría imaginar. Por eso, con el equipo eliminado por Paraguay en los penaltis tras un partido que no acertó a sentenciar, los principales titulares tras la debacle apuntaron directamente a él. La mayoría de la opinión pública ve difícil cambiar nada con el arranque de las eliminatorias mundialistas a la vuelta de la esquina.
La forma en la que Dunga encajó la derrota tampoco gustó. "No es excusa, pero 15 jugadores sufrieron un virus esta semana", dijo para sorpresa de muchos, empezando por Filipe Luis, Coutinho y Robinho, que declararon no saber nada del asunto tras el choque a diferencia de Jefferson, Miranda y Everton Ribeiro. El hotel Sheraton, en Santiago, lugar de concentración brasileño en ese tiempo, tampoco quedó muy satisfecho.
Pero Dunga no es el único culpable y lo saben los brasileños. Los jugadores no se libran. El penalti de Thiago Silva fue calificado de "infantil" y, todavía más allá, la gente también señala a Neymar según ha sabido el motivo real de su sanción. Alguien llamado a liderar a todo un país no puede cometer actos tan graves como el suyo con el árbitro Enrique Osses tras el choque ante Colombia. Neymar dejó varada y sin rumbo a la selección cuando más le necesitaba. Incluso se marchó de la concentración para no contagiar su tristeza. Ya no habrá que preocuparse de ello. Brasil ya es historia, historia negativa, de esta Copa América.