América Latina tiene mucha tarea

La región ha aprovechado el último decenio para subir el gasto en educación pero no la calidad de la enseñanza

Óscar Granados
Madrid, El País
“¿Quién ha dicho que América Latina ha hecho bien los deberes?”. Liliana Rojas-Suárez, economista del Global Developement de Washington (uno de los laboratorios de ideas más influyentes en EE UU), lanza la pregunta sin ningún rubor. Ahora que la región sufre por los bajos precios de las materias primas, la también consultora del Fondo Monetario Internacional (FMI) cuestiona la sostenibilidad de los avances que ha logrado esta región del mundo, que en la última década ha sacado a casi 80 millones de personas de la pobreza y en donde la clase media se ha expandido hasta representar más del 50% de la población. “Latinoamérica ha perdido la oportunidad de tener un progreso verosímil”, arguye. “Los gobiernos se olvidaron de lo más importante: la educación. No hicieron bien la tarea”.


Las palabras de Rojas-Suárez no navegan a la deriva. Sebastián Edwards, ex economista en jefe para América Latina del Banco Mundial, argumenta que la zona ha aprovechado el crecimiento económico y los recursos obtenidos durante la última década para aumentar su gasto en educación, pero no ha sabido enfrentar el desafío en la calidad de lo que se enseña a los jóvenes en las escuelas. La formula de Edwards, catedrático de la Universidad de California, es simple: “Una educación de calidad acarrea más productividad y, por ende, un mayor crecimiento en la economía”.

La inversión pública en educación ha aumentado significativamente en la región. En los últimos 10 años, el gasto pasó del 4,3 al 5% del PIB, muy cerca del promedio de los países ricos de la OCDE, del 5,6%. Ello ha permitido lograr el acceso universal a la educación primaria. No obstante, la cobertura sigue siendo baja en la educación secundaria y superior. “Se ha invertido más, eso es indudable”, dice Gabriel Sánchez Zinny, especialista en temas de educación. “Pero los países de la región no han sabido administrar los recursos”, agrega el también autor del libro Educación 3.0. La batalla por el talento en América Latina. Sanchéz destaca que la mayor cantidad del gasto vaya a los sueldos de los siete millones de profesores que hay en la región. Estos hombres y mujeres, que dan clases a más de 125 millones de niños (según la ONU), representan el 4% de la fuerza laboral de la zona y sus salarios absorben el 4% del PIB, según el Banco Mundial.

En México —donde el Gobierno realizó en 2012 una reforma educativa que implicaba la evaluación de los profesores a la que sigue oponiéndose un sector radical del gremio—, el 82,95% de la inversión educativa básica va al pago de los docentes. La media, dentro de los países 34 países de la OCDE es del 63% y en naciones como Finlandia —economía que destaca por su nivel educativo— la proporción llega al 52,6%. “Fondos que pueden ser gastados en laboratorios, textos o capacitación de los docentes se dedican a salas de clases, administradores y al pago de profesores”, recala en un estudio la Plataforma Regional de Educación América Latina (Preal), organización de análisis educativo en la región.

“No solo se trata de invertir más, se tiene que enseñar mejor”, agrega Edwards. El impacto sobre el desarrollo deriva de la calidad de lo que se aprende en la escuela, agrega un informe de la OCDE. Los datos como la esperanza de vida escolar —que en la región llega a los 13 años frente a los 17 que en promedio tienen los países de la OCDE o la matrícula —que en primaria llega al 94% de los niños de la región— pueden variar entre países y solo reflejan la cantidad de educación, sin tener en cuenta los efectos directos sobre el crecimiento.

Las evaluaciones internacionales confirman que la educación sigue siendo deficiente, a pesar de que se destina mucho más dinero, reitera Rolando Avendaño, analista de la OCDE. El último informe PISA —evaluación que mide los conocimientos en matemáticas, ciencias y lectura de más de medio millón de alumnos de entre 15 y 16 años en 65 países— revela que los estudiantes de los ocho países de Latinoamérica (Chile, Perú, Costa Rica, Brasil, Argentina, México, Uruguay y Colombia) terminaron en los últimos sitios de la lista.

Edwards cree que la formación y capacitación de los profesores es fundamental para elevar el nivel educativo. “Solo un puñado de países [México, Brasil, Chile, Perú, Uruguay y Colombia] ha enfrentado este reto”, comenta Avendaño. Para formar cuerpos docentes de alta calidad, deben seguirse tres pasos fundamentales (reclutar, desarrollar y motivar mejores docentes), explica el Banco Mundial. Sin embargo, destaca que el desafío más serio en esta materia no es económico ni técnico, sino político, porque los sindicatos son grandes fuerzas que se oponen a los cambios.

La institución internacional resalta que los Gobiernos de América Latina —en donde más de 22 millones de niños no van a la escuela, según la Unesco—- tienen que implementar políticas para reducir el abandono y la repetición en secundaria y terciaria, pues el 20% de los estudiantes abandonan el sistema después de culminar el ciclo de primaria, el doble que en otras regiones emergentes. Pedro Gomes, investigador de la Universidad Carlos III de Madrid, destaca la cuestión. “Los países que tienen menos trabajadores con educación secundaria cuentan con empresas más pequeñas. La razón: la falta de profesionales cualificados, que limita el crecimiento de compañías más productivas”, añade.

El informe de la OCDE muestra que la probabilidad de que una empresa latinoamericana enfrente problemas operativos como consecuencia del déficit de capital humano es casi tres veces mayor que aquellas compañías radicadas, por ejemplo, en el sureste asiático.

El análisis resalta que un 36% de las firmas que operan en el sector formal de la economía en América Latina tiene dificultad para encontrar una fuerza laboral formada, frente al 21% en el mundo. “Una educación de calidad es la clave para que un país afronte mejor los choques externos”, afirma Rojas-Suárez. “La región tiene que apostar por un cambio en su modelo educativo. De lo contrario, la clase media dejará de crecer”, concluye.

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