Ya no nos tragamos los mitos

alter vargas - wvargas@ole.com.ar
Ya sabemos que ni con la lectura más piadosa es posible embellecer el mamarracho del jueves en la Bombonera. El mamarracho, el papelón, la ignominia. Un reguero de tristeza se cierne sobre miles de argentinos, futboleros de buena ley, que sean o no sean de Boca o de River han tomado nota de lo mucho que nos hemos alejado de la orilla. De lo mucho que se ha perdido. De las sombras de las que será difícil, muy difícil volver. Ya sabemos que la pelota no puede seguir rodando así nomás. Y que en medio del caos, de simpatías y antipatías, de intereses, de expresiones de deseos, corren ríos de tinta, se multiplican las voces y se vuelve indispensable desnudar falacias, mitos vulgares, grotescos.


Por ejemplo, que lo más puro del fútbol son los futbolistas. Las miserias y las bajezas expuestas por Orion y compañía relevan de mayores añadidos, pero conste que al tiempo exceden a Orion y compañía. Entre los cracks que supimos conseguir la ventajeada y la hipocresía son monedas de notable circulación.

Otro mito es la cantinela de “los inadaptados de siempre”. Basta de esa pavada. Nada hay más adaptado que los barras, funcionales a políticos, sindicalistas y a los propios clubes que, si cabe, atacarán. Miren si estarán adaptados que hay una extendida cultura barrabrava que los sostiene, los admira, los imita. Perfumados plateístas que tiran botellas a la cancha. Probos padres de familia desaforados que vociferan “River no te vas”.

Otro mito, acaso el más dañino, es el del Estado que se ocupa de erradicar la violencia. Hace unas cuantas décadas que el Estado NS/NC o simula que sí, pero en realidad es no.

Conste en actas.

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