Washington es el rey de la carretera en los playoffs

Washington, As
Los Wizards no juegan una final del Este desde 1979, cuando eran los Bullets. Los Hawks, desde que estaban en San Luis. Pero uno de estos dos equipos la jugará este año: a la fuerza. A juzgar por el primer partido serán los Wizards, que robaron el factor cancha a la primera ocasión, están 5-0 en estos playoffs y 8-1 en partidos a domicilio en las eliminatorias de las dos últimas temporadas. Claro que el viejo axioma de la NBA dice que jamás hay que sobreactuar tras el primer partido. Queda mucho pero las sensaciones de los Wizards son inmejorables. Las de los Hawks… no.


Randy Wittman es un entrenador discreto, en el mejor de los casos, que al menos abraza la virtud de pasar desapercibido. Y sus Wizards son un proyecto de excelente equipo, de esos a sólo un par de pasos de ser realmente aterradores, que ha hecho click en el momento oportuno. Tienen recursos, liderazgo, polvo de estrellas, la sombra -en playoffs alarguidísima- de Paul Pierce y al mejor jugador de la serie: John Wall. Y quizá al segundo, un Bradley Beal que ha llegado justo a tiempo, como su equipo, después de un año atrapado entre las lesiones y la puesta a punto. En Regular Season los Hawks fueron mucho mejores que unos Wizards que amagaron con irse al retrete a partir de Año Nuevo. Pero todo eso da igual y precisamente esa es la grandeza, justa o injusta, de los playoffs.

La eliminatoria ante Brooklyn entregó a unos Hawks que no explicaron si iban o venían. De menos a más, buena señal, pero algo enredados en el óxido de un final de temporada en el que eligieron conservar fuerzas y no estados de formas. Seguramente no haya otro remedio con un banquillo tan limitado en el que han frenado a destiempo Schroder y Scott. Por eso estamos viendo a unos Hawks a medias, sólo a ratos. Capaces de meter 37 puntos en el primer cuarto (37-26) y 35 en todos el segundo tiempo. De hacer un 9/17 en triples en el primer tiempo (63-53) y un 4/21 en un segundo en el que no pasaron del 25% en tiros: su peor media parte de todo el curso. En trazos de lo que fueron los maravillosos Hawks de diciembre y enero, Millsap y Horford repartieron 15 asistencias y capturaron 32 rebotes… pero no tuvieron peso en el segundo tiempo. Teague firmó un 4/14 en tiros y Korver un 3/11 en triples. Y Carroll se fue a 24 puntos… pero 21 en una primera parte majestuosa. Es, por ahora, una versión aguada de los Hawks. Suficiente aunque no sobrada, como debería, ante los Nets y desde luego muy justa ante un equipo como Washington. Que es una piraña en un bidé.

Los Wizards fueron constantes, royeron el partido al más puro estilo playoffs. Sobrevivieron a las andanadas de Atlanta en el primer tiempo, a esas fases en las que dan ganas de dejar todo lo que estás haciendo e ir a dar un abrazo a Budenholzer. Y parecieron quedarse cortos en el segundo: 76-66 superado el ecuador del tercer cuarto. Pero gastaron unas cuantas vidas para mantenerse a flote y enseñaron, asunto crucial, instinto asesino cuando los Hawks pidieron una tregua en el último parcial. No la hubo: 0-8 de salida (83-89) ante un rival que tardó más de cinco minutos en anotar en juego. Irreconocible pero capaz de llegar en 96-98 a un último minuto en el que Wall decidió el partido con dos asistencias antológicas a Porter y Gortat. Game Over. Final de un duelo en el que, en estos playoffs de las desgracias, dieron sustos Teague con su tobillo maltrecho, Wall con una muñeca y Beal, también con un tobillo.

Beal anotó 28 puntos después de quedarse en 3 en el primer cuarto. Wall terminó con 18 (12 en la segunda parte), 7 rebotes y 13 asistencias. Y Pierce, otra vez con minutos de cuatro abierto, se fue a 19. Esa suma equivale a victorias con el trabajo sucio de Gortat y la aportación desde el banquillo de Gooden y un Porter que ha elegido estos playoffs para empezar a ser el jugador al que dieron los Wizards el número 3 del draft en 2013. Los mismos Wizards que siguen sin perder en estas eliminatorias y que están a tres partidos de jugar su primera final de Conferencia en 36 años. Muy poco… o más bien muchísimo. Porque el equipo de D.C. pareció tener la serie cogida por el pescuezo pero conviene volver a recordarlo: nunca, nunca hay que sacar conclusiones demasiado drásticas tras un primer partido. Los Hawks están muy vivos…pero tienen que volver a ser los Hawks. Porque los Wizards sí han empezado a ser los Wizards, justo a tiempo.

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