Neymar abre la puerta de Berlín
Munich, As
El Barça llegará al Olímpico de Berlín para disputar la final de la Champions el próximo seis de junio. Después de liquidar al campeón de Inglaterra, al de Francia y al de Alemania, los de Luis Enrique esperan rival tras caer por 3-2 en otro partido que resultó ser un nuevo monumento al fútbol. Si el partido de ida jugado hace una semana en el Camp Nou fue memorable por la intensidad inicial, el recital de Neuer, el control del Bayern en el ecuador del duelo y la tormenta final de Messi, la devolución de visita no se quedó atrás. Fue hermoso ver como el Bayern nunca se dejaba ir y apelaba al orgullo para ganar a un Barcelona que en la primera parte ya había desactivado cualquier intento de remontada alemana. El 3-0 de la ida, como se suponía, fue definitivo.
Volvieron el Bayern y el Barça a protagonizar un partido frenético, con Guardiola jugando a la ruleta rusa con una defensa de tres en la que el tercer central era Xabi Alonso; con un inicio de partido en el que los alemanes ejercieron de alemanes y atacaron como si fueran los Húsares de la Calavera y un Barça que tras encajar un gol a los siete minutos se aferró al tridente del diablo para desarmar cualquier intento de remontada del Bayern.
Neymar empató siete minutos después del gol a la salida de un córner de Benatia que hizo rugir al Allianz, pero el Bayern no se rindió. Los locales tenían muy claro que si tenían que caer, lo harían en el campo del rival. Los de Guardiola cargaron una y otra vez contra la portería blaugrana con virulencia en busca de una bella muerte, pero se toparon con el portero automático del Barcelona: Ter Stegen fue un muro en la primera parte.
Mientras el portero alemán del Barça desmontaba una y otra vez las acometidas de los bávaros, Messi se ponía a cocinar, Suárez a servir y Neymar a liquidar al rival y sacar billete a Berlín. Aferrados a los paradones de Ter Stegen, el Barcelona esperó su momento para darle matarile al Bayern con otro gol de Neymar que se inició en Ter Stegen, tuvo continuidad en Messi y que Suárez regaló al brasileño, que lleva siete partidos seguidos marcando.
Ante este panorama, 1-2 en contra, más el 3-0 de la ida, el aguijón del Barça en ataque y el muro que era Ter Stegen, cualquier equipo hubiera tirado la toalla y hubiera dado el duelo por despedido. Pero el Bayern no. El Bayern siguió cargando. Por orgullo, por idea de juego y por respeto a su público, que le acabó despidiendo con una ovación atronadora, los de Guardiola no se rindieron.
La segunda parte, que el Barcelona inició con el cambio de Pedro por Suárez, que se retiró con molestias, fue un monólogo de los alemanes ante el que los blaugrana poco pudieron hacer más allá de achicar balones y especular con el resultado. Para el Bayern, ayer se acababa la temporada, para el Barça era el inicio de tres semanas que pueden llevarle a la gloria y tampoco era cuestión de quemar energías que harán falta, sin ir más lejos, el domingo (si no hay huelga) en el Calderón.
Lewandoski marcó el empate a los 60 y Luis Enrique decidió asegurar. Retiró a Rakitic para dar entrada a Mathieu y jugar con Mascherano y Busquets en la media. Cuando Müller marcó el 3-2, el técnico del Barça sacó a Xavi para tratar de controlar el cuarto de hora que le separaba de Berlín. Unas vez el Bayern se supo ganador, cesaron las hostilidades y bajaron el pistón. El orgullo local estaba a salvo y la gloria del Barça, a un palmo