La Liga española pasa hoy por Sevilla


Madrid, As
Vayamos al grano. El suspense por el título podría terminar hoy si el Barcelona gana en Córdoba y el Real Madrid no consigue vencer en el Pizjuán. La suposición no es retorcida. El rival del Barça está prácticamente descendido y el Sevilla encadena 34 partidos invicto en su estadio. Ese es el tamaño del desafío que afronta el perseguidor. Un partido en el volcán con una espada sobre la cabeza, tan afilada e inestable como la de Damocles, que colgaba de una crin de caballo. Ganar no resuelve nada; no hacerlo implica perderlo todo.


La última vez que Ancelotti se encontró en una situación tan extrema, hace apenas diez días, apostó por Sergio Ramos como centrocampista. Entonces lo tomamos por un movimiento casi desesperado que trataba de compensar las bajas propias y la superioridad del Atlético en la medular. Ayer, en conferencia de prensa, el entrenador italiano no descartó la misma jugada.

Si nos reponemos del primer impacto, el que nos causa un cambio filosófico en pleno sprint final, tenemos que admitir que no han variado las condiciones del derbi. Ni se han recuperado los lesionados (léase Modric), ni se han reactivado los suplentes (léase Illarra), ni disminuye la ferocidad del rival, asfixiante en el mediocampo y amenazante en los balones altos. Ancelotti, como su equipo, lo arriesga todo a cambio de poco. Si algún día pierde con Sergio Ramos de centrocampista, la espada de Damocles será lo menos afilado que caiga sobre su cabeza.

Así como en el once del Sevilla no se esperan novedades (equipo de gala con Kolo en sustitución de Pareja), en el del Madrid todavía hay cabos sueltos. Isco fue el cuarto centrocampista en el derbi de Champions, pero en este caso no tiene el puesto seguro. Anda bajo de forma (o de ánimo) y la recuperación de Bale ofrece nuevas alternativas al entrenador. Quién sabe si Chicharito no podría verse afectado también por el regreso del galés.

Cristiano, como siempre, se reserva un foco. Pero no será la única superestrella en los alrededores. Poco antes del partido, José Antonio Sánchez Araújo verá como la sala de prensa del Pizjuán recibe su nombre. Sevilla no olvida a sus maestros. Tampoco nosotros.

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