La dignidad de Ancelotti

El artífice de la Décima mantiene la calma a pesar de vivir bajo sospecha desde septiembre, continuamente señalado ante la directiva por el médico del equipo

Diego Torres
Madrid, El País
Son muchos los líderes que pueden comportarse con dignidad en el jolgorio del éxito. Cualquiera sabe alzar una Copa y sacar brillo a sus títulos. Lo verdaderamente raros son aquellos que muestran grandeza cuando los resultados son decepcionantes y los propagandistas que antes anunciaban triunfos inminentes ahora decretan el fracaso total. El Real Madrid puede jactarse de contar con uno de estos entrenadores verdaderamente singulares. Un hombre que representa al club con elegancia en el éxito y con más elegancia todavía en los momentos de dificultad. Carlo Ancelotti hace gala de discreción y generosidad hacia un club cuyos dirigentes llevan nueve meses buscándole sustituto en medio de acusaciones y sospechas poco fundamentadas.


“A mí no me molesta”, dijo Ancelotti, cuando le preguntaron cómo se sentía ante los sondeos que han hecho los dirigentes. “A mí lo que me molestaría es que contra el Espanyol el equipo no esté bien concentrado y no pelease. Debemos luchar hasta que las aritméticas nos condenen”.

Hace dos años, después de que José Mourinho acabase sin ningún título su tercera temporada, desde la directiva madridista y sus portavocías se vertieron multitud de balances positivos. Se ponderó como un logro haber alcanzado la tercera semifinal consecutiva de la Champions, por ejemplo. Ahora, una Champions —la Décima— y una semifinal no alivian la situación de Ancelotti. El técnico sabe que no goza de los respaldos de su antecesor. Lo nota en un goteo de detalles poco halagüeños. Una de las cosas que más le decepcionaron fue sentirse vigilado y censurado por el médico del equipo, Jesús Olmo, familiar del directivo Jerónimo Farré y hombre de confianza del presidente Florentino Pérez.

La irrupción de Olmo, que esta temporada se hizo con todo el poder en el departamento médico de Valdebebas, coincidió con una plaga de lesiones recuperadas en condiciones cuestionables, según los empleados y los futbolistas afectados. Ante los requerimientos de la directiva pidiendo explicaciones, el médico fijó el origen de los problemas físicos del equipo en los entrenamientos presuntamente deficientes y en la falta de rotaciones. Es decir, le echó la culpa a Ancelotti.

El técnico alegó en su defensa que no rotaba porque le faltaban jugadores sanos o expertos. Pero como quiera que la composición de la plantilla fue responsabilidad de la directiva, la versión que prosperó fue la de Olmo. Contra la opinión de los veteranos, que defienden al entrenador.

Ancelotti siempre se sintió bajo sospecha ante la cúpula madridista. Pero en público jamás deslizó un reproche o una coartada. Cumplió con lo que le mandaron y asumió un destino que fue el primero en vislumbrar.

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