Ferrier y Dellien miden fuerzas en Beni

Alcides Flores Moncada / Enviado especial a Trinidad
Álex Ferrier Abidar habla con la Patrona de Beni, la Virgen de Loreto, y estos días lo hace con más frecuencia. Y lo último que hizo fue pedirle su ayuda, su protección, su bendición y -a cambio- él le hizo una promesa: "hacerle su carretera”, pero como gobernador.


"Ahorita don Álex está con un pastor evangélico que le está poniendo las manos en la cabeza. Le está bendiciendo... o capaz le está sacando los diablos”, bromea y suelta una carcajada uno de sus cuatro colaboradores que hacen guardia en la puerta de su casa en un barrio de calles polvorientas.

Tras unos 10 minutos de espera, sale de su casa un hombre amable junto a una mujer. Era el pastor, que una noche antes había recibido un mensaje "del Señor”, que le dijo que tenía que ir a la casa del candidato del MAS a bendecirle.

"Ni lo conozco. Me impuso sus manos y me bendijo... dijo que tuvo un sueño, un mandato del Señor...”, cuenta Ferrier quien inmediatamente aclara que es católico.

"Le he prometido a la Virgencita de Loreto hacerle su carretera asfaltada al santuario. Aunque parezca increíble, aquí, en las narices de Trinidad, no hay carretera asfaltada. Yo quiero hacer de Loreto un Cotoca”, afirma Ferrier, en alusión a la mayor festividad religiosa de Santa Cruz.

Y ése es su principal deseo, su sueño: hacer carreteras, muchas carreteras en el departamento, porque "es lo que menos se hizo en estos 15 años de gobierno regional”, como dice.

Como universitario, fue dirigente de la Federación Universitaria Local (FUL), en una época en que la presencia del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) era apabulladora en la Universidad Autónoma del Beni.

Ferrier no es un advenedizo en el Movimiento Al Socialismo (MAS) en el departamento de Beni, como sus contrincantes lo quisieron hacer ver. Comenzó a pisar fuerte en el partido del Gobierno desde hace seis o siete años, cuando la diputada Susana Rivero le presentó a Juan Ramón Quintana, el ministro de la Presidencia.

Con Quintana como su mentor, llegó a ser asambleísta departamental de Beni por el MAS, de la que fue su presidente por al menos cuatro años, y de ahí saltó a la candidatura para la Gobernación, cargo al que confía llegar de la mano de la Virgencita de Loreto, a la que "sí o sí” le hará su carretera.

Carlos Pipi Dellien Bauser no tenía que ser el candidato. Minutos después del anuncio del Tribunal Supremo Electoral (TSE), que sacó de la contienda electoral a Unidad Demócrata (UD) en Beni, que postulaba a Ernesto Suárez, los ojos de los líderes de ese frente político en Trinidad giraron hacia Sandro Giordano, el candidato a la Gobernación por el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), el otro opositor.

"Cuando se hizo la eliminación de los 228 candidatos en Beni, teníamos dos alternativas: o apoyar al MNR o apoyar a NACER, pero éste tenía un bajo porcentaje, por lo que decidimos apoyar al MNR, y se le lanzó el mensaje, pero el MNR no lo entendió, y Sando Giordano se puso en la posición de que ‘si quieren votan por mí, no tienen opción’”, rememora Dellien.

Tras un cruce de coincidencias, entre las que está la renuncia del candidato de NACER, Willy Mae, por "serios problemas de salud”, a Dellien le llega la candidatura del cielo. Y su nombramiento fue por teléfono, cuando él estaba en Santa Cruz, de donde faltando dos días para registrarse retornó a Trinidad para poner sus papeles en orden.

"Los Dellien te miran sobre el hombro. Normalmente no te hablan, no te saludan”, dice un hombre mayor que vive enfrente de la casa de su hermana, en la calle Mar, donde por muchos años también vivió el candidato a la Gobernación.

De alguna manera, Carlos Dellien admite que da esa impresión en sus vecinos, y baraja una explicación: sus orígenes. Es bisnieto de un alemán, que fue cónsul de ese país en Riberalta, donde conoció a su bisabuela. Por parte de madre, también tiene raíces germanas.

"Entonces, usted habla alemán”, inferimos. "No, no hablo alemán”, confiesa Dellien, un hombre de mediana estatura, sobrio, de pocas sonrisas, pero que sí habla inglés y portugués, gracias a que vivió un año en EEUU y tres meses en Brasil.

"Evidentemente hablo poco con la gente y no soy de estar mucho en fiestas sociales. Mis padres eran así”, justifica, pero eso sí, niega que sea soberbio o que mire a los demás por sobre los hombros.

No tenía que ser el candidato, pero gracias a Suárez ahora lo es, y asegura que será él quien gobernará y no su mentor.

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