Clinton domina la carrera demócrata sin rivales de peso

El exgobernador de Maryland Martin O'Malley se suma como candidato a la nominación al socialista Bernie Sanders y a la exsecretaria de Estado

Marc Bassets
Baltimore, El País
Hay que ser un incauto o un idealista para desafiar a Hillary Clinton en la campaña para la nominación demócrata a las elecciones presidenciales de 2016. El exgobernador de Maryland, Martin O'Malley, dio este sábado el paso con un discurso en Baltimore, ciudad de la que fue alcalde. O'Malley se une al senador Bernie Sanders en una exigua lista de aspirantes del Partido Demócrata. Ninguno hace sombra a Clinton, favorita indiscutida en todos los sondeos.


Cuando O'Malley cumplió dos años, sus padres pusieron en el pastel las palabras: “Martin for President 2004”. O'Malley, de 52 años, llega unos años tarde a la cita y no lo tiene nada fácil. Le apoya menos de un 1% de votantes en el proceso que en los primeros meses de 2016 decidirá el candidato del Partido Demócrata, según la media de sondeos de la publicación Real Clear Politics.

¿Martin for president? ¿Un propósito descabellado? “No, no, no”, dice, en un parque de Baltimore (Maryland), María Martínez, mientras esperaba que O'Malley subiese a un estrado para anunciar la candidatura. Martínez, hija de un colombiano y una costarricences, dice que los estadounidenses conocen poco a O'Malley. Cuando lo conozcan, sus perspectivas mejorarán. “Esto es serio”.

Otro candidato declarado para la nominación demócrata, Bernie Sanders, senador por Vermont, tendría un 8,8% de votos. Sanders, de 73 años, se declara a sí mismo socialista. Hillary Clinton --primera dama en los años noventa, senadora entre 2001 y 2009, candidata presidencial en 2008, secretaria de Estado entre 2009 y 2013, 68 años-- se llevaría un 63,3% de votos.

En pocas campañas recientes un aspirante ha contado con tan pocos rivales y de tan poco peso como Clinton ahora. Y, sin embargo, allí está Sanders con un discurso que conecta la izquierda. Y allí, en la convulsa Baltimore, escenario en abril de disturbios y protestas por la violencia policial y la discriminación económica, estaba O'Malley, con música de Bruce Springsteen y un mensaje progresista contra las desigualdades y el poder de los bancos.

El nuevo candidato sólo mencionó una vez a Hillary Clinton, cuando dijo que el jefe de un banco de Wall Street había delarado que a él iría igual de bien con la demócrata Clinton o con el republicano Jeb Bush --hijo y hermano de presidentes-- en la Casa Blanca. “La presidencia no es algo que se pase de mano en mano entre familias reales” dijo.

Los rivales de Clinton --y muchos periodistas, aburridos ante una campaña que parece decidida de antemano-- quisieran creen en el milagro. Y evocan la campaña de 2008. Entonces, como ahora, Clinton era la favorita. La “candidata inevitable” la llamaban. Un joven senador afroamericano, Barack Obama, la derrotó contra pronóstico. ¿Y si ocurriese lo mismo? ¿No se precipitan los clintonistas en cantar victoria?

Las campañas de 2008 y 2016 son distintas. Ni Sanders ni O'Malley son Obama, un fenómeno político irrepetible. Ninguno tiene el acceso a la financiación de la que disponen los Clinton.Cuando Hillary Clinton era “inevitable” ante Obama, obtenía en los sondeos cerca del 40% de votos, no el 60% actual.

El campo demócrata es hoy un páramo y la única candidata que podría hacer sufrir a Clinton, la senadora Elizabeth Warren, líder del ala populista del Partido Demócrata, se resiste a presentarse. La ventaja, para Clinton, es que se ahorrará una campaña de primarias que la desgaste. Pero esto puede ser una desventaja. Un buen rival mejora a un candidato. Hillary Clinton se arriesga a enfrentarse al candidato republicano en noviembre de 2016 sin que nadie la haya puesto a prueba.

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