Ya es primavera en el Madrid
Real Madrid 9 - Granada 1
Madrid, AS
Solecito, fresquito, aperitivo y Resurrección. Así fue la mañana de domingo para el Real Madrid, como la de tantos ciudadanos sonrientes. Victoria apabullante, cinco goles de Cristiano y optimismo desatado, al menos hasta que juegue el Barça. Todo es posible de nuevo: Liga, Champions, Balón de Oro y colonización de Marte.
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El partido, planteado como intriga a resolver, duró 24 minutos, los que tardó en marcar Bale. En ese tiempo el Granada se manejó como un visitante sólido y atrevido. Hasta pudo adelantarse en el marcador: el joven Robert Ibáñez (22 primaveras) culminó con un ajustadísimo tiro cruzado un contragolpe ágil y bien montado. La mayoría de suplentes no deslucía en absoluto el rendimiento del equipo. Al contrario. Una plantilla tan variada y talentosa (El Arabi, Rochina, Candeias, el propio Robert…) no debería tener tan graves problemas en el campeonato. Eso pensamos. De pronto entendimos.
Fue entonces cuando Bale le robó la cartera a Mainz. El central quiso proteger el balón con el cuerpo, pero lo hizo sin firmeza, como si estuviera pugnando con Butragueño o con la abeja Maya. El resultado (trágico) es que se vio engullido por el acoso del galés, más joven, más rápido y más corpulento. Al delantero sólo le quedó deshacerse del guardameta y marcar a puerta vacía. Bale, por cierto, celebró el gol sin taparse los oídos y sin patear el banderín de córner.
El Granada ya no se volvió a levantar de la lona. En ocho minutos, Cristiano firmó un hat-trick que ampliaría después. Primero batió a Oier gracias un delicadísimo pase de James, brillante en su regreso, colaborador en la distribución y acertadísimo en el último envío. El siguiente gol de Cristiano premió tanto su olfato como su actividad. Fue él quien abrió a Marcelo, quien siguió la jugada y quien remató tras el error del portero, que no pudo atrapar la pelota. El tercero de su cuenta fue un derechazo que dobló las manos del desdichado cancerbero. Oier, como es lógico, habrá incinerado sus guantes en el crematorio más cercano.
Para cerrar la primera parte, El Arabi rindió homenaje al gol fantasma de Míchel en el Mundial de México 86. Chutazo, larguero y moviola. Hay mañanas de domingo en las que uno no debería levantarse de la cama. Bajo ningún concepto.
En la segunda mitad, el Madrid continuó con su cadencia de ocasiones y goles. Benzema consiguió un doblete en cuatro minutos y Cristiano marcó otro entre medias. Iban siete y faltaban 35 minutos. El gol de Robert alivió poco al visitante. El Granada se sumergió plenamente en el lado oscuro cuando Mainz marcó en propia puerta y Cristiano superó otro récord al marcar su quinto tanto, algo que nunca había logrado en su opulenta carrera. La importancia del triunfo en términos anímicos sólo podrá determinarse con la perspectiva del tiempo. De momento, algo es seguro: ya es primavera en el Real Madrid.
Madrid, AS
Solecito, fresquito, aperitivo y Resurrección. Así fue la mañana de domingo para el Real Madrid, como la de tantos ciudadanos sonrientes. Victoria apabullante, cinco goles de Cristiano y optimismo desatado, al menos hasta que juegue el Barça. Todo es posible de nuevo: Liga, Champions, Balón de Oro y colonización de Marte.
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El partido, planteado como intriga a resolver, duró 24 minutos, los que tardó en marcar Bale. En ese tiempo el Granada se manejó como un visitante sólido y atrevido. Hasta pudo adelantarse en el marcador: el joven Robert Ibáñez (22 primaveras) culminó con un ajustadísimo tiro cruzado un contragolpe ágil y bien montado. La mayoría de suplentes no deslucía en absoluto el rendimiento del equipo. Al contrario. Una plantilla tan variada y talentosa (El Arabi, Rochina, Candeias, el propio Robert…) no debería tener tan graves problemas en el campeonato. Eso pensamos. De pronto entendimos.
Fue entonces cuando Bale le robó la cartera a Mainz. El central quiso proteger el balón con el cuerpo, pero lo hizo sin firmeza, como si estuviera pugnando con Butragueño o con la abeja Maya. El resultado (trágico) es que se vio engullido por el acoso del galés, más joven, más rápido y más corpulento. Al delantero sólo le quedó deshacerse del guardameta y marcar a puerta vacía. Bale, por cierto, celebró el gol sin taparse los oídos y sin patear el banderín de córner.
El Granada ya no se volvió a levantar de la lona. En ocho minutos, Cristiano firmó un hat-trick que ampliaría después. Primero batió a Oier gracias un delicadísimo pase de James, brillante en su regreso, colaborador en la distribución y acertadísimo en el último envío. El siguiente gol de Cristiano premió tanto su olfato como su actividad. Fue él quien abrió a Marcelo, quien siguió la jugada y quien remató tras el error del portero, que no pudo atrapar la pelota. El tercero de su cuenta fue un derechazo que dobló las manos del desdichado cancerbero. Oier, como es lógico, habrá incinerado sus guantes en el crematorio más cercano.
Para cerrar la primera parte, El Arabi rindió homenaje al gol fantasma de Míchel en el Mundial de México 86. Chutazo, larguero y moviola. Hay mañanas de domingo en las que uno no debería levantarse de la cama. Bajo ningún concepto.
En la segunda mitad, el Madrid continuó con su cadencia de ocasiones y goles. Benzema consiguió un doblete en cuatro minutos y Cristiano marcó otro entre medias. Iban siete y faltaban 35 minutos. El gol de Robert alivió poco al visitante. El Granada se sumergió plenamente en el lado oscuro cuando Mainz marcó en propia puerta y Cristiano superó otro récord al marcar su quinto tanto, algo que nunca había logrado en su opulenta carrera. La importancia del triunfo en términos anímicos sólo podrá determinarse con la perspectiva del tiempo. De momento, algo es seguro: ya es primavera en el Real Madrid.