Un FC Barcelona con hambre de semifinales
París, Sport
Todas las circunstancias que rodean al partido que el Barça juega esta noche en París invitan a pensar en la posibilidad de que el equipo deje medio sentenciada la eliminatoria de los cuartos de final de la Champions: no porque el rival no sea de primer nivel ni porque el escenario no intimide, sino porque el Barça parte con cierta ventaja, al menos sobre el papel: el PSG no puede contar con varios jugadores importantes (especialmente Ibrahimovic y Verratti, fundamentales en la delantera y el centro del campo, ambos sancionados, pero también el lesionado Motta) y otros, caso de David Luiz, llegarán muy mermados físicamente.
Buena parte de la columna vertebral del equipo francés verá el partido desde la grada o el banquillo, circunstancia que contrasta con la exuberancia de la plantilla blaugrana. Luis Enrique solo tiene la baja por sanción de Alves (todo apunta a que su compatriota Adriano le sustituirá en el costado derecho de la defensa) y cuenta, sobre todo, con una línea de ataque que apenas admite comparación en el panorama futbolístico actual. Si Messi, Neymar y Luis Suárez afinan la puntería y sacan a relucir su mejor versión, el Barça habrá dado un paso de gigante para volver a las semifinales de la Champions.
El precedente del último cruce europeo, ante el Manchester City, también da pie a la esperanza: el Barça dejó encarrilada la eliminatoria en el primer partido, con un 1-2 en Manchester que bien pudo ser un 1-3 (Messi falló un penalti a última hora) para disfrutar de un partido relativamente cómodo en la vuelta.
El año pasado, el equipo cayó precisamente en cuartos de final, un umbral que ya se había acostumbrado a superar en temporadas anteriores y que esta noche vuelve a atacar con la confianza de que el Barça tiene plantilla suficiente como para aspirar a todo en la Champions. El objetivo de la final de Berlín sigue más vivo que nunca en el seno del vestuario, aunque el mensaje que emite la plantilla es más prudente que nunca. El triplete sigue siendo una palabra tabú, pero los jugadores del Barça saben que el objetivo es vigente y que para alcanzarlo, deben multiplicar su rendimiento en noches como la de hoy.
El Barça viene de ofrecer sensaciones contrapuestas en su último partido, ante el Sevilla en el Sánchez Pizjuán: un arranque espectacular (de lo mejor de la temporada, según casi todos los análisis posteriores) seguido de una incomprensible bajada de tensión en la segunda parte. El Barça tenía el partido en la mano, pero dejó escapar dos puntos: fue la mejor lección posible de lo que no puede ocurrir hoy en París. La Champions no admite errores como los de Sevilla: un mínimo despiste podría dejar al equipo fuera de la Champions.
BLANC JUEGA AL DESPISTE
Consciente de que cada detalle puede acabar afectando al desarrollo del juego, Laurent Blanc, técnico del conjunto francés, empezó a jugar el partido 24 horas antes: en su rueda de prensa anunció que David Luiz estaba prácticamente descartado, pero poco después lo incluyó en la lista de convocados, en un gesto que se interpretó como un intento de buscar un último golpe de efecto. No parece probable que al Barça le vaya a afectar demasiado el hecho de que el central brasileño (arrastra una rotura en el bíceps femoral y a priori, es muy difícil que tenga minutos) vea el partido desde la grada o desde el banquillo, pero Blanc se agarra al carisma y la ascendencia de David Luiz en el vestuario para intentar inyectar una última dosis de adrenalina en sus jugadores.
Aunque el PSG viene de ganar la Copa de la Liga ante el Bastia (4-0), sus propios futbolistas han reconocido que ese último precedente no sirve de referencia ante el Barça. También se han rendido al talento de la delantera blaugrana, especialmente el de Messi: en París no se olvidan de que el argentino resolvió el cruce de hace dos temporadas, también en cuartos de final, a pesar de lesionarse en la ida y de salir desde el banquillo en el partido de vuelta como solución de emergencia.
Tras su brillante rendimiento en los dos partidos ante el City, la figura de Messi vuelve a sobrevolar el cruce ante el PSG como jugador clave para decantar el cruce: si está fino, el Barça podrá darse el lujo de dejar al PSG, una vez más, con la miel en los labios.
Todas las circunstancias que rodean al partido que el Barça juega esta noche en París invitan a pensar en la posibilidad de que el equipo deje medio sentenciada la eliminatoria de los cuartos de final de la Champions: no porque el rival no sea de primer nivel ni porque el escenario no intimide, sino porque el Barça parte con cierta ventaja, al menos sobre el papel: el PSG no puede contar con varios jugadores importantes (especialmente Ibrahimovic y Verratti, fundamentales en la delantera y el centro del campo, ambos sancionados, pero también el lesionado Motta) y otros, caso de David Luiz, llegarán muy mermados físicamente.
Buena parte de la columna vertebral del equipo francés verá el partido desde la grada o el banquillo, circunstancia que contrasta con la exuberancia de la plantilla blaugrana. Luis Enrique solo tiene la baja por sanción de Alves (todo apunta a que su compatriota Adriano le sustituirá en el costado derecho de la defensa) y cuenta, sobre todo, con una línea de ataque que apenas admite comparación en el panorama futbolístico actual. Si Messi, Neymar y Luis Suárez afinan la puntería y sacan a relucir su mejor versión, el Barça habrá dado un paso de gigante para volver a las semifinales de la Champions.
El precedente del último cruce europeo, ante el Manchester City, también da pie a la esperanza: el Barça dejó encarrilada la eliminatoria en el primer partido, con un 1-2 en Manchester que bien pudo ser un 1-3 (Messi falló un penalti a última hora) para disfrutar de un partido relativamente cómodo en la vuelta.
El año pasado, el equipo cayó precisamente en cuartos de final, un umbral que ya se había acostumbrado a superar en temporadas anteriores y que esta noche vuelve a atacar con la confianza de que el Barça tiene plantilla suficiente como para aspirar a todo en la Champions. El objetivo de la final de Berlín sigue más vivo que nunca en el seno del vestuario, aunque el mensaje que emite la plantilla es más prudente que nunca. El triplete sigue siendo una palabra tabú, pero los jugadores del Barça saben que el objetivo es vigente y que para alcanzarlo, deben multiplicar su rendimiento en noches como la de hoy.
El Barça viene de ofrecer sensaciones contrapuestas en su último partido, ante el Sevilla en el Sánchez Pizjuán: un arranque espectacular (de lo mejor de la temporada, según casi todos los análisis posteriores) seguido de una incomprensible bajada de tensión en la segunda parte. El Barça tenía el partido en la mano, pero dejó escapar dos puntos: fue la mejor lección posible de lo que no puede ocurrir hoy en París. La Champions no admite errores como los de Sevilla: un mínimo despiste podría dejar al equipo fuera de la Champions.
BLANC JUEGA AL DESPISTE
Consciente de que cada detalle puede acabar afectando al desarrollo del juego, Laurent Blanc, técnico del conjunto francés, empezó a jugar el partido 24 horas antes: en su rueda de prensa anunció que David Luiz estaba prácticamente descartado, pero poco después lo incluyó en la lista de convocados, en un gesto que se interpretó como un intento de buscar un último golpe de efecto. No parece probable que al Barça le vaya a afectar demasiado el hecho de que el central brasileño (arrastra una rotura en el bíceps femoral y a priori, es muy difícil que tenga minutos) vea el partido desde la grada o desde el banquillo, pero Blanc se agarra al carisma y la ascendencia de David Luiz en el vestuario para intentar inyectar una última dosis de adrenalina en sus jugadores.
Aunque el PSG viene de ganar la Copa de la Liga ante el Bastia (4-0), sus propios futbolistas han reconocido que ese último precedente no sirve de referencia ante el Barça. También se han rendido al talento de la delantera blaugrana, especialmente el de Messi: en París no se olvidan de que el argentino resolvió el cruce de hace dos temporadas, también en cuartos de final, a pesar de lesionarse en la ida y de salir desde el banquillo en el partido de vuelta como solución de emergencia.
Tras su brillante rendimiento en los dos partidos ante el City, la figura de Messi vuelve a sobrevolar el cruce ante el PSG como jugador clave para decantar el cruce: si está fino, el Barça podrá darse el lujo de dejar al PSG, una vez más, con la miel en los labios.