PSG - Barcelona (1-3): Máster de fútbol y goles de Luis Suárez
Dos goles del uruguayo y uno de Neymar dejan al Barça con pie y medio en semifinales de Champions. Mathieu en propia puerta marcó para el PSG. Lesiones de Thiago Silva e Iniesta.
París, As
El Barça es, de momento, es el único cuartofinalista de la Champions que tiene su camino a semifinales cuesta abajo. Su victoria por 1-3 al París Saint Germain en la ida de los cuartos de final fue una exhibición de juego, superioridad y efectividad que únicamente pudo ser maquillada por el mermado equipo francés con un gol de fortuna que sirve para reconstruir el desastre que perpetró en las filas del equipo galo un Luis Suárez que fue el Lobo Hombre en París.
Boris Vian, autor del cuento de un lobo que cuando llega a París se convierte en hombre, pero no puede contener sus ansias caninas (ni las otras), era un tipo al que le gustaba morder y ser mordido. Un personaje atormentado, capaz de dar lo mejor y lo peor en poco tiempo. Podía componer canciones melancólicas mientras redactaba cuartillas que impelían a escupir sobre la tumba de quien le hubiera tratado mal a él o a sus amigos. En el Parque de Los Príncipes, Vian hubiera disfrutado con el partido de Suárez.
El uruguayo del Barça fue el temido lobo en París. Venía el charrúa de protagonizar una cochambre de partido en Sevilla en el que ya le podían poner delante una portería de fútbol australiano, que hubiera fallado los goles por arriba y por abajo. Pero los goleadores tienen estas cosas. Son depredadores que si no cazan una noche, salen a la siguiente a buscar corzos con la moral por las nubes. Y David Luiz, por mucha baba de caracol que se aplicara en el muslo, fue un corderillo en las garras de un Suárez salvaje que se cobró en París todo lo que perdonó en Sevilla.
El Barcelona se aferró al instinto de Suárez para llevar a cabo lo que ningún otro de los siete equipos de los cuartos de final de la élite de Europa fue capaz de lograr. Poder llegar a la antesala de la final con un margen de goles que les permita tomarse el partido de vuelta con cierta calma. Es lo que tiene llevar un lobo hambriento a París. Neymar le metió la primera cuchillada al plato parisino y Suárez apuró los márgenes sin dejar nada.
El Barça fue muy superior en París, un escenario donde sumaban 33 partidos sin conocer la derrota como local y donde el conjunto blaugrana jamás había ganado. Una estadística que compensa la mala suerte del equipo de Blanc con las lesiones. Los parisinos llegaron al partido con un parte de guerra que daba grima. Trataron de tomarle el pelo a todo el mundo exagerando la lesión de David Luiz, al que recuperaron a base de baba caracoles y que tuvo que intervenir cuando Thiago Silva se rompió. No hay equipo en el mundo que gaste más en reflex que el PSG. Ni delantero que aproveche más la sangre que Suárez.
Controló el Barcelona el partido con una facilidad insospechada desde el inicio. Neymar fue una tortura para su marcador y se aprovechó de que Messi se puso a distribuir para abrir el marcador a los 18 minutos. La primera parte fue de un Barça que le marcó al PSG el límite de la aristocracia europea. Es decir, “usted es muy rico, vale, pero llega hasta aquí. Apártese ahora que le voy a masacrar”. 'Oui Monsieur'.
La lesión de Thiago Silva y la entrada de un David Luiz impedido fue una invitación para Suárez. Como si un lobo ve la luna llena en pleno celo. En cuanto el uruguayo vio los rizos del lisiado brasileño, le montó un destrozo considerable. Dos goles y eliminatoria sentenciada. Únicamente el tanto en propia puerta de Mathieu, que está en racha, pone algo de picante a una eliminatoria que decidió lobo uruguayo en París.
París, As
El Barça es, de momento, es el único cuartofinalista de la Champions que tiene su camino a semifinales cuesta abajo. Su victoria por 1-3 al París Saint Germain en la ida de los cuartos de final fue una exhibición de juego, superioridad y efectividad que únicamente pudo ser maquillada por el mermado equipo francés con un gol de fortuna que sirve para reconstruir el desastre que perpetró en las filas del equipo galo un Luis Suárez que fue el Lobo Hombre en París.
Boris Vian, autor del cuento de un lobo que cuando llega a París se convierte en hombre, pero no puede contener sus ansias caninas (ni las otras), era un tipo al que le gustaba morder y ser mordido. Un personaje atormentado, capaz de dar lo mejor y lo peor en poco tiempo. Podía componer canciones melancólicas mientras redactaba cuartillas que impelían a escupir sobre la tumba de quien le hubiera tratado mal a él o a sus amigos. En el Parque de Los Príncipes, Vian hubiera disfrutado con el partido de Suárez.
El uruguayo del Barça fue el temido lobo en París. Venía el charrúa de protagonizar una cochambre de partido en Sevilla en el que ya le podían poner delante una portería de fútbol australiano, que hubiera fallado los goles por arriba y por abajo. Pero los goleadores tienen estas cosas. Son depredadores que si no cazan una noche, salen a la siguiente a buscar corzos con la moral por las nubes. Y David Luiz, por mucha baba de caracol que se aplicara en el muslo, fue un corderillo en las garras de un Suárez salvaje que se cobró en París todo lo que perdonó en Sevilla.
El Barcelona se aferró al instinto de Suárez para llevar a cabo lo que ningún otro de los siete equipos de los cuartos de final de la élite de Europa fue capaz de lograr. Poder llegar a la antesala de la final con un margen de goles que les permita tomarse el partido de vuelta con cierta calma. Es lo que tiene llevar un lobo hambriento a París. Neymar le metió la primera cuchillada al plato parisino y Suárez apuró los márgenes sin dejar nada.
El Barça fue muy superior en París, un escenario donde sumaban 33 partidos sin conocer la derrota como local y donde el conjunto blaugrana jamás había ganado. Una estadística que compensa la mala suerte del equipo de Blanc con las lesiones. Los parisinos llegaron al partido con un parte de guerra que daba grima. Trataron de tomarle el pelo a todo el mundo exagerando la lesión de David Luiz, al que recuperaron a base de baba caracoles y que tuvo que intervenir cuando Thiago Silva se rompió. No hay equipo en el mundo que gaste más en reflex que el PSG. Ni delantero que aproveche más la sangre que Suárez.
Controló el Barcelona el partido con una facilidad insospechada desde el inicio. Neymar fue una tortura para su marcador y se aprovechó de que Messi se puso a distribuir para abrir el marcador a los 18 minutos. La primera parte fue de un Barça que le marcó al PSG el límite de la aristocracia europea. Es decir, “usted es muy rico, vale, pero llega hasta aquí. Apártese ahora que le voy a masacrar”. 'Oui Monsieur'.
La lesión de Thiago Silva y la entrada de un David Luiz impedido fue una invitación para Suárez. Como si un lobo ve la luna llena en pleno celo. En cuanto el uruguayo vio los rizos del lisiado brasileño, le montó un destrozo considerable. Dos goles y eliminatoria sentenciada. Únicamente el tanto en propia puerta de Mathieu, que está en racha, pone algo de picante a una eliminatoria que decidió lobo uruguayo en París.