Por qué los perros se parecen a sus dueños. ¿O es al revés?
Individuo feliz, mascota feliz. Individuo torpe, mascota torpe. Estos son los factores que provocan la mímesis
Carolina Pinedo, El País
Cholo anda como su dueña por la calle: despacio y tranquilo. Al contrario de lo que le ocurre a Ana con su cocker de tres años, que es nervioso y tiende a enfrentarse al resto de canes que encuentra durante el paseo por el parque. Las personas que conviven con perros suelen relatar que sus compañeros de cuatro patas se parecen a ellos en su comportamiento y carácter: dormilones, sedentarios, activos, tímidos o tragones. Pero, ¿qué hay de realidad en esta percepción? "De manera instintiva, escogemos animales con características compatibles con las nuestras; y, por ello, al lado de una persona nerviosa, suele haber un perro inquieto, o al contrario, un can tranquilo convive con un dueño pausado”, explica la psicóloga especializada en terapias con animales Carmen Castro. “Barry era como yo: fuerte, corpulento y trabajador; no se rendía nunca”, recuerda Gregorio Sánchez, dueño de este perro que murió hace unos años. Ahora tiene otro animal, Gus, un pitbull de año y medio que también es muy cabezota y despistado. "De hecho, alguna vez se ha golpeado con una farola, como me ha pasado a mí", añade, entre risas.
Pero esta decisión inicial no es la única causa por la que personas y canes se parecen, sino que también influye la capacidad de imitación de la mascota. La adaptación al entorno es clave para la supervivencia de un animal y los que dependen de los individuos para cubrir sus necesidades (alimento, cobijo, cariño) y viven en grupo, explotan a fondo sus habilidades imitativas y sociales para sentir empatía y agradar a sus dueños. "En realidad, personas y animales somos muy similares. Y este mimetismo que se produce entre los perros y seres humanos que conviven es comparable al que sucede con las parejas, que acaban por parecerse en el carácter y la forma de actuar”, afirma Miguel Ibáñez, psiquiatra de animales de la Clínica del Comportamiento de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid.
Otros investigadores corroboran la capacidad de los perros para imitar a sus dueños. Es el caso de Claudia Fugazza y Adám Miklósi, de la Universidad Eötvös Loránd de Hungría, quienes indagaron en la habilidad de los canes para emular a personas, y descubrieron que pueden recordar y repetir las acciones de estos individuos, como dar vueltas sobre sí mismos, incluso transcurridos unos minutos.
Cholo, Dina y Amy son los tres perros adoptados de Eva María Blanco, que se muestra a favor de la idea de que los canes se mimetizan con la personalidad de sus dueños. “En mi caso, se parecen a mí en que son tranquilos, madrugadores y, como no me gusta que ladren, es raro verles hacerlo. Además, tampoco son peleones con otros perros: al igual que yo, evitan el enfrentamiento”.
Los gatos, la excepción de la regla
La capacidad de los animales de imitar a las personas depende en gran medida de que su faceta social esté más desarrollada. Por ello, además de los perros, hay otras especies que no son domésticas y que ni siquiera son terrestres, sino acuáticas, pero que poseen la habilidad de emular movimientos y actitudes humanas. “Se cree que con intención de jugar y de disfrutar con la interacción de otro ser vivo”, apunta el psiquiatra de animales y veterinario Miguel Ibáñez, refiriéndose a delfines y ballenas.
Luego, están ellos, los singulares y autónomos gatos, que pese a compartir techo con humanos no precisan del grupo para sobrevivir en libertad. Esta independencia también atañe a su carácter. “Aunque cada gato tiene su propia personalidad y siempre puede haber excepciones, en general, son animales individualistas que no tienen tan desarrollada la capacidad de imitación y empatía con sus dueños, como los perros, lo que no impide que sientan apego por ellos, les quieran y sean cariñosos”, explica Javier Zorriqueta, veterinario de la clínica Bris. Adana y Enchilada son dos gatas hermanas, de ocho años de edad. Cada una de ellas tiene una personalidad diferente, la primera es más cariñosa y la segunda más autárquica. Su dueña, Raquel Sierro, que, además, es Secretaria de la Asociación Felina Española (ASFE), comenta: "El gato es muy particular, siempre es él mismo, no imita a nadie”.
El refranero español, al igual que psicólogos como Manuel Nevado, miembro de la Junta Directiva del Colegio de Psicólogos de Madrid, corrobora que "dos que duermen en el mismo colchón, se vuelven de la misma condición" y que "todo se pega, menos la hermosura". Así, adoptar un perro bonito para volvernos más guapos es solo una bella utopía. Aunque, ojo, el psicólogo nipón Sadahiko Nakajima llevó a cabo un estudio de la universidad japonesa Kwansei Gakuin para determinar que perros y dueños tienen similitud en sus rasgos faciales, sobre todo en los ojos. Alumbró esta conclusión tras mostrar veinte parejas de perros y dueños a personas ajenas a ellas, para que unieran al can con su propietario correspondiente: obtuvo un 74% de aciertos. ¿Una casualidad? En opinión de Carmen Castro, probablemente.
Carolina Pinedo, El País
Cholo anda como su dueña por la calle: despacio y tranquilo. Al contrario de lo que le ocurre a Ana con su cocker de tres años, que es nervioso y tiende a enfrentarse al resto de canes que encuentra durante el paseo por el parque. Las personas que conviven con perros suelen relatar que sus compañeros de cuatro patas se parecen a ellos en su comportamiento y carácter: dormilones, sedentarios, activos, tímidos o tragones. Pero, ¿qué hay de realidad en esta percepción? "De manera instintiva, escogemos animales con características compatibles con las nuestras; y, por ello, al lado de una persona nerviosa, suele haber un perro inquieto, o al contrario, un can tranquilo convive con un dueño pausado”, explica la psicóloga especializada en terapias con animales Carmen Castro. “Barry era como yo: fuerte, corpulento y trabajador; no se rendía nunca”, recuerda Gregorio Sánchez, dueño de este perro que murió hace unos años. Ahora tiene otro animal, Gus, un pitbull de año y medio que también es muy cabezota y despistado. "De hecho, alguna vez se ha golpeado con una farola, como me ha pasado a mí", añade, entre risas.
Pero esta decisión inicial no es la única causa por la que personas y canes se parecen, sino que también influye la capacidad de imitación de la mascota. La adaptación al entorno es clave para la supervivencia de un animal y los que dependen de los individuos para cubrir sus necesidades (alimento, cobijo, cariño) y viven en grupo, explotan a fondo sus habilidades imitativas y sociales para sentir empatía y agradar a sus dueños. "En realidad, personas y animales somos muy similares. Y este mimetismo que se produce entre los perros y seres humanos que conviven es comparable al que sucede con las parejas, que acaban por parecerse en el carácter y la forma de actuar”, afirma Miguel Ibáñez, psiquiatra de animales de la Clínica del Comportamiento de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid.
Otros investigadores corroboran la capacidad de los perros para imitar a sus dueños. Es el caso de Claudia Fugazza y Adám Miklósi, de la Universidad Eötvös Loránd de Hungría, quienes indagaron en la habilidad de los canes para emular a personas, y descubrieron que pueden recordar y repetir las acciones de estos individuos, como dar vueltas sobre sí mismos, incluso transcurridos unos minutos.
Cholo, Dina y Amy son los tres perros adoptados de Eva María Blanco, que se muestra a favor de la idea de que los canes se mimetizan con la personalidad de sus dueños. “En mi caso, se parecen a mí en que son tranquilos, madrugadores y, como no me gusta que ladren, es raro verles hacerlo. Además, tampoco son peleones con otros perros: al igual que yo, evitan el enfrentamiento”.
Los gatos, la excepción de la regla
La capacidad de los animales de imitar a las personas depende en gran medida de que su faceta social esté más desarrollada. Por ello, además de los perros, hay otras especies que no son domésticas y que ni siquiera son terrestres, sino acuáticas, pero que poseen la habilidad de emular movimientos y actitudes humanas. “Se cree que con intención de jugar y de disfrutar con la interacción de otro ser vivo”, apunta el psiquiatra de animales y veterinario Miguel Ibáñez, refiriéndose a delfines y ballenas.
Luego, están ellos, los singulares y autónomos gatos, que pese a compartir techo con humanos no precisan del grupo para sobrevivir en libertad. Esta independencia también atañe a su carácter. “Aunque cada gato tiene su propia personalidad y siempre puede haber excepciones, en general, son animales individualistas que no tienen tan desarrollada la capacidad de imitación y empatía con sus dueños, como los perros, lo que no impide que sientan apego por ellos, les quieran y sean cariñosos”, explica Javier Zorriqueta, veterinario de la clínica Bris. Adana y Enchilada son dos gatas hermanas, de ocho años de edad. Cada una de ellas tiene una personalidad diferente, la primera es más cariñosa y la segunda más autárquica. Su dueña, Raquel Sierro, que, además, es Secretaria de la Asociación Felina Española (ASFE), comenta: "El gato es muy particular, siempre es él mismo, no imita a nadie”.
El refranero español, al igual que psicólogos como Manuel Nevado, miembro de la Junta Directiva del Colegio de Psicólogos de Madrid, corrobora que "dos que duermen en el mismo colchón, se vuelven de la misma condición" y que "todo se pega, menos la hermosura". Así, adoptar un perro bonito para volvernos más guapos es solo una bella utopía. Aunque, ojo, el psicólogo nipón Sadahiko Nakajima llevó a cabo un estudio de la universidad japonesa Kwansei Gakuin para determinar que perros y dueños tienen similitud en sus rasgos faciales, sobre todo en los ojos. Alumbró esta conclusión tras mostrar veinte parejas de perros y dueños a personas ajenas a ellas, para que unieran al can con su propietario correspondiente: obtuvo un 74% de aciertos. ¿Una casualidad? En opinión de Carmen Castro, probablemente.