Media parte vale media Liga
El Barça da un golpe de autoridad, supera a un gris Espanyol al que perdonó más goles pese a jugar con diez 35 minutos (roja a Alba). Goles de Neymar y Messi (fuera de juego)
Barcelona, As
El Barcelona suma tres puntos y descuenta una jornada en su carrera contrarreloj respecto al Madrid para lograr el título de Liga tras ganar el derbi barcelonés por 0-2 en un encuentro en el que el Espanyol se dio por enterado que había una pelota en juego cuando se había consumido media hora de partido. La primera parte fue un meneo/monólogo de antología. Únicamente la presencia de Kiko Casilla, un portero fabuloso, evitó que el mejor Barça de la temporada repasara a su eterno rival de una manera más cruel.
Luis Enrique ha logrado llegar al punto decisivo del campeonato con el equipo en su mejor estado. La primera parte de ayer de los barcelonistas fue imponente. Presión alta, solidaridad, circulación de pelota, presión y peligro demuestra que todas las dudas de inicio de temporada (e incluso de hace una semana ante el Valencia) quedaran olvidadas. El Barça está muy fino y el técnico asturiano tiene toda la razón del mundo cuando dice que los que deberían preocuparse son los rivales que deben de enfrentarse al equipo culé. Crece el Barça como los adolescentes, en el momento justo. Guste o no, en esta progresión, mérito tiene Luis Enrique.
El Barcelona calcó el inicio de partido de Sevilla de hace quince días con la diferencia de que esta vez no se dejó comer la tostada. Ni un arbitraje esquizofrénico que tan buen punto ignoraba fueras de juego (el del Barça en el segundo gol) o patadas alevosas al tiempo que castigaba con hoguera las protestas, le sacó del partido. Este Barça tiene autoridad.
Fue un Barça adulto e imponente, que cada vez se siente más dueño de sus acciones. Marcó el equipo blaugrana el compás de un partido que se jugó durante toda la primera parte en el campo del Espanyol y en el que el Barça llegó a abusar del balón hasta el punto de sumar en la primera media hora de encuentro un 85 % de posesión de la pelota.
Esa superioridad se articulaba en torno a un portero que cuando tuvo que actuar estuvo imperial y que va camino del Trofeo Zamora, de una defensa muy atenta; de un centro del campo en el que Iniesta se ha reivindicado como el fichaje estrella en el ‘mercado de primavera’ y con una delantera que funciona como una cadena de montaje de la República Democrática Alemana.
Messi asiste, Suárez abre espacios y Neymar liquida a los rivales en una sincronía que intimida. Casilla, como si fuera el fontanero del Titanic, tapó todas las vías de agua que pudo hasta que a los 16 minutos, Neymar le fusiló tras una excelente jugada coral del Barcelona en la que Suárez traicionó su instinto en favor del equipo para que el brasileño iniciara la bajada del Tourmalet liguero que ha superado con nota el Barça en las últimas dos semanas.
A los 25 minutos, Messi sentenció el partido en una jugada en la que Suárez podía estar en fuera de juego. Pero eso no resta que su remate fuera una hipotenusa quirúrgica. En la segunda parte, el Espanyol quiso sacar las uñas ante un estadio en silencio. Incrementó su agresividad y Mateu Lahoz, aplicando su lógica, expulsó a Jordi Alba por decirle “siempre igual”. Ni contra diez el Espanyol dio sensación de poner en cuestión la victoria barcelonista. Es más, Messi llegó a disparar al palo antes de que en plan postureo, Héctor Moreno viviera la furia de Lahoz en forma de nueva tarjeta roja. Ya todo daba igual. La primera parte del Barça en el Power8 puede valer media Liga.
Barcelona, As
El Barcelona suma tres puntos y descuenta una jornada en su carrera contrarreloj respecto al Madrid para lograr el título de Liga tras ganar el derbi barcelonés por 0-2 en un encuentro en el que el Espanyol se dio por enterado que había una pelota en juego cuando se había consumido media hora de partido. La primera parte fue un meneo/monólogo de antología. Únicamente la presencia de Kiko Casilla, un portero fabuloso, evitó que el mejor Barça de la temporada repasara a su eterno rival de una manera más cruel.
Luis Enrique ha logrado llegar al punto decisivo del campeonato con el equipo en su mejor estado. La primera parte de ayer de los barcelonistas fue imponente. Presión alta, solidaridad, circulación de pelota, presión y peligro demuestra que todas las dudas de inicio de temporada (e incluso de hace una semana ante el Valencia) quedaran olvidadas. El Barça está muy fino y el técnico asturiano tiene toda la razón del mundo cuando dice que los que deberían preocuparse son los rivales que deben de enfrentarse al equipo culé. Crece el Barça como los adolescentes, en el momento justo. Guste o no, en esta progresión, mérito tiene Luis Enrique.
El Barcelona calcó el inicio de partido de Sevilla de hace quince días con la diferencia de que esta vez no se dejó comer la tostada. Ni un arbitraje esquizofrénico que tan buen punto ignoraba fueras de juego (el del Barça en el segundo gol) o patadas alevosas al tiempo que castigaba con hoguera las protestas, le sacó del partido. Este Barça tiene autoridad.
Fue un Barça adulto e imponente, que cada vez se siente más dueño de sus acciones. Marcó el equipo blaugrana el compás de un partido que se jugó durante toda la primera parte en el campo del Espanyol y en el que el Barça llegó a abusar del balón hasta el punto de sumar en la primera media hora de encuentro un 85 % de posesión de la pelota.
Esa superioridad se articulaba en torno a un portero que cuando tuvo que actuar estuvo imperial y que va camino del Trofeo Zamora, de una defensa muy atenta; de un centro del campo en el que Iniesta se ha reivindicado como el fichaje estrella en el ‘mercado de primavera’ y con una delantera que funciona como una cadena de montaje de la República Democrática Alemana.
Messi asiste, Suárez abre espacios y Neymar liquida a los rivales en una sincronía que intimida. Casilla, como si fuera el fontanero del Titanic, tapó todas las vías de agua que pudo hasta que a los 16 minutos, Neymar le fusiló tras una excelente jugada coral del Barcelona en la que Suárez traicionó su instinto en favor del equipo para que el brasileño iniciara la bajada del Tourmalet liguero que ha superado con nota el Barça en las últimas dos semanas.
A los 25 minutos, Messi sentenció el partido en una jugada en la que Suárez podía estar en fuera de juego. Pero eso no resta que su remate fuera una hipotenusa quirúrgica. En la segunda parte, el Espanyol quiso sacar las uñas ante un estadio en silencio. Incrementó su agresividad y Mateu Lahoz, aplicando su lógica, expulsó a Jordi Alba por decirle “siempre igual”. Ni contra diez el Espanyol dio sensación de poner en cuestión la victoria barcelonista. Es más, Messi llegó a disparar al palo antes de que en plan postureo, Héctor Moreno viviera la furia de Lahoz en forma de nueva tarjeta roja. Ya todo daba igual. La primera parte del Barça en el Power8 puede valer media Liga.