Europa recela ante los planes de Tsipras
El acercamiento a Moscú del líder griego causa inquietud
Malestar en Alemania por las reclamaciones por los crímenes nazis, que Atenas cifra en 279.000 millones
Luis Doncel / Belén Domínguez Cebrián
Berlín / Bruselas, El País
Los dos conflictos que más preocupan en las capitales europeas —la situación en el este de Ucrania y la crisis de la deuda griega— convergirán el miércoles y el jueves en Moscú. Allí se encontrarán el presidente ruso, Vladímir Putin, y el primer ministro heleno, Alexis Tsipras, que desde su nombramiento en enero ha mostrado continuas señales de acercamiento al Kremlin. Tsipras visita la capital rusa en un momento de máxima tensión, tan solo un día antes de que venza el pago de 450 millones de euros que debe al FMI y en plenas negociaciones para obtener una ayuda financiera imprescindible si quiere evitar la suspensión de pagos este mismo mes.
Destacados líderes europeos recelan ante el acercamiento entre Atenas y Moscú y alertan contra las tentaciones de romper la unidad europea respecto a las sanciones contra Rusia por su actuación en Ucrania. Las tiranteces con Alemania, además, dan un paso adicional. El anuncio del Gobierno heleno de que por fin ha cuantificado la deuda pendiente por los crímenes cometidos durante la ocupación nazi —278.700 millones de euros, una cifra ligeramente inferior al PIB griego y superior al importe total de los dos rescates a Grecia— se ven en Berlín como una nueva afrenta.
El líder griego calentó el ambiente antes del viaje con unas declaraciones a la agencia oficial rusa TASS en las que se mostraba contrario a las sanciones, que tildaba de “camino a ninguna parte”. El presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, lamenta estos escarceos con el Kremlin, que se producen justo después de la visita de Tsipras a Berlín que sirvió para desatascar las relaciones con Alemania. “Es inaceptable que el jefe de Gobierno especule ahora con poner en peligro la unidad europea como contrapartida a la ayuda rusa”, aseguró Schulz. Más diplomático se mostró el comisario europeo de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici. En una reciente entrevista, el socialista francés decía no tener ningún comentario sobre las buenas relaciones entre Tsipras con Putin, pero lanzaba un mensaje de atención. “Es evidente que Rusia no es una alternativa para Grecia. Tenemos que ser cuidadosos con nuestras posiciones diplomáticas, pero el futuro de Grecia está en Europa”, aseguraba Moscovici.
Alexis Tsipras tenía previsto en un principio viajar a Moscú el próximo 9 de mayo para participar en las celebraciones del 70 aniversario del fin de la II Guerra Mundial, pero finalmente adelantó la fecha. Esta visita contrastaba también con la decisión de líderes como la alemana Angela Merkel y el británico David Cameron, que han anunciado que no participarán en los festejos moscovitas como muestra de su rechazo a la política de Putin en Ucrania.
La Comisión Europea considera que el polémico viaje obedece a la libertad de cada Estado miembro a “ejecutar su política exterior como considere oportuno”. Pero tras esta respuesta oficial se esconden los temores del Ejecutivo de Jean-Claude Juncker, que ve en esta visita una “jugada” del líder ruso para desestabilizar la unidad de los Veintiocho. Y también de Tsipras, al que se le agota el tiempo para presentar unas propuestas económicas aceptables para las instituciones antes conocidas como troika (BCE, FMI y Comisión) para acceder a los fondos que faltan por llegar del segundo rescate.
La visita de Tsipras a Moscú parecía en un primer momento tener un carácter puramente económico sobre una rebaja en el precio del gas y la firma de acuerdos comerciales en materia agrícola. Sobre estos posibles pactos, la Comisión recuerda que Rusia impuso una prohibición de importación de fruta y verdura procedente del territorio comunitario el pasado verano. El Ejecutivo de la UE considera que ahora no puede haber un trato desigual entre los 28 Estados miembros por parte de Moscú e insiste en que la UE "habla con una sola voz".
Pero el encuentro en Moscú no tendrá solo contenido económico. Así lo señaló ayer un portavoz de Putin. Una idea que confirman fuentes de la Comisión, que dicen que será “estrictamente político”, y que tendrá consecuencias si se fomenta una ruptura en la posición unitaria de la UE respecto a Rusia.
Los elogios a Putin y las críticas a las sanciones europeas no es el único movimiento que de Tsipras que ha molestado en otras capitales europeas, y muy especialmente en Berlín. En su visita a Alemania de hace dos semanas, el primer ministro señaló que las reparaciones por los crímenes cometidos por los nazis durante la ocupación de Grecia eran para él “un asunto moral, no material”. Pero su viceministro de Finanzas, Dimitris Mardas, presentó en el Parlamento unas cifras muy materiales. Según los cálculos de la Oficina General Contable del Estado, Berlín debe a Atenas 278.700 millones de euros.
Las reacciones han sido rápidas y poco diplomáticas. “Sinceramente, me parece una tontería”, respondió Sigmar Gabriel, número dos del Gobierno alemán y líder de los socialdemócratas. Gabriel se refirió también a la relación de Tsipras con el Kremlin al decir que “nadie en Atenas se plantee seriamente dar la espalda a Europa y arrimarse a los brazos de Moscú”; y pidió al primer ministro griego que deje “de una vez por todas los jueguecitos” de las últimas semanas.
Malestar en Alemania por las reclamaciones por los crímenes nazis, que Atenas cifra en 279.000 millones
Luis Doncel / Belén Domínguez Cebrián
Berlín / Bruselas, El País
Los dos conflictos que más preocupan en las capitales europeas —la situación en el este de Ucrania y la crisis de la deuda griega— convergirán el miércoles y el jueves en Moscú. Allí se encontrarán el presidente ruso, Vladímir Putin, y el primer ministro heleno, Alexis Tsipras, que desde su nombramiento en enero ha mostrado continuas señales de acercamiento al Kremlin. Tsipras visita la capital rusa en un momento de máxima tensión, tan solo un día antes de que venza el pago de 450 millones de euros que debe al FMI y en plenas negociaciones para obtener una ayuda financiera imprescindible si quiere evitar la suspensión de pagos este mismo mes.
Destacados líderes europeos recelan ante el acercamiento entre Atenas y Moscú y alertan contra las tentaciones de romper la unidad europea respecto a las sanciones contra Rusia por su actuación en Ucrania. Las tiranteces con Alemania, además, dan un paso adicional. El anuncio del Gobierno heleno de que por fin ha cuantificado la deuda pendiente por los crímenes cometidos durante la ocupación nazi —278.700 millones de euros, una cifra ligeramente inferior al PIB griego y superior al importe total de los dos rescates a Grecia— se ven en Berlín como una nueva afrenta.
El líder griego calentó el ambiente antes del viaje con unas declaraciones a la agencia oficial rusa TASS en las que se mostraba contrario a las sanciones, que tildaba de “camino a ninguna parte”. El presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, lamenta estos escarceos con el Kremlin, que se producen justo después de la visita de Tsipras a Berlín que sirvió para desatascar las relaciones con Alemania. “Es inaceptable que el jefe de Gobierno especule ahora con poner en peligro la unidad europea como contrapartida a la ayuda rusa”, aseguró Schulz. Más diplomático se mostró el comisario europeo de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici. En una reciente entrevista, el socialista francés decía no tener ningún comentario sobre las buenas relaciones entre Tsipras con Putin, pero lanzaba un mensaje de atención. “Es evidente que Rusia no es una alternativa para Grecia. Tenemos que ser cuidadosos con nuestras posiciones diplomáticas, pero el futuro de Grecia está en Europa”, aseguraba Moscovici.
Alexis Tsipras tenía previsto en un principio viajar a Moscú el próximo 9 de mayo para participar en las celebraciones del 70 aniversario del fin de la II Guerra Mundial, pero finalmente adelantó la fecha. Esta visita contrastaba también con la decisión de líderes como la alemana Angela Merkel y el británico David Cameron, que han anunciado que no participarán en los festejos moscovitas como muestra de su rechazo a la política de Putin en Ucrania.
La Comisión Europea considera que el polémico viaje obedece a la libertad de cada Estado miembro a “ejecutar su política exterior como considere oportuno”. Pero tras esta respuesta oficial se esconden los temores del Ejecutivo de Jean-Claude Juncker, que ve en esta visita una “jugada” del líder ruso para desestabilizar la unidad de los Veintiocho. Y también de Tsipras, al que se le agota el tiempo para presentar unas propuestas económicas aceptables para las instituciones antes conocidas como troika (BCE, FMI y Comisión) para acceder a los fondos que faltan por llegar del segundo rescate.
La visita de Tsipras a Moscú parecía en un primer momento tener un carácter puramente económico sobre una rebaja en el precio del gas y la firma de acuerdos comerciales en materia agrícola. Sobre estos posibles pactos, la Comisión recuerda que Rusia impuso una prohibición de importación de fruta y verdura procedente del territorio comunitario el pasado verano. El Ejecutivo de la UE considera que ahora no puede haber un trato desigual entre los 28 Estados miembros por parte de Moscú e insiste en que la UE "habla con una sola voz".
Pero el encuentro en Moscú no tendrá solo contenido económico. Así lo señaló ayer un portavoz de Putin. Una idea que confirman fuentes de la Comisión, que dicen que será “estrictamente político”, y que tendrá consecuencias si se fomenta una ruptura en la posición unitaria de la UE respecto a Rusia.
Los elogios a Putin y las críticas a las sanciones europeas no es el único movimiento que de Tsipras que ha molestado en otras capitales europeas, y muy especialmente en Berlín. En su visita a Alemania de hace dos semanas, el primer ministro señaló que las reparaciones por los crímenes cometidos por los nazis durante la ocupación de Grecia eran para él “un asunto moral, no material”. Pero su viceministro de Finanzas, Dimitris Mardas, presentó en el Parlamento unas cifras muy materiales. Según los cálculos de la Oficina General Contable del Estado, Berlín debe a Atenas 278.700 millones de euros.
Las reacciones han sido rápidas y poco diplomáticas. “Sinceramente, me parece una tontería”, respondió Sigmar Gabriel, número dos del Gobierno alemán y líder de los socialdemócratas. Gabriel se refirió también a la relación de Tsipras con el Kremlin al decir que “nadie en Atenas se plantee seriamente dar la espalda a Europa y arrimarse a los brazos de Moscú”; y pidió al primer ministro griego que deje “de una vez por todas los jueguecitos” de las últimas semanas.