El impacto tremendo del Estado Isámico en el Reino Unido: más musulmanes se han unido al grupo que al Ejército del país

Javier Taeño | Gaceta trotamundos
Que un enorme número de combatientes occidentales han terminado haciendo las maletas, viajando a Turquía y de allí han cruzado la frontera a Siria para unirse al Estado Islámico no es un secreto para nadie, pero sin duda hay un país europeo que está sufriendo este fenómeno de una forma más pronunciada y no es otro que Reino Unido.


Tradicionalmente los territorios británicos han sido un lugar de acogida para miles de familias musulmanas procedentes de todo el mundo que buscan empezar una nueva vida y construir un futuro mejor en Europa. Los hijos de estos primeros inmigrantes ya han nacido en suelo occidental y están plenamente integrados en las sociedades, con un grado de formación muy alto y habiendo cursado carreras universitarias.

Sin embargo, se han convertido en el prototipo de persona que viaja a Siria para unirse a la yihad. Hay un dato que muestra claramente su desarraigo social con los países que acogieron a sus padres; hay más hombres musulmanes británicos que se han unido al Estado Islámico que los que han entrado en el Ejército británico, según cuenta New York Times.

Un dato que muestra que pese a su integración total, hay muchos que no se sienten parte de la sociedad británica y no la consideran como suya. Se estima que hay unos 4.000 combatientes extranjeros combatiendo junto a Estado Islámico y Al Nusra, unos 700 de ellos son británicos, pero también vienen de Francia, España, Holanda o Alemania. Normalmente jóvenes de clase media, con estudios y formación que dejan toda su vida atrás para ir a combatir en Siria o Irak. También hay familias enteras que deciden dar este paso.

El duro camino de los refugiados sirios para ...

Huyen del horror de la guerra y de las atrocidades del Estado Islámico, pero el futuro que les espera muchas veces no es cómo soñaban. Miles de refugiados sirios, en su mayor parte kurdos, intentan cruzar la frontera de Turquía y empezar una nueva vida. El pasado 20 de septiembre, el país receptor abrió sus puertas y permitió que 60.000 personas pudiesen pasar, pero hubo graves disturbios con los que se quedaron al otro lado y la policía usó cañones de agua y gases lacrimógenos.

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Una familia permanece cerca de la valla en la que cientos de refugiados esperan para cruzar la frontera en Suruc, Turquía.

Un perfil de los combatientes que durante mucho tiempo ha confundido a los expertos y a los gobiernos occidentales que no podían entender cómo si tenían una buena vida en Europa renunciaban a ella por Estado Islámico.

Lo cierto es que las primeras personas que viajaron a Siria lo hicieron como una respuesta humanitaria. El presidente Assad estaba reprimiendo muy duramente a la oposición y surgió una respuesta muy importante por parte de la comunidad musulmana europea de rechazo al mandatario. Pero la guerra avanzó, el tablero de juego cada vez se volvió más complejo, con nuevas piezas difíciles de encajar y el destino de muchos terminó en grupos como el Estado Islámico o Al Nusra.

El paso del tiempo hizo que fuesen ganando terreno, usando la violencia extrema, y pudiendo ejercer su maquinaria de captación de nuevos militantes. En la actualidad estos grupos atraen a cientos y cientos de personas y en ocasiones los gobiernos occidentales se están mostrando incapaces de frenar esas oleadas de nuevos combatientes que marchan a Turquía, un país que poco está haciendo por su parte para impedir que crucen la frontera hacia Siria.

Mientras tanto la guerra continúa en el país sirio tras cumplirse el cuarto aniversario de su inicio. Miles de personas han muerto y millones se han convertido en refugiadas en un conflicto que se ha caracterizado por su crueldad y su complicadísima solución. El final no se avista cercano.

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