El Atleti, más tercero y no gasta

Resolvió en los primeros diez minutos con goles de Mikel González, en propia puerta, y Griezmann. Luego dejó pasar el tiempo ante una Real Sociedad mansa, que poco inquietó a Oblak.


Madrid, As
El Atleti se apuntó a esa fea tradición madrileña de abusar del turista. En vez de llevar a un alemán a la Plaza Mayor pasando por Majadahonda o levantarle la cámara a un japonés en Recoletos, le robó la cartera a un escocés que llegaba de relajarse en Marbella y no sabía dónde se metía. En este caso, conviene decir que la víctima puso de su parte con una alineación que era un bolso abierto de par en par. Salió Moyes sin delanteros ni orden lógico y a los diez minutos se encontró desnudo y desconcertado al lado del Manzanares. Mientras, el Atleti ya estaba 2-0 y contando el botín tumbado en el sofá. Los días previos al desafío de la Champions transcurren como si Simeone fuera el Paul Newman de El Golpe: seis puntos sin gastar ni la gasolina de un mechero y de nuevo terceros. El plan funciona.


La Real saltó al campo sin delantero y con todos sus medios de ataque fuera de su sitio habitual: Chory Castro en punta, Canales por detrás de él, Zurutuza a la derecha y Xabi Prieto a la izquierda. Un desbarajuste que se quedó antiguo más rápido que un vídeo Beta. Koke ha recuperado el toque a balón parado y la Real experimentó con un método absolutamente innovador para intentar frenar la principal arma del Atleti: no defenderlo en absoluto. Sorprendentemente, no funcionó. Cosas del fútbol...

A los dos minutos, Koke sacó un córner desde la derecha y, tras rebotar por el área como si fuera un pinball, la pelota le cayó a Arda, que voleó al poste y provocó un nuevo saque de esquina, esta vez al otro lado. Hasta allí fue Koke para provocar el 1-0: lanzamiento perfecto y cabezazo de Mikel González a la red. La de su equipo, por desgracia.

Y a los 10’, el punto final de un relato más corto que aquel del dinosaurio que seguía allí al despertar. Disparo de Koke desde fuera del área y Rulli, la noticia alegre del pasado reciente txuri-urdin, que falla en el despeje, dejando el balón manso en boca de gol. Griezmann no tuvo más remedio que marcar a su equipo de siempre y, aunque no lo celebró, el daño estaba hecho. Si Moyes tenía un plan, era flojo. Fue el 16º gol del francés en la Liga y, mientras Mandzukic cura sus heridas físicas y anímicas, Simeone debería guardarle en una vitrina nada más acabar los partidos.

Porque Torres no tuvo peso ni acierto en un partido que se convirtió en eterna pachanga. Sólo las apariciones de Koke y Arda evitaban que el sopor derivara en estruendosos ronquidos. El canterano estrelló en el larguero un centro chut y el turco jugaba a la pelota como si los rivales fueran sus hijos. En la Real, sólo el Chory parecía entender que habían viajado hasta allí para algo más que dejar pasar el tiempo.

La segunda parte dejó tres detalles reseñables. El primero, la confirmación de que Gámez es cholismo puro. Tras asentarse en la izquierda, volvía a su sitio natural por la sanción de Juanfran y se permitió más alegrías ofensivas. Siqueira cumplió, pero sacar del once al malagueño le va a resultar casi imposible. Después, Simeone sorprendió con el cambio de Raúl Jiménez por Torres en el minuto 61 cuando se esperaba que resguardase a Griezmann y diera cuerda al Niño.

Ya al final, Granero, al que el Calderón recordó con silbidos y razonable sorna aquello de que irse de la Real al Atleti no es un salto de calidad, tiró una falta a la escuadra para que Oblak recordase con un vuelo imponente que ha llegado para quedarse. El esloveno lleva 367 minutos imbatido desde que sustituyó al lesionado Moyá ante el Leverkusen. Destino juguetón.

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