Una enfermera se reúne con niños afganos a los que ayudó
Los Angeles, AP
La última vez que Lynette Austin vio a esos niños afganos, se veían débiles, heridos y rotos. Pero cuando la enfermera se reunió con ellos el viernes en el Hospital Infantil Shriners, encontró a dos alegres niños de 8 años que habían aprendido inglés y a caminar, e incluso a pintar, con sus prótesis.
Se veían "sanos y muy crecidos", comentó en una entrevista por teléfono.
En 2013, Abdul Wahid trabajaba con su familia en el jardín de su casa en una remota zona asolada por la guerra, cuando un cohete estalló y mató a su hermano, dejándole sin la pierna derecha y dañando gravemente la izquierda.
Shah Bibi Tarajail perdió la mayor parte de su brazo derecho y el ojo derecho cuando confundió una granada abandonada junto a su casa con una piedra y el dispositivo estalló, salpicando su cuerpo de metralla y matando a su hermano.
Los niños fueron trasladados a un hospital de la OTAN en Kabul. Austin, que entonces era agente de asuntos civiles del ejército estadounidense, los vio allí. Les llevó un reproductor de DVD y algunas películas de Disney, así como el consuelo que pudo darles.
"Capitán Sam", como la llamaban, también se puso en contacto con la organización sin ánimo de lucro Children of War, de Los Ángeles, y organizó el traslado de los pequeños al sur de California para que recibieran tratamiento y terapia. Los niños se quedaron con familias de acogida.
El viernes, Austin, que ahora es enfermera de cirugía en Virginia, vio por fin a los niños de nuevo.
Recibió sonrisas, abrazos e incluso un dibujo de un corazón de Abdul.
"Quiero a Sam, es una señora buena (...) siempre estuvo ahí para mí", dijo el pequeño en una entrevista telefónica.
"Estoy feliz cuando la veo", dijo Shah Bibi. "Doy gracias por todo: me lleva fuera, me lleva dentro, me cuenta historias, me da dulces".
Austin recordó a Abdul como un niño "cantando y sonriendo de forma sin flaquear" en el hospital de Afganistán, pero el niño tenía una sorpresa para ella.
"Ver caminar a Abdul fue increíble", dijo. "Ver su sonrisa de nuevo, y la alegría que tiene. Su ánimo es muy bueno".
En cuando a Shah Bibi, la pequeña estaba traumatizada y apenas podía hablar, recordó la enfermera.
Ahora, descubrió, no sólo habla, sino que ha aprendido a pintar con habilidad gracias a su brazo de prótesis.
Ambos han completado su tratamiento y se espera que pronto regresen a sus casas en Afganistán.
Pero no será fácil.
"Van a volver a una zona en guerra", explicó Ilaha Omar, director de alcance internacional para Children of War.
Shah Bibi estuvo brevemente en casa el año pasado, pero las noticias sobre sus pinturas provocaron la ira de los milicianos. Su familia escuchó rumores de que iba a ser asesinada por adoptar costumbres occidentales, y durante un tiempo tuvieron que huir de su pequeña casa en la frontera con Pakistán.
"De verdad le preocupa que la maten. No quiere volver", dijo Omar, antes de señalar: "Su familia la quiere de vuelta".
"Ahora es el momento de que se reúnan", explicó Omar. "Pero saben, vamos a mantenerla vigilada de cerca".
La última vez que Lynette Austin vio a esos niños afganos, se veían débiles, heridos y rotos. Pero cuando la enfermera se reunió con ellos el viernes en el Hospital Infantil Shriners, encontró a dos alegres niños de 8 años que habían aprendido inglés y a caminar, e incluso a pintar, con sus prótesis.
Se veían "sanos y muy crecidos", comentó en una entrevista por teléfono.
En 2013, Abdul Wahid trabajaba con su familia en el jardín de su casa en una remota zona asolada por la guerra, cuando un cohete estalló y mató a su hermano, dejándole sin la pierna derecha y dañando gravemente la izquierda.
Shah Bibi Tarajail perdió la mayor parte de su brazo derecho y el ojo derecho cuando confundió una granada abandonada junto a su casa con una piedra y el dispositivo estalló, salpicando su cuerpo de metralla y matando a su hermano.
Los niños fueron trasladados a un hospital de la OTAN en Kabul. Austin, que entonces era agente de asuntos civiles del ejército estadounidense, los vio allí. Les llevó un reproductor de DVD y algunas películas de Disney, así como el consuelo que pudo darles.
"Capitán Sam", como la llamaban, también se puso en contacto con la organización sin ánimo de lucro Children of War, de Los Ángeles, y organizó el traslado de los pequeños al sur de California para que recibieran tratamiento y terapia. Los niños se quedaron con familias de acogida.
El viernes, Austin, que ahora es enfermera de cirugía en Virginia, vio por fin a los niños de nuevo.
Recibió sonrisas, abrazos e incluso un dibujo de un corazón de Abdul.
"Quiero a Sam, es una señora buena (...) siempre estuvo ahí para mí", dijo el pequeño en una entrevista telefónica.
"Estoy feliz cuando la veo", dijo Shah Bibi. "Doy gracias por todo: me lleva fuera, me lleva dentro, me cuenta historias, me da dulces".
Austin recordó a Abdul como un niño "cantando y sonriendo de forma sin flaquear" en el hospital de Afganistán, pero el niño tenía una sorpresa para ella.
"Ver caminar a Abdul fue increíble", dijo. "Ver su sonrisa de nuevo, y la alegría que tiene. Su ánimo es muy bueno".
En cuando a Shah Bibi, la pequeña estaba traumatizada y apenas podía hablar, recordó la enfermera.
Ahora, descubrió, no sólo habla, sino que ha aprendido a pintar con habilidad gracias a su brazo de prótesis.
Ambos han completado su tratamiento y se espera que pronto regresen a sus casas en Afganistán.
Pero no será fácil.
"Van a volver a una zona en guerra", explicó Ilaha Omar, director de alcance internacional para Children of War.
Shah Bibi estuvo brevemente en casa el año pasado, pero las noticias sobre sus pinturas provocaron la ira de los milicianos. Su familia escuchó rumores de que iba a ser asesinada por adoptar costumbres occidentales, y durante un tiempo tuvieron que huir de su pequeña casa en la frontera con Pakistán.
"De verdad le preocupa que la maten. No quiere volver", dijo Omar, antes de señalar: "Su familia la quiere de vuelta".
"Ahora es el momento de que se reúnan", explicó Omar. "Pero saben, vamos a mantenerla vigilada de cerca".