Sobrevivientes de ataque en Túnez; temerosos y desafiantes
Sidi bou Said, AP
Algunos sobrevivientes del ataque al museo del Bardo en Túnez enfrentan temores persistentes, pero otros se muestran desafiantes hacia los recuerdos lacerantes: piensan seguir visitando el país norteafricano.
Para uno de ellos, el insomnio y los dolores de cabeza son compañeros constantes, como el recuerdo de la mujer acribillada a balazos a la que no pudo ayudar. Después de sobrevivir al ataque en el Museo, Josep Lluis Cusido ha regresado a España con un recuerdo indeseado: el miedo.
Otros turistas que sobrevivieron al ataque, como los estadounidenses Gillian Grant y Carol Calcagni, dicen que su experiencia los dejó templados con desafío y con mayor afinidad por el país.
Dos jóvenes tunecinos, radicalizados y entrenados en Libia, mataron a tiros a 21 personas en el famoso museo antes de ser asesinados en un tiroteo con las fuerzas de seguridad.
Cusido, el alcalde de la pequeña ciudad española de Vallmoll, acababa de llegar al museo con su esposa y otros familiares cuando los hombres armados llegaron después de él. Con balas rebotando por las escaleras mientras corría hacia arriba, Cusido se abrió paso a la tercera planta, ya repleta de visitantes.
"Yo grité 'terroristas, terroristas' mientras los atacantes entraban. Imagine la situación: uno está visitando un museo que es todo cultura y arte ¿Quién iba a imaginar que era un lugar donde alguien viene a disparar y matarte?", dijo a The Associated Press el sábado, después de regresar a España. "Algunos escaparon, pero otros no pudieron y murieron allí. Fue una verdadera masacre".
Cusido recordó con cierto humor amargo la apariencia de sus atacantes, que en cierto momento llegaron a estar a unos tres metros (yardas) de distancia de él.
"Por lo poco que vi —porque obviamente no iba a tomarme una selfie con ellos— los terroristas eran jóvenes", dijo.
Dijo que lo que tiene grabado a fuego en su mente es la imagen de una mujer que cayó herida a su lado.
"Ella fue alcanzada por las balas y traté de ayudarla, pero no pude y luego corrí a esconderme", dijo. "Hay escenas que temo que se quedarán en mi cabeza durante mucho tiempo".
Por esa razón, un pequeño escuadrón de profesionales de salud mental fue el sábado al muelle en Marsella, Francia, para recibir a los cruceros MSC Splendid y Costa Fascinosa, donde viajaban muchos sobrevivientes del ataque. Diecisiete de las 21 víctimas en el Bardo eran pasajeros de las excursiones en tierra de esos barcos.
Las líneas de cruceros ya retiraron a Túnez de sus itinerarios, asestando un nuevo golpe para un país cuya economía depende en gran medida del turismo.
Como Cusido, los estadounidenses Grant y Calcagni también subieron las escaleras del museo. Recordaron el terror y la confusión más que otra cosa.
"Vi a alguien escondido. No tenía ni idea. ¿Será alguien de los buenos o de los malos?", dijo Grant a The Associated Press en Sidi Bou Said, un pueblo a unos 20 kilómetros (12 millas) de Túnez.
En un momento dado, dijo que se asomó por una esquina y vio a hombres armados con prendas negras gesticulando hacia ellos.
"Tuvimos que tomar una decisión. No sabíamos si eran los atacantes que habían estado disparando a todo mundo o si en realidad eran policías", dijo Calcagni, un jubilado de Hilton Head, Carolina del Sur, que estaba visitando a una hija que trabaja como profesora en Túnez.
Algunos sobrevivientes del ataque al museo del Bardo en Túnez enfrentan temores persistentes, pero otros se muestran desafiantes hacia los recuerdos lacerantes: piensan seguir visitando el país norteafricano.
Para uno de ellos, el insomnio y los dolores de cabeza son compañeros constantes, como el recuerdo de la mujer acribillada a balazos a la que no pudo ayudar. Después de sobrevivir al ataque en el Museo, Josep Lluis Cusido ha regresado a España con un recuerdo indeseado: el miedo.
Otros turistas que sobrevivieron al ataque, como los estadounidenses Gillian Grant y Carol Calcagni, dicen que su experiencia los dejó templados con desafío y con mayor afinidad por el país.
Dos jóvenes tunecinos, radicalizados y entrenados en Libia, mataron a tiros a 21 personas en el famoso museo antes de ser asesinados en un tiroteo con las fuerzas de seguridad.
Cusido, el alcalde de la pequeña ciudad española de Vallmoll, acababa de llegar al museo con su esposa y otros familiares cuando los hombres armados llegaron después de él. Con balas rebotando por las escaleras mientras corría hacia arriba, Cusido se abrió paso a la tercera planta, ya repleta de visitantes.
"Yo grité 'terroristas, terroristas' mientras los atacantes entraban. Imagine la situación: uno está visitando un museo que es todo cultura y arte ¿Quién iba a imaginar que era un lugar donde alguien viene a disparar y matarte?", dijo a The Associated Press el sábado, después de regresar a España. "Algunos escaparon, pero otros no pudieron y murieron allí. Fue una verdadera masacre".
Cusido recordó con cierto humor amargo la apariencia de sus atacantes, que en cierto momento llegaron a estar a unos tres metros (yardas) de distancia de él.
"Por lo poco que vi —porque obviamente no iba a tomarme una selfie con ellos— los terroristas eran jóvenes", dijo.
Dijo que lo que tiene grabado a fuego en su mente es la imagen de una mujer que cayó herida a su lado.
"Ella fue alcanzada por las balas y traté de ayudarla, pero no pude y luego corrí a esconderme", dijo. "Hay escenas que temo que se quedarán en mi cabeza durante mucho tiempo".
Por esa razón, un pequeño escuadrón de profesionales de salud mental fue el sábado al muelle en Marsella, Francia, para recibir a los cruceros MSC Splendid y Costa Fascinosa, donde viajaban muchos sobrevivientes del ataque. Diecisiete de las 21 víctimas en el Bardo eran pasajeros de las excursiones en tierra de esos barcos.
Las líneas de cruceros ya retiraron a Túnez de sus itinerarios, asestando un nuevo golpe para un país cuya economía depende en gran medida del turismo.
Como Cusido, los estadounidenses Grant y Calcagni también subieron las escaleras del museo. Recordaron el terror y la confusión más que otra cosa.
"Vi a alguien escondido. No tenía ni idea. ¿Será alguien de los buenos o de los malos?", dijo Grant a The Associated Press en Sidi Bou Said, un pueblo a unos 20 kilómetros (12 millas) de Túnez.
En un momento dado, dijo que se asomó por una esquina y vio a hombres armados con prendas negras gesticulando hacia ellos.
"Tuvimos que tomar una decisión. No sabíamos si eran los atacantes que habían estado disparando a todo mundo o si en realidad eran policías", dijo Calcagni, un jubilado de Hilton Head, Carolina del Sur, que estaba visitando a una hija que trabaja como profesora en Túnez.