Sergio Ramos acaba con la soledad de Iker Casillas en la capitanía del Real Madrid

Madrid, El Economista
El primer tramo de 2015 ha sido complicado para el Real Madrid, con un rendimiento deportivo bastante irregular y por debajo de las expectativas. Como consecuencia de esto, las críticas han surgido rápidamente, lo que ha obligado a los pesos pesados a salir al paso.
Sin embargo, aplicar el plural en este caso sería poco correcto, ya que en las semanas más difíciles de la crisis blanca (especialmente los días que siguieron a la derrota contra el Schalke 04) los jugadores fuertes del vestuario optaron por tomar un perfil muy discreto. Fue Iker Casillas quien ejerció de líder y de capitán con autoridad, una faceta poco vista en el de Móstoles, no muy dado a estas exhibiciones de jerarquía.


El portero habló en zona mixta, reconoció los errores del equipo y los suyos propios, y lo hizo minutos después de dejar una imagen que dio mucho que hablar: forzando a Cristiano Ronaldo a acudir al centro del campo para escuchar (y saludar, lo que no hizo) de la afición. En definitiva, tuvo que hacerse cargo él solo de la labor de portavocía y capitanía del equipo, más allá de la pertinente rueda de prensa de Carlo Ancelotti.

Esta soledad la palió Sergio Ramos a su regreso tras lesión. El de Camas no es solo uno de los líderes por sus aptitudes, sino por su carácter y personalidad, algo que le ha llevado a ser el segundo capitán del Real Madrid. El defensa no escatima esfuerzos en mandar mensajes a los que atacan al club y en mandar mensajes de tranquilidad, siempre velando por la cohesión del grupo.

Contra el Levante ya se pudo notar la diferencia. En el césped, animando a Cristiano Ronaldo durante todo el partido, intentando motivar a su compañero para ayudarle a pasar el bache. Fuera del campo, en zona mixta, defendiendo públicamente a Carlo Ancelotti, como ya llegó a hacer en los despachos del Bernabéu, al igual que el resto del vestuario.

Con Cristiano fuera de juego, inmerso en sus luchas internas y en su desafío con el Bernabéu (se negó a hablar con la prensa y ante Levante ni se quedó a saludar a la afición después de reaccionar con un insulto a los pitos), Iker Casillas se había quedado algo solo.

Los otros capitanes, Marcelo y Pepe, son más discretos y menos prolíficos en arengas. La vuelta de Ramos le hace la vida más fácil al cancerbero, que no ha de apagar los fuegos en solitario.


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