Lubitz informó a Lufthansa de un “episodio de depresión grave” en 2009
La norma europea deja en manos del psiquiatra dar luz verde al piloto tras la enfermedad
Luis Doncel
Berlín, El País
Andreas Lubitz envió en 2009 un correo electrónico a la escuela de pilotos de Lufthansa en la que le informaba de que había padecido un “episodio previo de depresión grave”. Tras un periodo de descanso que se tomó en la escuela que la aerolínea tiene en la ciudad alemana de Bremen, aportó está información como parte de la documentación que remitió para continuar con su proceso formativo. Lubitz recibió la confirmación médica de que era apto para volar y finalmente fue contratado por Germanwings, filial de bajo coste de Lufthansa, en septiembre de 2013 para trabajar como copiloto.
Ha sido Lufthansa la que ha proporcionado este dato hasta ahora desconocido: que el propio Lubitz —acusado de estrellar voluntariamente el avión en el que viajaba con otras 149 personas el pasado 24 de marzo— había informado a la compañía sobre sus problemas de salud. La aerolínea había asegurado hasta ahora tan solo que Lubitz interrumpió su proceso formativo, pero no especificó a las causas.
La información hecha pública ayer por Lufthansa añade algo de luz sobre lo que sabía la compañía cuando contrató al copiloto. La aerolínea había sostenido estos días que no conocía los problemas médicos de Lubitz, porque la información médica es de carácter confidencial, y que ellos solo saben si la Oficina Federal de Aviación alemana considera apto o no al candidato a trabajar en la cabina del avión. “Esta información no contradice en nada lo que habíamos dicho antes. Lubitz tuvo problemas en su periodo de formación; luego los superó y superó las pruebas; y las autoridades de aviación lo consideraron apto para volar”, aseguran a este periódico fuentes de la compañía. Carsten Spohr, presidente de Lufthansa, había dicho el pasado jueves que, según la información de la que disponían, Lubitz era “100% apto para el vuelo, sin ningún tipo de peculiaridad o limitación”.
“Para asegurar unas aclaraciones rápidas y continuas, Lufthansa —tras investigaciones internas— ha remitido documentos adicionales a la Fiscalía de Düsseldorf, en concreto documentos médicos y de formación. Estos incluyen la comunicación por correo electrónico del copiloto con la Escuela de Entrenamiento de Pilotos”, asegura la compañía en un comunicado.
La Fiscalía de Düsseldorf informó el lunes de que el copiloto había estado en tratamiento por “tendencias suicidas”. La normativa europea para personal de vuelo establece que “una solo acción autodestructiva o repetidos actos deliberados de daño autoinfligido” descalifican para obtener el certificado médico. Pero deja la puerta abierta a tomar en consideración tras una completa evaluación del caso individual”. No está claro si Lubitz trató de suicidarse hace años o simplemente tenía inclinaciones a dañarse a sí mismo.
Sólo enfermedades como la esquizofrenia son absolutamente inhabilitantes, pero en casos por ejemplo de depresión o alcoholismo el afectado puede pasar las pruebas médicas bajo ciertas condiciones. “Tras una recuperación plena y una consideración íntegra del caso, se puede estudiar un resultado positivo en función de las características y la gravedad de los trastornos”, añade la normativa, informa Lara Otero. Y si existe la “sospecha o la evidencia objetiva” de que un candidato padece alteraciones de personalidad o del comportamiento se deriva al solicitante a un psiquiatra para que dé su opinión y consejo.
El caso Lubitz ha dejado al descubierto varios agujeros en el sistema. Lufthansa es la compañía que contrató a un copiloto del que sabía que había padecido una depresión severa. Los médicos del Centro Aeromédico de Lufthansa son los que validaron las condiciones físicas de Lubitz. Y la Oficina Federal de Aviación alemana es la que otorga, en función de la información médica que haya recibido, el certificado de aptitud o no para volar. Además, Lubitz no podía haber volado el día del siniestro porque varios médicos —un psiquiatra y un neurólogo— le habían firmado la baja para esos días. Pero el copiloto pudo subirse a la cabina del Airbus A320 porque en su trabajo nadie sabía de sus problemas de salud y él mismo ocultó la baja que le habían dado. Su novia sí que era consciente de los problemas psiquiátricos que padecía Lubitz, pero no de la gravedad de la situación, según la declaración que ha hecho a las autoridades francesas. Los abogados de algunas familias de víctimas del siniestro reclamaron ayer que las aerolíneas amplíen los controles psiquiátricos a los que someten a este colectivo.
[Por otra parte, la gendamería francesa ha anunciado este martes que las labores de rescate de los cuerpos en la zona de la tragedia del Airbus de Germanwings en Los Alpes ha finalizado. "No quedan cuerpos en la zona del siniestro. Mañana (miércoles), veinte militares cazadores alpinos subirán con los equipos para recuperar los objetos personales de las víctimas", declaró el teniente coronel de gendarmería Jean-Marc Ménichini a los medios franceses].
Las imágenes del final
El periódico sensasionalista alemán Bild y el semanario francés Paris Match aseguran en sus versiones digitales haber tenido acceso a un vídeo que fue grabado en los momentos inmediatamente anteriores al choque del avión de Germanwings con los Alpes. Las publicaciones no muestran el material, pero sí relatan que las imágenes son “caóticas, totalmente borrosas” y que fueron grabadas desde la parte posterior de la nave. Además, aseguran que en ellas es imposible identificar a ningún individuo.
“Los gritos que se escuchan confirman que los pasajeros a bordo estaban conscientes de la situación que vivían”, refieren ambos medios. “Se puede escuchar la frase ‘Dios mío’ en distintos idiomas”. Además, el relato asegura que se oyen al menos tres fuertes sonidos metálicos, que se pueden interpretar como los golpes del piloto intentando derribar la puerta con un hacha u otro objeto pesado hasta el final. Según un experto consultado por Bild “es muy improbable que un teléfono móvil sobreviva a un impacto como este, pero una tarjeta de memoria sí que puede permanecer intacta, a pesar de que el dispositivo que la albergaba se haya roto en mil pedazos”.
Luis Doncel
Berlín, El País
Andreas Lubitz envió en 2009 un correo electrónico a la escuela de pilotos de Lufthansa en la que le informaba de que había padecido un “episodio previo de depresión grave”. Tras un periodo de descanso que se tomó en la escuela que la aerolínea tiene en la ciudad alemana de Bremen, aportó está información como parte de la documentación que remitió para continuar con su proceso formativo. Lubitz recibió la confirmación médica de que era apto para volar y finalmente fue contratado por Germanwings, filial de bajo coste de Lufthansa, en septiembre de 2013 para trabajar como copiloto.
Ha sido Lufthansa la que ha proporcionado este dato hasta ahora desconocido: que el propio Lubitz —acusado de estrellar voluntariamente el avión en el que viajaba con otras 149 personas el pasado 24 de marzo— había informado a la compañía sobre sus problemas de salud. La aerolínea había asegurado hasta ahora tan solo que Lubitz interrumpió su proceso formativo, pero no especificó a las causas.
La información hecha pública ayer por Lufthansa añade algo de luz sobre lo que sabía la compañía cuando contrató al copiloto. La aerolínea había sostenido estos días que no conocía los problemas médicos de Lubitz, porque la información médica es de carácter confidencial, y que ellos solo saben si la Oficina Federal de Aviación alemana considera apto o no al candidato a trabajar en la cabina del avión. “Esta información no contradice en nada lo que habíamos dicho antes. Lubitz tuvo problemas en su periodo de formación; luego los superó y superó las pruebas; y las autoridades de aviación lo consideraron apto para volar”, aseguran a este periódico fuentes de la compañía. Carsten Spohr, presidente de Lufthansa, había dicho el pasado jueves que, según la información de la que disponían, Lubitz era “100% apto para el vuelo, sin ningún tipo de peculiaridad o limitación”.
“Para asegurar unas aclaraciones rápidas y continuas, Lufthansa —tras investigaciones internas— ha remitido documentos adicionales a la Fiscalía de Düsseldorf, en concreto documentos médicos y de formación. Estos incluyen la comunicación por correo electrónico del copiloto con la Escuela de Entrenamiento de Pilotos”, asegura la compañía en un comunicado.
La Fiscalía de Düsseldorf informó el lunes de que el copiloto había estado en tratamiento por “tendencias suicidas”. La normativa europea para personal de vuelo establece que “una solo acción autodestructiva o repetidos actos deliberados de daño autoinfligido” descalifican para obtener el certificado médico. Pero deja la puerta abierta a tomar en consideración tras una completa evaluación del caso individual”. No está claro si Lubitz trató de suicidarse hace años o simplemente tenía inclinaciones a dañarse a sí mismo.
Sólo enfermedades como la esquizofrenia son absolutamente inhabilitantes, pero en casos por ejemplo de depresión o alcoholismo el afectado puede pasar las pruebas médicas bajo ciertas condiciones. “Tras una recuperación plena y una consideración íntegra del caso, se puede estudiar un resultado positivo en función de las características y la gravedad de los trastornos”, añade la normativa, informa Lara Otero. Y si existe la “sospecha o la evidencia objetiva” de que un candidato padece alteraciones de personalidad o del comportamiento se deriva al solicitante a un psiquiatra para que dé su opinión y consejo.
El caso Lubitz ha dejado al descubierto varios agujeros en el sistema. Lufthansa es la compañía que contrató a un copiloto del que sabía que había padecido una depresión severa. Los médicos del Centro Aeromédico de Lufthansa son los que validaron las condiciones físicas de Lubitz. Y la Oficina Federal de Aviación alemana es la que otorga, en función de la información médica que haya recibido, el certificado de aptitud o no para volar. Además, Lubitz no podía haber volado el día del siniestro porque varios médicos —un psiquiatra y un neurólogo— le habían firmado la baja para esos días. Pero el copiloto pudo subirse a la cabina del Airbus A320 porque en su trabajo nadie sabía de sus problemas de salud y él mismo ocultó la baja que le habían dado. Su novia sí que era consciente de los problemas psiquiátricos que padecía Lubitz, pero no de la gravedad de la situación, según la declaración que ha hecho a las autoridades francesas. Los abogados de algunas familias de víctimas del siniestro reclamaron ayer que las aerolíneas amplíen los controles psiquiátricos a los que someten a este colectivo.
[Por otra parte, la gendamería francesa ha anunciado este martes que las labores de rescate de los cuerpos en la zona de la tragedia del Airbus de Germanwings en Los Alpes ha finalizado. "No quedan cuerpos en la zona del siniestro. Mañana (miércoles), veinte militares cazadores alpinos subirán con los equipos para recuperar los objetos personales de las víctimas", declaró el teniente coronel de gendarmería Jean-Marc Ménichini a los medios franceses].
Las imágenes del final
El periódico sensasionalista alemán Bild y el semanario francés Paris Match aseguran en sus versiones digitales haber tenido acceso a un vídeo que fue grabado en los momentos inmediatamente anteriores al choque del avión de Germanwings con los Alpes. Las publicaciones no muestran el material, pero sí relatan que las imágenes son “caóticas, totalmente borrosas” y que fueron grabadas desde la parte posterior de la nave. Además, aseguran que en ellas es imposible identificar a ningún individuo.
“Los gritos que se escuchan confirman que los pasajeros a bordo estaban conscientes de la situación que vivían”, refieren ambos medios. “Se puede escuchar la frase ‘Dios mío’ en distintos idiomas”. Además, el relato asegura que se oyen al menos tres fuertes sonidos metálicos, que se pueden interpretar como los golpes del piloto intentando derribar la puerta con un hacha u otro objeto pesado hasta el final. Según un experto consultado por Bild “es muy improbable que un teléfono móvil sobreviva a un impacto como este, pero una tarjeta de memoria sí que puede permanecer intacta, a pesar de que el dispositivo que la albergaba se haya roto en mil pedazos”.