Los sondeos de Israel apuntan a un empate de Netanyahu y Herzog
El primer ministro tiene más posibilidades de atraer socios para sumar la mayoría
Juan Carlos Sanz
Jerusalén, El País
Hasta el último momento jugó sus cartas, incluso debajo de la mesa, Benjamín Netanyahu. La autoridad electoral tuvo que intervenir de urgencia en plena jornada de votaciones cuando el primer ministro israelí ofreció una conferencia de prensa y pretendió que fuera retransmitida en directo por radio y televisión. El desesperado esfuerzo del líder del Likud en la recta final de la campaña parece haberle servido para ponerse por delante, según los primeros datos del escrutinio mientras sigue el conteo, de su principal rival, el laborista Isaac Herzog, que le había superado hasta ahora en intención de voto. Los sondeos a pie de urna auguraban un empate a 27 diputados (en un Parlamento de 120 escaños).
Los resultados finales aún tardará en constatarse, vista la complejidad del sistema de coaliciones y las difíciles negociaciones que se avecinan. El presidente de Israel, Reuven Rivlin, recomendó anoche un pacto de gran coalición entre las dos principales fuerzas.
Pero un sonriente Netanyahu se felicitó, ya de madrugada en Tel Aviv ante sus seguidores, por la “victoria” del Likud sobre las encuestas e invitó a los partidos conservadores a formar un “Gobierno nacional” en el que se comprometió a dar respuestas a la preocupación de los ciudadanos sobre el coste de la vida o el problema de la vivienda. Herzog también desoyó anoche el llamamiento del jefe del Estado al comparecer ante sus partidarios y anunció que intentará con todas su fuerzas constituir un “Gobierno social” que busque “la paz con los vecinos”.
Netanyahu confiaba en poder consagrarse ayer en las urnas en una especie de plebiscito a su carrera política. Su objetivo es ejercer un cuarto mandato (tercero consecutivo desde 2009) y convertirse en el primer ministro que más tiempo ha permanecido en el poder en la historia de Israel. Esa estrategia, que le llevó a adelantar las elecciones el pasado diciembre, se quebró ante la eficaz campaña desplegada por Herzog. El líder de la alianza de centroizquierda Unión Sionista ha confirmado finalmente que protagoniza un desafío a la hegemonía que ha ejercido la derecha israelí desde 2001. El candidato laborista llamó abiertamente a elegir entre “esperanza y desesperación” tras depositar su voto.
El líder del Likud se ha visto obligado a dar un brusco volantazo a la derecha al final de la campaña, que le ha alejado del electorado de centro, para no quedar relegado por Herzog. En el acelerón final, el primer ministro buscó atraerse a los colonos judíos al anunciar que si retiene el poder vetará la creación de un Estado palestino.
La estratagema le ha permitido permanecer a flote y no ser derrotado por el centroizquierda, pero se ha cobrado en cambio bajas en las filas de sus aliados, como el ministro de Economía y líder de Hogar Judío, Neftalí Bennett, cuya lista baja a nueve escaños, y el ministro de Asuntos Exteriores, el ultraderechista Avigdor Lieberman, que se queda con cinco diputados en sus filas.
“La campaña ha estado marcada por el personalismo por encima de los programas de los partidos”, analizó ayer los resultados el exportavoz diplomático Yigal Palmor. “Hay un empate entre los dos grandes partidos, pero también entre bloques a izquierda y derecha. Vamos a asistir a una compleja negociación que puede prolongarse más de un mes y en la que no se descarta ninguna opción de antemano”. Un 71,8% de los electores, ligeramente por encima de la media de anteriores comicios, ejerció su derecho al sufragio
Gideon Rahat, profesor de Ciencia Política de la Universidad Hebrea de Jerusalén y analista electoral, reconoció a su vez que “el giro que ha dado Netanyahu al final de la campaña, cuando ya estaba prohibida la publicación de sondeos, ha podido ser determinante para forzar un empate con Herzog”. “Lo que parece seguro es que al jefe del Likud le entró un ataque de pánico al ver las encuestas”, ironizó.
En opinión de este analista, el líder de Unión Sionista se ha quedado estancado en sus expectativas. “Está por ver si la renuncia a última hora de su aliada Tzipi Livni [exministra de Justicia y Asuntos Exteriores] a turnarse con él en el poder ha afectado a los resultados”, advirtió.
El profesor Rahat destacó el éxito del partido centrista Kulanu, del exministro de Comunicaciones Moshe Kahlon, que se estrena en la Knesset con 10 escaños, como una de las claves de los comicios. La popularidad de Kahlon en el anterior Gabinete de Netanyahu se disparó cuando logró abaratar las tarifas de la telefonía móvil tras abrir el sector a la competencia.
Los 11 escaños que suman los también centristas de Yesh Atid, del exministro de Finanzas Yair Lapid, les permitirán entrar en el juego de los pactos para garantizar la gobernabilidad al decantarse por Netanyahu o por Herzog.
A pesar de su cercanía ideológica al Likud, los partidos ultraortodoxos judíos —Shas (sefardí, con siete escaños) y Unión de la Torá y el Judaísmo (askenazi, seis escaños)— pueden acabar dando su apoyo al candidato de centroizquierda si les garantiza sus intereses económicos, en especial en el campo de la educación.
El líder laborista cuenta ya con el espaldarazo del izquierdista Meretz, que llega a cinco escaños, y espera recibir el respaldo tácito de la Lista Conjunta de partidos árabes, que con 13 diputados se ha convertido en la tercera fuerza del Parlamento israelí.
Juan Carlos Sanz
Jerusalén, El País
Hasta el último momento jugó sus cartas, incluso debajo de la mesa, Benjamín Netanyahu. La autoridad electoral tuvo que intervenir de urgencia en plena jornada de votaciones cuando el primer ministro israelí ofreció una conferencia de prensa y pretendió que fuera retransmitida en directo por radio y televisión. El desesperado esfuerzo del líder del Likud en la recta final de la campaña parece haberle servido para ponerse por delante, según los primeros datos del escrutinio mientras sigue el conteo, de su principal rival, el laborista Isaac Herzog, que le había superado hasta ahora en intención de voto. Los sondeos a pie de urna auguraban un empate a 27 diputados (en un Parlamento de 120 escaños).
Los resultados finales aún tardará en constatarse, vista la complejidad del sistema de coaliciones y las difíciles negociaciones que se avecinan. El presidente de Israel, Reuven Rivlin, recomendó anoche un pacto de gran coalición entre las dos principales fuerzas.
Pero un sonriente Netanyahu se felicitó, ya de madrugada en Tel Aviv ante sus seguidores, por la “victoria” del Likud sobre las encuestas e invitó a los partidos conservadores a formar un “Gobierno nacional” en el que se comprometió a dar respuestas a la preocupación de los ciudadanos sobre el coste de la vida o el problema de la vivienda. Herzog también desoyó anoche el llamamiento del jefe del Estado al comparecer ante sus partidarios y anunció que intentará con todas su fuerzas constituir un “Gobierno social” que busque “la paz con los vecinos”.
Netanyahu confiaba en poder consagrarse ayer en las urnas en una especie de plebiscito a su carrera política. Su objetivo es ejercer un cuarto mandato (tercero consecutivo desde 2009) y convertirse en el primer ministro que más tiempo ha permanecido en el poder en la historia de Israel. Esa estrategia, que le llevó a adelantar las elecciones el pasado diciembre, se quebró ante la eficaz campaña desplegada por Herzog. El líder de la alianza de centroizquierda Unión Sionista ha confirmado finalmente que protagoniza un desafío a la hegemonía que ha ejercido la derecha israelí desde 2001. El candidato laborista llamó abiertamente a elegir entre “esperanza y desesperación” tras depositar su voto.
El líder del Likud se ha visto obligado a dar un brusco volantazo a la derecha al final de la campaña, que le ha alejado del electorado de centro, para no quedar relegado por Herzog. En el acelerón final, el primer ministro buscó atraerse a los colonos judíos al anunciar que si retiene el poder vetará la creación de un Estado palestino.
La estratagema le ha permitido permanecer a flote y no ser derrotado por el centroizquierda, pero se ha cobrado en cambio bajas en las filas de sus aliados, como el ministro de Economía y líder de Hogar Judío, Neftalí Bennett, cuya lista baja a nueve escaños, y el ministro de Asuntos Exteriores, el ultraderechista Avigdor Lieberman, que se queda con cinco diputados en sus filas.
“La campaña ha estado marcada por el personalismo por encima de los programas de los partidos”, analizó ayer los resultados el exportavoz diplomático Yigal Palmor. “Hay un empate entre los dos grandes partidos, pero también entre bloques a izquierda y derecha. Vamos a asistir a una compleja negociación que puede prolongarse más de un mes y en la que no se descarta ninguna opción de antemano”. Un 71,8% de los electores, ligeramente por encima de la media de anteriores comicios, ejerció su derecho al sufragio
Gideon Rahat, profesor de Ciencia Política de la Universidad Hebrea de Jerusalén y analista electoral, reconoció a su vez que “el giro que ha dado Netanyahu al final de la campaña, cuando ya estaba prohibida la publicación de sondeos, ha podido ser determinante para forzar un empate con Herzog”. “Lo que parece seguro es que al jefe del Likud le entró un ataque de pánico al ver las encuestas”, ironizó.
En opinión de este analista, el líder de Unión Sionista se ha quedado estancado en sus expectativas. “Está por ver si la renuncia a última hora de su aliada Tzipi Livni [exministra de Justicia y Asuntos Exteriores] a turnarse con él en el poder ha afectado a los resultados”, advirtió.
El profesor Rahat destacó el éxito del partido centrista Kulanu, del exministro de Comunicaciones Moshe Kahlon, que se estrena en la Knesset con 10 escaños, como una de las claves de los comicios. La popularidad de Kahlon en el anterior Gabinete de Netanyahu se disparó cuando logró abaratar las tarifas de la telefonía móvil tras abrir el sector a la competencia.
Los 11 escaños que suman los también centristas de Yesh Atid, del exministro de Finanzas Yair Lapid, les permitirán entrar en el juego de los pactos para garantizar la gobernabilidad al decantarse por Netanyahu o por Herzog.
A pesar de su cercanía ideológica al Likud, los partidos ultraortodoxos judíos —Shas (sefardí, con siete escaños) y Unión de la Torá y el Judaísmo (askenazi, seis escaños)— pueden acabar dando su apoyo al candidato de centroizquierda si les garantiza sus intereses económicos, en especial en el campo de la educación.
El líder laborista cuenta ya con el espaldarazo del izquierdista Meretz, que llega a cinco escaños, y espera recibir el respaldo tácito de la Lista Conjunta de partidos árabes, que con 13 diputados se ha convertido en la tercera fuerza del Parlamento israelí.