La rebelión aimara que venció al líder indígena
El triunfo de Chapetón y Patzi ante Evo Morales simboliza el nuevo perfil político en Bolivia
Fernando Molina
La Paz, El País
Dos profesionales aimaras, representantes de diferentes partidos opositores, lograron las victorias más significativas sobre el partido de Evo Morales, el primer presidente indígena de Bolivia, en los recientes comicios regionales. Soledad Chapetón y Félix Patzi superaron al Movimiento al Socialismo (MAS) en sus bastiones históricos, la ciudad de El Alto y la Gobernación de La Paz, porque supieron ser atractivos para los sectores medios —mestizos— de ambas plazas, al mismo tiempo que pudieron cosechar el voto de protesta de los indígenas decepcionados por los candidatos propuestos por el oficialismo.
Es la primera vez que la oposición boliviana logra victorias de este calibre en La Paz, el centro político del país, una región mayoritariamente aimara y, desde 2006, fervorosa partidaria del MAS. En parte su éxito se debe al perfil de sus candidatos, que, a diferencia de los que llevaron las banderas oficialistas, combina educación universitaria, estilo de vida urbano, ideas modernizadoras, con una proximidad cultural e ideológica al mundo indígena y popular de la que antes la oposición carecía por completo, y que ahora, desde el desplazamiento de las élites mestizas tradicionales por el ascenso de Morales, se ha vuelto un requisito para hacer política, al menos en el occidente del país.
Ambos candidatos evitaron enfrentarse directamente con Evo durante la campaña, para concentrarse en sus adversarios directos. Por el contrario, su discurso reconoció algunos avances económicos y sociales logrados por el país bajo la dirección de Morales, pero al mismo tiempo criticó el hecho de que estos avances no produjeran suficiente bienestar para las familias ni fueran aprovechados por las autoridades locales para cambiar profundamente a sus comunidades.
Ahora, ambos ganadores piden al presidente, cuya popularidad ronda el 70%, que trabaje mancomunadamente con ellos. Morales ha dicho que no lo haría, porque les tiene desconfianza y cree que sabotearán sus programas. Se refirió en especial a Soledad Chapetón, que pertenece al partido de Samuel Doria Medina, su retador en las presidenciales del año pasado.
Patzi, en cambio, militó en el MAS hasta que este partido lo expulsó en 2010, después de que la policía lo detuviera por conducir en estado de ebriedad. Mostrando el carácter híbrido de la identidad indígena actual, este doctor en ciencias del desarrollo y ministro de Educación entre 2006 y 2007, purgó su falta haciendo mil adobes con sus propias manos, pena a la que lo sometieron los dirigentes de su comunidad de origen. En estas elecciones, Patzi fue candidato por un partido de izquierda, antiguamente aliado al MAS, pero en realidad él es una figura independiente, que en media campaña sorprendió con la afirmación de que se presentaría a las próximas elecciones y sería “el sucesor de Evo”.
Mientras Chapetón tiene una visión más liberal y hace hincapié en dar seguridad y crear oportunidades económicas para los muy emprendedores e independientes comerciantes y artesanos de El Alto, Patzi habla de un “tercer sistema” alternativo al capitalismo y al socialismo, inspirado en las relaciones colectivistas de los pueblos precolombinos. Sin embargo, igual que Evo, no tiene problema en combinar esta retórica con propuesta desarrollistas que despiertan la ilusión de la gente, como un tren eléctrico para comunicar las poblaciones aledañas con las ciudades de El Alto y La Paz.
La Constitución que Bolivia aprobó en 2009 indica sin más precisiones: “El Estado asume y promueve como principios ético-morales de la sociedad plural: ama qhilla, ama llulla, ama suwa (no seas flojo, no seas mentiroso ni seas ladrón), suma qamaña (vivir bien), ñandereko (vida armoniosa), teko kavi (vida buena), ivi maraei (tierra sin mal) y qhapaj ñan (camino o vida noble)”. Este artículo es resultado de la larga lucha de los dirigentes indígenas para que sus culturas sean reconocidas formalmente por la legislación y las instituciones bolivianas. Evo Morales tomó las ideas de estos indianistas y las usó para convertirse en “líder espiritual” de la mayoría (indígena) del país, pero al mismo tiempo su gobierno ha aplicado un programa de desarrollo tradicional basado en la estatización de la industria del gas, que es la que sostiene a Bolivia.
Esto alejó a muchos indianistas del Gobierno, entre ellos a Patzi, que tras el escándalo que lo alejó del MAS criticó el “doble discurso” del Gobierno. Sin embargo, apenas volvió a la política activa, Patzi tuvo que atenuar su ideología y concentrarse en soluciones pragmáticas a los problemas de sus electores, soluciones que, de aplicarse, confluirán en la corriente modernizadora que está transformando al país gracias al éxito de su economía, y en la que están incorporados, antes que nadie, los aimaras bolivianos.
Fernando Molina
La Paz, El País
Dos profesionales aimaras, representantes de diferentes partidos opositores, lograron las victorias más significativas sobre el partido de Evo Morales, el primer presidente indígena de Bolivia, en los recientes comicios regionales. Soledad Chapetón y Félix Patzi superaron al Movimiento al Socialismo (MAS) en sus bastiones históricos, la ciudad de El Alto y la Gobernación de La Paz, porque supieron ser atractivos para los sectores medios —mestizos— de ambas plazas, al mismo tiempo que pudieron cosechar el voto de protesta de los indígenas decepcionados por los candidatos propuestos por el oficialismo.
Es la primera vez que la oposición boliviana logra victorias de este calibre en La Paz, el centro político del país, una región mayoritariamente aimara y, desde 2006, fervorosa partidaria del MAS. En parte su éxito se debe al perfil de sus candidatos, que, a diferencia de los que llevaron las banderas oficialistas, combina educación universitaria, estilo de vida urbano, ideas modernizadoras, con una proximidad cultural e ideológica al mundo indígena y popular de la que antes la oposición carecía por completo, y que ahora, desde el desplazamiento de las élites mestizas tradicionales por el ascenso de Morales, se ha vuelto un requisito para hacer política, al menos en el occidente del país.
Ambos candidatos evitaron enfrentarse directamente con Evo durante la campaña, para concentrarse en sus adversarios directos. Por el contrario, su discurso reconoció algunos avances económicos y sociales logrados por el país bajo la dirección de Morales, pero al mismo tiempo criticó el hecho de que estos avances no produjeran suficiente bienestar para las familias ni fueran aprovechados por las autoridades locales para cambiar profundamente a sus comunidades.
Ahora, ambos ganadores piden al presidente, cuya popularidad ronda el 70%, que trabaje mancomunadamente con ellos. Morales ha dicho que no lo haría, porque les tiene desconfianza y cree que sabotearán sus programas. Se refirió en especial a Soledad Chapetón, que pertenece al partido de Samuel Doria Medina, su retador en las presidenciales del año pasado.
Patzi, en cambio, militó en el MAS hasta que este partido lo expulsó en 2010, después de que la policía lo detuviera por conducir en estado de ebriedad. Mostrando el carácter híbrido de la identidad indígena actual, este doctor en ciencias del desarrollo y ministro de Educación entre 2006 y 2007, purgó su falta haciendo mil adobes con sus propias manos, pena a la que lo sometieron los dirigentes de su comunidad de origen. En estas elecciones, Patzi fue candidato por un partido de izquierda, antiguamente aliado al MAS, pero en realidad él es una figura independiente, que en media campaña sorprendió con la afirmación de que se presentaría a las próximas elecciones y sería “el sucesor de Evo”.
Mientras Chapetón tiene una visión más liberal y hace hincapié en dar seguridad y crear oportunidades económicas para los muy emprendedores e independientes comerciantes y artesanos de El Alto, Patzi habla de un “tercer sistema” alternativo al capitalismo y al socialismo, inspirado en las relaciones colectivistas de los pueblos precolombinos. Sin embargo, igual que Evo, no tiene problema en combinar esta retórica con propuesta desarrollistas que despiertan la ilusión de la gente, como un tren eléctrico para comunicar las poblaciones aledañas con las ciudades de El Alto y La Paz.
La Constitución que Bolivia aprobó en 2009 indica sin más precisiones: “El Estado asume y promueve como principios ético-morales de la sociedad plural: ama qhilla, ama llulla, ama suwa (no seas flojo, no seas mentiroso ni seas ladrón), suma qamaña (vivir bien), ñandereko (vida armoniosa), teko kavi (vida buena), ivi maraei (tierra sin mal) y qhapaj ñan (camino o vida noble)”. Este artículo es resultado de la larga lucha de los dirigentes indígenas para que sus culturas sean reconocidas formalmente por la legislación y las instituciones bolivianas. Evo Morales tomó las ideas de estos indianistas y las usó para convertirse en “líder espiritual” de la mayoría (indígena) del país, pero al mismo tiempo su gobierno ha aplicado un programa de desarrollo tradicional basado en la estatización de la industria del gas, que es la que sostiene a Bolivia.
Esto alejó a muchos indianistas del Gobierno, entre ellos a Patzi, que tras el escándalo que lo alejó del MAS criticó el “doble discurso” del Gobierno. Sin embargo, apenas volvió a la política activa, Patzi tuvo que atenuar su ideología y concentrarse en soluciones pragmáticas a los problemas de sus electores, soluciones que, de aplicarse, confluirán en la corriente modernizadora que está transformando al país gracias al éxito de su economía, y en la que están incorporados, antes que nadie, los aimaras bolivianos.