Gurpegui cura las heridas del Athletic en la Europa League
Eibar, As
El Athletic se llevó con merecimiento el derbi de Ipurua, que deja al Eibar sumido en la preocupación después de su sexta derrota seguida. Bastó a los leones una primera mitad con la presión alta para acabar con los armeros, a los que se vio desfondados, más que en lo físico en lo psicológico. Nada que ver con la primera vuelta ni con su anterior encuentro en casa, ante el Elche. El histórico partido vecinal mantuvo cierta intriga hasta el final porque Jaime, el portero que debutaba, evitó el gol hasta en tres ocasiones. Iraizoz apenas se manchó los guantes un par de veces.
Valverde revolucionó el once con acierto pensando en la semifinal de Copa y en hacer daño en velocidad al Eibar, al que la marcha de Albentosa ha sido algo así como si a la Alemania de los setenta le quitasen a Beckenbauer. Metió a Guillermo, que llevaba sin jugar dos meses por el patadón del colchonero Giménez, y al lanzado Williams. Su movilidad fue primordial.
Los bilbaínos no se fueron con dos o tres goles de desventaja al descanso por Jaime, que dio la razón a Garitano al sentar a Irureta. El ex del Valladolid hizo dos brillantes intervenciones a Guillermo y Muniain, ésta a bocajarro, que impidieron una grieta mayor que la que puso Gurpegui al cabecear a placer un centro de De Marcos tras un córner en corto. El capitán se redimió así de su error ante el Torino y estuvo perfecto en defensa. En el Eibar apenas inquietó Manu del Moral. Estuvo plomizo ante un Athletic con medio equipo de suplentes.
A medio gas. El Eibar amagó con una salida fuerte en la segunda mitad y a los leones les bastó replegarse, jugar a medio gas y ganar las disputas con San José. Muniain e Ibai dilapidaron claros contragolpe y Aduriz tuvo el 0-2 en un cabezazo a medido centro de Iraola, que jugó nada menos que su partido 500.
El Athletic se llevó con merecimiento el derbi de Ipurua, que deja al Eibar sumido en la preocupación después de su sexta derrota seguida. Bastó a los leones una primera mitad con la presión alta para acabar con los armeros, a los que se vio desfondados, más que en lo físico en lo psicológico. Nada que ver con la primera vuelta ni con su anterior encuentro en casa, ante el Elche. El histórico partido vecinal mantuvo cierta intriga hasta el final porque Jaime, el portero que debutaba, evitó el gol hasta en tres ocasiones. Iraizoz apenas se manchó los guantes un par de veces.
Valverde revolucionó el once con acierto pensando en la semifinal de Copa y en hacer daño en velocidad al Eibar, al que la marcha de Albentosa ha sido algo así como si a la Alemania de los setenta le quitasen a Beckenbauer. Metió a Guillermo, que llevaba sin jugar dos meses por el patadón del colchonero Giménez, y al lanzado Williams. Su movilidad fue primordial.
Los bilbaínos no se fueron con dos o tres goles de desventaja al descanso por Jaime, que dio la razón a Garitano al sentar a Irureta. El ex del Valladolid hizo dos brillantes intervenciones a Guillermo y Muniain, ésta a bocajarro, que impidieron una grieta mayor que la que puso Gurpegui al cabecear a placer un centro de De Marcos tras un córner en corto. El capitán se redimió así de su error ante el Torino y estuvo perfecto en defensa. En el Eibar apenas inquietó Manu del Moral. Estuvo plomizo ante un Athletic con medio equipo de suplentes.
A medio gas. El Eibar amagó con una salida fuerte en la segunda mitad y a los leones les bastó replegarse, jugar a medio gas y ganar las disputas con San José. Muniain e Ibai dilapidaron claros contragolpe y Aduriz tuvo el 0-2 en un cabezazo a medido centro de Iraola, que jugó nada menos que su partido 500.