Entierran de nuevo al rey Ricardo III con gran pompa
Leicester, AP
Ricardo III, un monarca difamado cuyos restos fueron encontrados debajo de un estacionamiento, fue enterrado el jueves con gran pompa en medio de un sorprendente resurgimiento de su figura en Gran Bretaña.
La realeza, líderes religiosos y el actor Benedict Cumberbatch se unieron a arqueólogos, parientes lejanos de Ricardo y británicos curiosos para una ceremonia en la catedral de Leicester en la que los huesos del rey fueron enterrados con dignidad, 530 años después de su muerte en el campo de batalla.
"La reputación póstuma de Ricardo ha sido poco gloriosa", afirmó Gordon Campbell, orador público de la Universidad de Leicester, con relación a un hombre cuyo nombre fue por mucho tiempo un prototipo de villanía.
Pero ahora, dijo Campbell, tiene "el mayor número de seguidores de todos los monarcas ingleses" excepto por la reina Isabel II.
La Gran Bretaña del siglo XXI ha recibido con entusiasmo la historia del rey medieval cuyo esqueleto con cicatrices de batalla fue hallado debajo de un estacionamiento en Leicester en 2012.
Miles acudieron a ver su ataúd antes de la ceremonia del jueves, que fue televisada en vivo.
En su sermón, el obispo de Leicester, Tim Stevens, dijo que el descubrimiento del esqueleto "no sólo abrió un estacionamiento, sino la historia de una nación".
Stevens indicó que Ricardo fue hallado a sólo 35 metros (40 yardas) de donde fue enterrado de nuevo, pero su recorrido desde la ignominia hasta el honor fue evidencia de que la "reputación no tiene la última palabra, para Ricardo o para cualquiera de nosotros".
La ceremonia fue la culminación de una ola de Ricardomanía que había estado creciendo desde que arqueólogos que buscaban al rey desenterraron un esqueleto con una columna vertebral que tenía una curva distintiva.
Una labor científica detectivesca —que incluyó pruebas con radiocarbono, análisis de huesos y exámenes de ADN— confirmaron que los restos pertenecían al monarca perdido durante largo tiempo, el cual falleció en la Batalla de Bosworth, cerca de Leicester, en 1485.
El ganador, Enrique Tudor, se convirtió en el rey Enrique VII y fundó la dinastía Tudor.
Ricardo fue enterrado, sin ataúd, en una iglesia que fue demolida posteriormente. Durante siglos su imagen estuvo definida por la que William Shakespeare presenta en su obra "Ricardo III": un tirano jorobado hambriento de poder que asesinó a sus dos jóvenes sobrinos porque eran rivales por la corona.
Especialistas en genealogía de la Universidad de Leicester, que no dejaron nada sin examinar en lo relativo a Ricardo, identificaron a Cumberbatch como el primo segundo del rey fallecido, con 16 generaciones de diferencia.
"Concédanme una inscripción para mi nombre", leyó Cumberbatch sobre un monarca que estuvo durante siglos en una tumba olvidada.
Sin embargo, el rey sigue siendo una figura controversial. La reina actual —una pariente lejana, aunque no descendiente— no acudió a la ceremonia. Envió a su nuera Sofía, condesa de Wessex, en representación de la familia real.
Isabel II escribió una nota para la ceremonia, en la que hizo notar que el entierro "es un evento muy significativo a nivel nacional e internacional".
"Hoy reconocemos a un rey que vivió en épocas turbulentas y cuya fe cristiana lo sostuvo en la vida y en la muerte", agregó.
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Ricardo III, un monarca difamado cuyos restos fueron encontrados debajo de un estacionamiento, fue enterrado el jueves con gran pompa en medio de un sorprendente resurgimiento de su figura en Gran Bretaña.
La realeza, líderes religiosos y el actor Benedict Cumberbatch se unieron a arqueólogos, parientes lejanos de Ricardo y británicos curiosos para una ceremonia en la catedral de Leicester en la que los huesos del rey fueron enterrados con dignidad, 530 años después de su muerte en el campo de batalla.
"La reputación póstuma de Ricardo ha sido poco gloriosa", afirmó Gordon Campbell, orador público de la Universidad de Leicester, con relación a un hombre cuyo nombre fue por mucho tiempo un prototipo de villanía.
Pero ahora, dijo Campbell, tiene "el mayor número de seguidores de todos los monarcas ingleses" excepto por la reina Isabel II.
La Gran Bretaña del siglo XXI ha recibido con entusiasmo la historia del rey medieval cuyo esqueleto con cicatrices de batalla fue hallado debajo de un estacionamiento en Leicester en 2012.
Miles acudieron a ver su ataúd antes de la ceremonia del jueves, que fue televisada en vivo.
En su sermón, el obispo de Leicester, Tim Stevens, dijo que el descubrimiento del esqueleto "no sólo abrió un estacionamiento, sino la historia de una nación".
Stevens indicó que Ricardo fue hallado a sólo 35 metros (40 yardas) de donde fue enterrado de nuevo, pero su recorrido desde la ignominia hasta el honor fue evidencia de que la "reputación no tiene la última palabra, para Ricardo o para cualquiera de nosotros".
La ceremonia fue la culminación de una ola de Ricardomanía que había estado creciendo desde que arqueólogos que buscaban al rey desenterraron un esqueleto con una columna vertebral que tenía una curva distintiva.
Una labor científica detectivesca —que incluyó pruebas con radiocarbono, análisis de huesos y exámenes de ADN— confirmaron que los restos pertenecían al monarca perdido durante largo tiempo, el cual falleció en la Batalla de Bosworth, cerca de Leicester, en 1485.
El ganador, Enrique Tudor, se convirtió en el rey Enrique VII y fundó la dinastía Tudor.
Ricardo fue enterrado, sin ataúd, en una iglesia que fue demolida posteriormente. Durante siglos su imagen estuvo definida por la que William Shakespeare presenta en su obra "Ricardo III": un tirano jorobado hambriento de poder que asesinó a sus dos jóvenes sobrinos porque eran rivales por la corona.
Especialistas en genealogía de la Universidad de Leicester, que no dejaron nada sin examinar en lo relativo a Ricardo, identificaron a Cumberbatch como el primo segundo del rey fallecido, con 16 generaciones de diferencia.
"Concédanme una inscripción para mi nombre", leyó Cumberbatch sobre un monarca que estuvo durante siglos en una tumba olvidada.
Sin embargo, el rey sigue siendo una figura controversial. La reina actual —una pariente lejana, aunque no descendiente— no acudió a la ceremonia. Envió a su nuera Sofía, condesa de Wessex, en representación de la familia real.
Isabel II escribió una nota para la ceremonia, en la que hizo notar que el entierro "es un evento muy significativo a nivel nacional e internacional".
"Hoy reconocemos a un rey que vivió en épocas turbulentas y cuya fe cristiana lo sostuvo en la vida y en la muerte", agregó.
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