El Madrid se cita con su pesadilla

El sorteo concede al equipo de Ancelotti una nueva oportunidad de revancha ante el Atlético, que este año le ha privado de la Supercopa y la Copa, y le ha goleado en la Liga

Diego Torres
Madrid, El País
La noticia de que el Real Madrid jugará los cuartos de final de la Champions contra el Atlético en una eliminatoria a doble partido que se cerrará el 22 de abril en el Bernabéu, recorrió Chamartín como un viento frío, ayer al mediodía, después del eclipse solar.


Someter a determinados rivales supone prestigio internacional, el único prestigio que se contabiliza en los despachos de Padre Damián desde que en 2000 el Madrid trazó las primeras estrategias comerciales planetarias. Hay adversarios poderosos que aseguran la gloria en el triunfo y la honra en la eliminación. Pero el Atlético no entra en esa categoría. El Atlético no es el Bayern, ni la Juve, ni el United. Tampoco es el Barcelona con su aura de superequipo. Vencer al Atlético es algo que muchos socios madridistas no solo exigen sino que sobreentienden cuando repasan el desequilibrio reflejado en los presupuestos: 120 millones de euros contra más de 500. Sensible al rumor de la tribuna, a los responsables del Madrid no hay cosa que les inquiete más que pensar en el bochorno de quedar fuera de la Champions contra el conjunto de las rayas rojiblancas.

Emilio Butragueño acudió al sorteo de Nyón en calidad de responsable de las relaciones institucionales del Madrid ante la UEFA. Al acabar la ceremonia emitió su veredicto con su habitual tono difuso. “Ellos son muy fuertes”, dijo el Buitre. “Podría haber sido mejor… Y a lo mejor podría haber sido peor”.

Los mejores momentos del periplo de la Décima no fueron los momentos finales. Como dijo el presidente Florentino Pérez en su discurso de la semana pasada, el trofeo alcanzó dignidad porque en el camino el Madrid goleó 0-4 al Bayern en Múnich, “en el mejor partido que se recuerda en la historia de la Champions”. La evocación de la final de Lisboa y sus 93 minutos de sufrimiento ante el Atlético no es algo que llene de satisfacción a los madatarios madridistas ni a su presidente, sobresaltado desde que tuvo conocimiento de la alineación titular, con Sami Khedira atornillado al mediocampo del estadio da Luz.

“Yo sabía que íbamos a marcar”, suele bromear Florentino Pérez. “Por eso, cuando el árbitro señaló ese córner y miré el reloj y vi que era el minuto 93, me dije: ‘Ahora marcamos”.

La mística del momento, inmortalizado por el cabezazo de Ramos que permitió el 1-1 y la prórroga, es materia de regocijo popular. Desde esta temporada, la grada del tercer anfiteatro del Bernabéu ha sido bautizada como Fondo Minuto 93. Los hinchas incluso compusieron una canción que entonan cada jornada. Forma parte del folclore.

Las incertidumbres que la directiva reservó al resultado del partido de Lisboa contrastaron con el convencimiento de la plantilla. Ramos, Cristiano, Di María o Pepe, no dudaron que ganarían. En las semanas que precedieron a la final, en el vestuario repetían la máxima futbolera que dice que en los trofeos disputados “a un solo partido” se impone siempre el equipo con más calidad. Nadie en Valdebebas tuvo ni tiene dudas sobre la jerarquía superior de la plantilla del Madrid. Pero, ¿y a doble partido? Más por superstición que por ciencia los jugadores del Madrid no se han sentido cómodos en competiciones de desgaste cuando han chocado contra el Atlético. Desde la final de Lisboa no han vuelto a ganar ni una sola vez. Seis partidos. Cuatro derrotas y dos empates. Una final a doble vuelta de la Supercopa de España, unos cuartos de Copa del Rey y los dos encuentros de Liga se han saldado con 12 goles en contra del Madrid y cuatro a favor. Resultados deprimentes, como el 4-0 del último derbi en el Calderón, origen de una crisis que el propio Florentino Pérez se encargó de gestionar con un par de visitas a Valdebebas que infundieron nerviosismo entre los futbolistas. Ancelotti, a ojos de empleados y dirigentes, quedó señalado. Ahora el destino le ofrece la revancha.

Será el tercer cruce de Atlético y Madrid en la Copa de Europa, con un solo precedente a doble partido: las semifinales de 1959, empatadas con un 2-2 global y desempatadas en el campo neutral de La Romareda a favor madridista.

Cuenta un directivo que el día que se clasificaron para jugar la final de Copa del Rey en el Bernabéu contra el Atlético, en 2013, Florentino Pérez comentó —premonitorio— que el acontecimiento le resultaba tan atractivo como “un saco de arena”.

La final de Lisboa pareció conjurar definitivamente aquellas aprehensiones. Pero el sorteo de Nyón supone otra vuelta de tuerca en esta inesperada pesadilla madridista.

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