El Madrid enfada al Bernabéu
Madrid, As
Pasó el Madrid, pero sin felicidad, entre pitos de su afición, desconcertada por el derrumbe de este equipo al que le quedan los goles de Cristiano y poco más. Con sus dos cabezazos en la primera parte y el buen gol de Benzema en la segunda, limitó la catástrofe. Fueron tres buenos goles, pero sin juego que los justificara. Los de Cristiano, dos cabezazos plenos, propios de gran delantero centro clásico, con poderío, estatura y astucia para el movimiento en el área. El de Benzema, ya en la segunda parte y que fue el 3-2, llegó en primorosa jugada personal, bien que favorecida por un movimiento suicida del portero.
Pero en torno a esos tres goles el Schalke marcó cuatro, que pudieron ser más, y buena prueba de ello es el tirazo de Huntelaar a la escuadra. Y los marcó porque al Madrid le pasó lo de tantas veces: los tres de arriba no cooperan en la recuperación y los tres de la media se quedan en inferioridad. Dudan si ir a la presión o retroceder, a veces unos hacen una cosa y otros otra, a veces parecen huir en tropel, como los defensas. El Schalke llegaba hasta arriba sin mayores esfuerzos, y ahí afilaba el cuchillo. El cuchillo es Huntelaar, jugador con excelente sentido del gol, pero que ayer además estuvo bien acompañado.
Total, que el Madrid se vio 3-4 en el 82’, a un gol de la eliminación. A partir de ahí paró bien Casillas, que pudo hacer más en los tres primeros goles. El final fue angustioso y cada vez se hace más incomprensible la superstición de mantener ahí la BBC, más aún a la vista del bajo momento de Bale. Al menos vimos que Modric está de vuelta y sano. Jugó buena media hora. Pero el modelo no se aguanta y el Bernabéu está irritado. Casillas tuvo el buen gesto de reunir a todos en el círculo central al final, en una especie de saludo expiatorio. Cristiano rezongó. Hizo mal. Él es grande en el juego, pero pequeño en los gestos.
Pasó el Madrid, pero sin felicidad, entre pitos de su afición, desconcertada por el derrumbe de este equipo al que le quedan los goles de Cristiano y poco más. Con sus dos cabezazos en la primera parte y el buen gol de Benzema en la segunda, limitó la catástrofe. Fueron tres buenos goles, pero sin juego que los justificara. Los de Cristiano, dos cabezazos plenos, propios de gran delantero centro clásico, con poderío, estatura y astucia para el movimiento en el área. El de Benzema, ya en la segunda parte y que fue el 3-2, llegó en primorosa jugada personal, bien que favorecida por un movimiento suicida del portero.
Pero en torno a esos tres goles el Schalke marcó cuatro, que pudieron ser más, y buena prueba de ello es el tirazo de Huntelaar a la escuadra. Y los marcó porque al Madrid le pasó lo de tantas veces: los tres de arriba no cooperan en la recuperación y los tres de la media se quedan en inferioridad. Dudan si ir a la presión o retroceder, a veces unos hacen una cosa y otros otra, a veces parecen huir en tropel, como los defensas. El Schalke llegaba hasta arriba sin mayores esfuerzos, y ahí afilaba el cuchillo. El cuchillo es Huntelaar, jugador con excelente sentido del gol, pero que ayer además estuvo bien acompañado.
Total, que el Madrid se vio 3-4 en el 82’, a un gol de la eliminación. A partir de ahí paró bien Casillas, que pudo hacer más en los tres primeros goles. El final fue angustioso y cada vez se hace más incomprensible la superstición de mantener ahí la BBC, más aún a la vista del bajo momento de Bale. Al menos vimos que Modric está de vuelta y sano. Jugó buena media hora. Pero el modelo no se aguanta y el Bernabéu está irritado. Casillas tuvo el buen gesto de reunir a todos en el círculo central al final, en una especie de saludo expiatorio. Cristiano rezongó. Hizo mal. Él es grande en el juego, pero pequeño en los gestos.