El gigante del empleo precario se revuelve ante el estigma

La cadena de supermercados estadounidense Walmart sube el sueldo a sus empleados tras años de quejas

Joan Faus
Washington, El País
Es un Walmart distinto. El hipermercado de bajo coste no está a las afueras de una ciudad, rodeado de un sinfín de plazas de aparcamiento. Es más pequeño, moderno y cuidado. Y no atrae principalmente a clientes de pocos recursos. También de clase media, como jóvenes blancos vestidos con elegante ropa de oficina. El establecimiento en la calle H de Washington demuestra la evolución de la mayor cadena minorista del mundo. Ocupa la esquina de un edificio de apartamentos de lujo en una zona antes deprimida de la capital de Estados Unidos.


Los apartamentos se inauguraron hace un año, casi a la vez que este Walmart, el segundo en Washington. El otro está en una zona más remota y pobre. El alquiler de los apartamentos oscila entre 2.151 y 3.858 dólares al mes. A un empleado de Walmart le sería cómodo vivir allí. Pero imposible de pagar. De promedio, un trabajador a tiempo completo gana 12,94 dólares la hora, según datos del mayor empleador privado de EE UU y el que más ingresa. En una jornada de 30 horas a la semana, son 1.552 dólares al mes.

Walmart, fundado en 1962 y con más de 5.000 establecimientos en EE UU, es en este país sinónimo de precariedad laboral y desigualdad de ingresos. Lo es por sus bajos sueldos y las condiciones de sus trabajadores, que sufren continuos cambios de turnos y son presionados para que no se incorporen a sindicatos.

Desde hace tres años, la empresa es objeto de huelgas y una campaña para que suba su salario mínimo a 15 dólares la hora bajo el argumento de que muchos de sus empleados viven por debajo del nivel de pobreza y reciben subsidios públicos para poder comprar alimentos. La mala imagen ha calado. De las 100 compañías más conocidas, Walmart ocupa la posición 84 en reputación en el ránking anual difundido a principios de febrero por Harris Poll. A las dos semanas, la cadena de hipermercados cedió a la presión: anunció una subida salarial para 500.000 de sus 1,3 millones de empleados en EE UU y cambios en el sistema de turnos.

La cadena subirá el sueldo de sus empleados tras años de quejas

En abril, el sueldo mínimo ascenderá a nueve dólares por hora, 1,75 dólares más del mínimo federal. Y en febrero, hasta diez. Para Brandi, una mujer negra de 27 años que trabaja a tiempo parcial en el local de Washington, es insuficiente. “Tienen que pagar más”, dice. Ella cobra 9,25 dólares la hora. Le resulta “muy difícil” llegar a fin de mes.

La subida salarial le costará a Walmart unos 1.000 millones de dólares. En 2014, registró un beneficio neto de 16.360 millones. Su consejero delegado ganó 26 millones. La Walton —los hijos de Sam, el fundador del imperio— es la familia más rica de EE UU (152.000 millones de dólares), según el índice de Forbes.

La decisión de subir los salarios llega en pleno debate sobre la desigualdad económica. El presidente de EE UU, Barack Obama, lleva un año pidiendo al Congreso que apruebe un aumento del sueldo mínimo federal de 7,25 a 10,10 dólares la hora. En enero, 29 estados subieron su paga mínima, pero por debajo de los diez dólares. Ajustado a la inflación, el sueldo mínimo actual es un 20% inferior al de finales de los años 60.

En su libro The Walmart Effect (El efecto Walmart), el periodista Charles Fishman analiza el impacto del grupo con sede en Arkansas en la vida y economía estadounidense. “Muchas cosas son más baratas gracias a Walmart”, dice en una entrevista telefónica. La compañía revolucionó el consumo por sus bajos precios y por el hecho de vender en un mismo lugar alimentos, ropa, televisores o pistolas.

El impacto de Walmart es ambivalente: hace las compras más cómodas y baratas, pero eso implica precarizar producción y sueldos. “Las condiciones laborales están en el precio”, dice Fishman. Cree que el objetivo de las nuevas medidas es “cambiar la percepción” de que Walmart es un mal lugar donde trabajar. Cada año el 50% de los empleados dejan Walmart. La meta es retenerlos en un contexto de sólido crecimiento de la economía estadounidense. Subir los salarios es parte de esta estrategia, como ya han hecho otras grandes compañías. Abrir locales más pequeños en centros urbanos, también. Washington es el principio.

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