Ciudad alemana llora a 16 jóvenes muertos en accidente aéreo

Haltern, AP
Laura Beer esperó en la estación de tren, deseando ver a su mejor amiga a su regreso tras una semana de intercambio académico en España.


El tren llegó como estaba previsto el martes por la tarde, dijo Beer, de 14 años, pero su amiga Paula, alumna de décimo grado, no estaba dentro.

"Volví a casa", dijo Beer el miércoles a The Associated Press, enjugándose las lágrimas tras sus gafas de montura roja. "Entonces fue cuando mis padres me dijeron que Paula estaba muerta".

Su amiga estaba entre los 16 estudiantes y dos profesores de la escuela secundaria de Haltern, en el este de Alemania, que murieron el martes en el accidente del vuelo 9525 de Germanwings que viajaba de Barcelona a Duesseldorf cuando se estrelló en los Alpes franceses. Se cree que entre los 150 muertos había un total de 67 alemanes, muchos españoles y ciudadanos de Australia, Japón, Israel, Turquía, Dinamarca y Holanda.

El accidente fue un mazazo para la localidad de Haltern. En esta población rural, rodeada de campo y unos 80 kilómetros (50 millas) al nordeste de Duesseldorf, parece que todo el mundo conocía a alguien que murió en el siniestro.

Las escuelas cancelaron las clases el miércoles, pero instó a los alumnos a acudir para hablar con amigos, psicólogos y otros terapeutas. La policía estableció una barrera de separación frente al edificio para mantener a las docenas de periodistas y cámaras alejados de los niños, que se abrazaban y lloraban en un improvisado santuario de velas y flores a la entrada de la escuela.

"Estamos aquí para ayudar en un día difícil, para que la gente aquí en Haltern tenga la oportunidad de llorar", explicó la portavoz policial Inge Such.

"Somos una ciudad de 38.000 personas", dijo el alcalde, Bodo Klimpel, en la televisora ARD, añadiendo que su hijo asiste a la misma escuela que los estudiantes fallecidos. "Es natural que uno conozca personalmente a alguien".

Un cartel pintado a mano se apoyaba sobre un tablero de tenis de mesa al aire libre, con las palabras "Ayer éramos muchos, hoy estamos solos", y 16 cruces dibujadas debajo.

Beer era una de los que acudieron desde una escuela vecina para estar con los estudiantes del Joseph Koening y tratar de asumir lo ocurrido.

"Estábamos hablando entre nosotros, la atmósfera era indescriptible", dijo. "Una no puede creer que su amiga se haya ido".

Stefanie Gabler trató de llevar a su hija de cinco años Milena al memorial para colocar dos velas y un dibujo que hizo la niña, pero se sintieron acosadas por las cámaras de televisión.

"Llegaron de todas partes. Incluso traté de meterme por una puerta trasera, pero la policía no me dejó", dijo Gabler.

En España, las autoridades dijeron haber identificado de forma preliminar a 49 ciudadanos españoles que habrían viajado a bordo del avión, basándose en las declaraciones de las familias y en la lista de pasajeros, señaló Francisco Martínez, secretario de Estado de Seguridad, que describió la cifra como "provisional".

El director ejecutivo de la aerolínea Germanwings, sin embargo, estimó en 72 el número de alemanes que iban a bordo del avión siniestrado, indicando que 35 víctimas eran españolas y 2 de origen estadounidense.

En Llinars del Valles, la pequeña localidad al nordeste de Barcelona donde los estudiantes alemanes acababan de terminar su estancia de una semana, los alumnos asistieron a un servicio funerario en el instituto Giola. También se celebró un minuto de silencio en el ayuntamiento local.

"Ha sido un gran golpe", dijo Gerónimo González, de 18 años. "Es duro hablar con los otros chicos, porque no hay vuelta atrás".

Yassine Heddadi, otro estudiante de Llinars del Valles, dijo que hace apenas unos días salió a cenar con nueve de los alemanes, ocho chicas y un muchacho, y hablaron de fútbol y otras cosas.

"Fue muy divertido, nos reímos mucho", recuerda el joven de 17 años, agregando que una de las chicas alemanas lo molestaba porque su equipo favorito hace poco había vencido al español Real Madrid en la Liga de Campeones.

Heddadi dice que en un principio no creía lo que había pasado. "Estaba en shock", agregó.

A su vez, el Liceu de Barcelona guardó dos minutos de silencio a mediodía en memoria de dos cantantes de ópera alemanes — Oleg Bryjak y Maria Radner — que viajaban en el avión y habían actuado en el teatro de ópera el pasado fin de semana.

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