Barcelona - Real Madrid (2-1): El Madrid duró lo que Modric
Barcelona, AS
El equipo blanco se sobrepuso al tanto inicial de Mathieu y lo bordó hasta el descanso. Cristiano firmó el empate. Un tanto de Suárez, cuando peor lo pasaba el Barça, decidió. El equipo de Luis Enrique toma una ventaja de cuatro puntos.
Ganó el Barça, que pudo golear. Y perdió el Madrid, que también pudo hacerlo, aunque ahora ese recuerdo ya nos quede lejos. Sucedió que pesó más la segunda parte que la primera. Ocurrió que se agotó Modric y que apareció Luis Suárez, un fogonazo. Su gol trazó la frontera entre lo que pudo ser un infierno para los locales y lo que acabó siendo un paraíso para ellos.
No sólo son tres puntos, cuatro en la Liga. El Barcelona ha demostrado la validez de su cambio de estilo. Ya no hablamos de aquel Barça que raptaba el balón y lo utilizaba como un péndulo para hipnotizar al contrario. Su esfuerzo por ser vertical ha coincidido con el empeño del Madrid por elaborar más el juego. Al mismo tiempo, se han borrado las diferencias entre buenos y malos de película, simpáticos y ofuscados. Desde esa perspectiva, los enemigos nunca han estado tan próximos. Comparten la impaciencia, tocan parecido y comen con tridente. El resultado, sin embargo, nos señala que el Barcelona sale vencedor del reajuste, al menos tras el combate del Camp Nou.
El equipo blanco se sobrepuso al tanto inicial de Mathieu y lo bordó hasta el descanso. Cristiano firmó el empate. Un tanto de Suárez, cuando peor lo pasaba el Barça, decidió. El equipo de Luis Enrique toma una ventaja de cuatro puntos.
Ganó el Barça, que pudo golear. Y perdió el Madrid, que también pudo hacerlo, aunque ahora ese recuerdo ya nos quede lejos. Sucedió que pesó más la segunda parte que la primera. Ocurrió que se agotó Modric y que apareció Luis Suárez, un fogonazo. Su gol trazó la frontera entre lo que pudo ser un infierno para los locales y lo que acabó siendo un paraíso para ellos.
No sólo son tres puntos, cuatro en la Liga. El Barcelona ha demostrado la validez de su cambio de estilo. Ya no hablamos de aquel Barça que raptaba el balón y lo utilizaba como un péndulo para hipnotizar al contrario. Su esfuerzo por ser vertical ha coincidido con el empeño del Madrid por elaborar más el juego. Al mismo tiempo, se han borrado las diferencias entre buenos y malos de película, simpáticos y ofuscados. Desde esa perspectiva, los enemigos nunca han estado tan próximos. Comparten la impaciencia, tocan parecido y comen con tridente. El resultado, sin embargo, nos señala que el Barcelona sale vencedor del reajuste, al menos tras el combate del Camp Nou.