Atlético 1 - Leverkusen 0 (3-2): el sufrimiento tuvo recompensa


Madrid, As
El fútbol es muchas cosas y una de ellas es deporte; sólo una de ellas. De eso, de tocar el balón, pasárselo al compañero, regatear y marcar, hubo muy poco en el Manzanares; lo que quiso Arda. Pero el fútbol, insisto, es más que el juego. Es emoción y miedo, entrega y fuerza, 50.000 gargantas cantando al unísono, héroes y villanos, sorpresas y errores, la vida condensada en un par de horas de tortura lenta y, seguramente, innecesaria. Quieres dejar de mirar, pero no puedes. De todo eso el partido fue sobrado. Y al final, tras una agonía por momentos cruel, el Atleti avanzó a cuartos de final tras una tanda de penaltis que colocó como protagonistas inesperados a Fernando Torres, que marcó el lanzamiento decisivo antes de que Kiessling mandara a las nubes el último, y Oblak, que sustituyó al lesionado Moyá a los 21 minutos, y acabó saliendo coronado de la primera tanda que gana el Atleti en Europa. El fútbol es muchas cosas y la más importante es que es maravilloso.


En lo que ahora parece un par de días antes del emocionante abrazo final, el partido empezó con sorpresa. Simeone dejó en el banquillo a Gabi y metió en el once a Cani, al que apenas había utilizado desde su fichaje. Le juntaba con Arda, Koke y Griezmann para, supuestamente, mimar el balón con los artistas. Veinte minutos después, la pelota se creía una gaviota: no había tocado tierra. Además, en el desbarajuste Moyá cayó lesionado sacando a escena al olvidado Oblak. El esloveno respondió al resto con solvencia y puede ser el inicio de una hermosa amistad.

De ese amor entre pelotazos sin destino sólo podía nacer un gol de rebote. En el 27’, tras una falta lateral y varios rechaces, Cani cedió a Mario Suárez en la frontal y éste enganchó un zurdazo que batió a Leno tras tocar en Toprak. Mario, que estaba fuera del Atleti hace un par de meses, marcaría luego su penalti y demostró de nuevo que su irregularidad siempre ofrece premio en los partidos grandes.

El gol no calmó al Atleti, pese a que el Leverkusen seguía demostrando que es un gran equipo entre las frontales y uno ramplón en las áreas. Mandzukic, lentísimo en un pase maestro de Arda, pareció lesionarse justo antes del descanso, pero Simeone sorprendió gastando el segundo cambio en Cani y no en él. Nada más empezar el segundo tiempo esto dio lugar a una estrambótica escena en la que, con el croata cojo, Gabi se preparó para entrar antes de que el Cholo le parase en el último instante. La resistencia de Mandzukic fue clave para que, en el 83’, Torres pudiera entrar para ser, como tantas veces, héroe.

El partido llegó a la prórroga sin que nadie ofreciera resistencia, con Koke siguiendo una vieja tradición rojiblanca, de Ibagaza a Simao, de sacar los córners cortos. En el tiempo extra se agigantó Arda, un genio de otro partido, pero no le acompañó nadie, Leno hizo un par de paradas y los penaltis asomaron como aparente sentencia para un Atleti extenuado. Pero el Atleti, como el fútbol, es muchas cosas, dos de ellas imprevisible e irreductible. Aparecieron los héroes y el resto es historia. Sufrida y hermosa historia.

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