Aduriz es la diferencia
Bilbao, As
Probablemente no haya un solo jugador en Primera que tenga influencia en su equipo como Aritz Aduriz. La presencia del delantero marcó claramente el guión del encuentro. Mientras permaneció en el terreno de juego, el Athletic ganaba todas las batallas (sobre todo las aéreas), jugaba a placer con un resultado muy favorable (0-2) y no sufría apuros ante un Celta totalmente bloqueado.
En la primera guerra que ganó Aduriz por alto, le sirvió un gran balón a Muniain, quien supo aguantar hasta la llegada de Augusto para provocar la embestida. Se lo pensó mucho Mateu, pero acabó señalando los once metros. Quizás algo riguroso. Sergio intentó poner nervioso a Aduriz en el duelo mental que asumen los pistoleros en ese cara a cara. Lo intentó en vano. El líder bilbaíno le fusiló sin pestañear.
Con el viento a favor y el Celta más preocupado de protestar que de jugar, Aduriz siguió con su particular exhibición. Williams robó en la medular y le entregó el balón. Dribló a Cabral y Sergio evitó el segundo solo dos minutos después del penalti. Encarrilaron el encuentro los bilbaínos, como no, a balón parado. Seis de los últimos siete goles que le han endosado al Celta han sido con la pelota quieta. Centró Beñat, voló Aduriz, el balón se estrelló en el larguero y San José aprovechó el rechace para marcar. Tuvo la sentencia Aduriz antes del descanso, pero erró en el control cuando ya se quedaba solo. A veces, los héroes también fallan.
Reacción. A falta de media hora para el final se produjeron dos hechos que cambiaron un partido visto para sentencia. Aduriz se tuvo que retirar por lesión y Berizzo introdujo a Santi Mina en el Celta. El atacante vigués fue el gran revulsivo en un momento en el que los bilbaínos parecían desnortados ante la baja de su referente. Mina estuvo a punto de marcar a los pocos segundos de entrar y gozó de otra ocasión pocos minutos después. Le faltó puntería en el último remate.
Con los nuevos aires, el Celta empezó a creer en la remontada y atacó con la intensidad de un torbellino. Nolito se transformó en un huracán, Krohn empezó a ordenar y Orellana buscaba el desborde. En una de tantas aproximaciones, Larrivey empujó el balón a la red y Balaídos apeló a la épica. El empate parecía solo cuestión de tiempo, pero Iraizoz aguantó bien el tipo. Reaccionó demasiado tarde el Celta y el Athletic sumó su cuarta victoria consecutiva en Liga.
Probablemente no haya un solo jugador en Primera que tenga influencia en su equipo como Aritz Aduriz. La presencia del delantero marcó claramente el guión del encuentro. Mientras permaneció en el terreno de juego, el Athletic ganaba todas las batallas (sobre todo las aéreas), jugaba a placer con un resultado muy favorable (0-2) y no sufría apuros ante un Celta totalmente bloqueado.
En la primera guerra que ganó Aduriz por alto, le sirvió un gran balón a Muniain, quien supo aguantar hasta la llegada de Augusto para provocar la embestida. Se lo pensó mucho Mateu, pero acabó señalando los once metros. Quizás algo riguroso. Sergio intentó poner nervioso a Aduriz en el duelo mental que asumen los pistoleros en ese cara a cara. Lo intentó en vano. El líder bilbaíno le fusiló sin pestañear.
Con el viento a favor y el Celta más preocupado de protestar que de jugar, Aduriz siguió con su particular exhibición. Williams robó en la medular y le entregó el balón. Dribló a Cabral y Sergio evitó el segundo solo dos minutos después del penalti. Encarrilaron el encuentro los bilbaínos, como no, a balón parado. Seis de los últimos siete goles que le han endosado al Celta han sido con la pelota quieta. Centró Beñat, voló Aduriz, el balón se estrelló en el larguero y San José aprovechó el rechace para marcar. Tuvo la sentencia Aduriz antes del descanso, pero erró en el control cuando ya se quedaba solo. A veces, los héroes también fallan.
Reacción. A falta de media hora para el final se produjeron dos hechos que cambiaron un partido visto para sentencia. Aduriz se tuvo que retirar por lesión y Berizzo introdujo a Santi Mina en el Celta. El atacante vigués fue el gran revulsivo en un momento en el que los bilbaínos parecían desnortados ante la baja de su referente. Mina estuvo a punto de marcar a los pocos segundos de entrar y gozó de otra ocasión pocos minutos después. Le faltó puntería en el último remate.
Con los nuevos aires, el Celta empezó a creer en la remontada y atacó con la intensidad de un torbellino. Nolito se transformó en un huracán, Krohn empezó a ordenar y Orellana buscaba el desborde. En una de tantas aproximaciones, Larrivey empujó el balón a la red y Balaídos apeló a la épica. El empate parecía solo cuestión de tiempo, pero Iraizoz aguantó bien el tipo. Reaccionó demasiado tarde el Celta y el Athletic sumó su cuarta victoria consecutiva en Liga.