Un mordisco a Luis Suárez
En muchos sentidos, son tiempos volcánicos para cierto periodismo, ardiente de morder con cualquier desmadre
José Sámano, El País
Tras la lección del Barcelona en Manchester del pasado martes, algunos medios británicos pasearon el partido por el fango y agitaron los fantasmas contra Luis Suárez. En una maniobra demencial, quisieron hacer creer que el uruguayo casi muerde de nuevo. “Luis Suárez in fresh bite controversy? Surely not (¿Polémica por otro bocado fresco de Luis Suárez? Por supuesto que no”. Así titulaba The Telegraph en su edición digital. “Has Luis Suárez been biting again? (¿Ha mordido Luis Suárez otra vez?)”, apuntaba el Mirror, de los primeros en adulterar la llama. Son solo ejemplos, porque no fueron los únicos. Bastó el señuelo para que el falso asunto corriera por las redes sociales, o quién sabe si fueron las redes las que iluminaron a los medios.
No importó que las imágenes exhibidas por los mismos medios certificaran sin duda que Suárez apenas agacha la barbilla tras ponerle Demichelis, zaguero del Manchester City, el antebrazo en la nuez. Se ha llegado a sostener que quizá ese gesto con el mentón obedeciera a un primer instinto de volver a las andadas. Como la cabeza de Suárez es de Suárez solo cabe la verdad, su acción, cristalina en este caso. De ser verificable lo del primer impulso estaríamos ante un chico que, por ahora, ha logrado contenerse. Lo mismo dio, el ventilador de la porquería ya estaba en marcha y más de un medio habrá contabilizado suculentos pinchazos digitales. Otros muchos se habrán excitado al ver engordada su cuenta de seguidores tuiteros y demás. Luis Suárez ya pagó con creces por sus horribles mordisqueos y tiene todo el derecho del mundo a que su imagen no se arrastre por el lodo sin más ni más. Enredar de forma intencionada y levantar a sabiendas falsas sospechas quiebra de raíz los mínimos códigos éticos. Y si alguien se los salta, al menos que sea desenmascarado, que no se le siga el juego, como se vio en la telaraña social y ciertos refugios mediáticos.
En muchos sentidos, son tiempos volcánicos para cierto periodismo, ardiente de morder con cualquier desmadre. Antes de la siguiente dentellada convendría que se abriera de una vez un periodo de reflexión. Por mucha crisis que azote, no vale todo. Ni ahora, ni nunca. Esta vez, el mordisco se lo ha llevado el uruguayo. Nadie tendrá sanción por ello.
José Sámano, El País
Tras la lección del Barcelona en Manchester del pasado martes, algunos medios británicos pasearon el partido por el fango y agitaron los fantasmas contra Luis Suárez. En una maniobra demencial, quisieron hacer creer que el uruguayo casi muerde de nuevo. “Luis Suárez in fresh bite controversy? Surely not (¿Polémica por otro bocado fresco de Luis Suárez? Por supuesto que no”. Así titulaba The Telegraph en su edición digital. “Has Luis Suárez been biting again? (¿Ha mordido Luis Suárez otra vez?)”, apuntaba el Mirror, de los primeros en adulterar la llama. Son solo ejemplos, porque no fueron los únicos. Bastó el señuelo para que el falso asunto corriera por las redes sociales, o quién sabe si fueron las redes las que iluminaron a los medios.
No importó que las imágenes exhibidas por los mismos medios certificaran sin duda que Suárez apenas agacha la barbilla tras ponerle Demichelis, zaguero del Manchester City, el antebrazo en la nuez. Se ha llegado a sostener que quizá ese gesto con el mentón obedeciera a un primer instinto de volver a las andadas. Como la cabeza de Suárez es de Suárez solo cabe la verdad, su acción, cristalina en este caso. De ser verificable lo del primer impulso estaríamos ante un chico que, por ahora, ha logrado contenerse. Lo mismo dio, el ventilador de la porquería ya estaba en marcha y más de un medio habrá contabilizado suculentos pinchazos digitales. Otros muchos se habrán excitado al ver engordada su cuenta de seguidores tuiteros y demás. Luis Suárez ya pagó con creces por sus horribles mordisqueos y tiene todo el derecho del mundo a que su imagen no se arrastre por el lodo sin más ni más. Enredar de forma intencionada y levantar a sabiendas falsas sospechas quiebra de raíz los mínimos códigos éticos. Y si alguien se los salta, al menos que sea desenmascarado, que no se le siga el juego, como se vio en la telaraña social y ciertos refugios mediáticos.
En muchos sentidos, son tiempos volcánicos para cierto periodismo, ardiente de morder con cualquier desmadre. Antes de la siguiente dentellada convendría que se abriera de una vez un periodo de reflexión. Por mucha crisis que azote, no vale todo. Ni ahora, ni nunca. Esta vez, el mordisco se lo ha llevado el uruguayo. Nadie tendrá sanción por ello.