Sembrar inestabilidad, la jugada del zar Putin

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En marzo pasado, trascendió que la ex secretaria de Estado Hillary Clinton había dicho que el ataque a Ucrania del presidente Vladimir Putin en supuesta defensa de los habitantes de habla rusa de la región era exactamente lo mismo "que lo que hizo Hitler allá por la década del 30", cuando el líder nazi apeló a la etnia germana para justificar su invasión de países vecinos.


En ese momento pensé que la comparación era desmesurada. Ya no pienso lo mismo. Avalo la comparación de Clinton puramente por su valor de impacto, ya que enciende la alerta sobre la horrenda acción de Putin en Ucrania, por no hablar de su propio país, cuya calificación crediticia acaba de quedar reducida al estatus de basura.

Putin usó tropas rusas de uniforme sin insignia para invadir Ucrania y así apuntalar a los rebeldes ucranianos comprados y pagados por Moscú. Todo ello disfrazado en una telaraña de mentiras que habría hecho ruborizar al propagandista nazi Joseph Goebbels, y con el único propósito de aplastar el movimiento reformista ucraniano antes de que pudiera generar un modelo democrático que resultara más atractivo para los rusos que la cleptocracia de Putin, en el acto de vandalismo geopolítico más siniestro del mundo actual.

Ucrania importa, e importa más que la guerra en Irak y Siria contra Estado Islámico (EI). Todavía está por verse si la mayoría de nuestros aliados en la guerra contra EI comparten nuestros valores, ya que ese conflicto tiene un fuerte componente tribal y sectario. Pero es incuestionable que sí comparten nuestros valores los reformistas del nuevo gobierno y del nuevo Parlamento elegidos en Ucrania, mientras pelean por sacarse a Rusia de encima y entrar a formar parte de la comunidad democrática y económica de la Unión Europea (UE).

Si "El Matón" Putin se sale con la suya en destruir la flamante experiencia democrática ucraniana y redefine unilateralmente las fronteras de Europa, todos los países prooccidentales que rodean a Rusia estarán en peligro.

"Putin teme que Ucrania exija, insista y decida vivir de acuerdo con los valores europeos, con una sociedad civil fuerte, libertad de expresión y religión, y un sistema de valores que el pueblo ucraniano ha elegido para vivir y proyectar su vida", dijo la semana pasada Natalie Jaresko, ministra de Economía de Ucrania, en un seminario del Foro Económico Mundial que se realizó en Davos.

Estados Unidos y Alemania hicieron un buen trabajo de coordinación con las sanciones contra Rusia. Si bien el gobierno de Barack Obama decidió desplegar algunos soldados en Ucrania dentro de unos meses para que entrenen a la guardia nacional, yo estoy por la idea de aumentar nuestra ayuda militar al ejército ucraniano ya mismo, para que pueda defenderse de los 9000 efectivos que se estima Putin tiene infiltrados en el territorio de Ucrania.

Durante el próximo año, Ucrania también necesitará 15.000 millones de dólares en créditos y subvenciones para estabilizar su economía, además de un rescate del Fondo Monetario Internacional (FMI). Los ucranianos se metieron en un pozo muy profundo cavado por ellos mismos durante más de 20 años de corrupción masiva de la seguidilla de malos gobiernos que se sucedieron después de que Kiev se independizó de la Unión Soviética.

Si hay motivos de esperanza es gracias a que la revolución y las recientes elecciones llegaron junto a una nueva generación de reformistas que están transformando velozmente los ministerios y aprobando leyes tributarias y de transparencia. De hecho, hasta agradecen las exigencias de buena administración como condición para recibir ayuda de Occidente. Pero si ellos cumplen, nosotros también debemos cumplir.

Esta semana, el secretario del Tesoro norteamericano, Jack Lew, recorrió Europa en busca de cerrar un paquete de ayuda para Kiev. Estados Unidos ya prometió poner su parte, pero la UE todavía parece titubear.

El objetivo de Putin es sembrar tanta inestabilidad que Occidente se abstenga de ayudar a Ucrania, para que el gobierno reformista falle y quede desacreditado. Sería una pena.

La situación en Ucrania también podría impactar en el precio del petróleo. Los dos principales actores que tienen actualmente la capacidad de fijar el precio del petróleo son Salman, el nuevo rey de Arabia Saudita, y Putin, el zar de Rusia.

Si los sauditas deciden reducir significativamente su producción, el precio del crudo subirá. Y si Putin decide una invasión total de Ucrania, o -lo que es peor- invadir uno de los Estados bálticos, y poner a prueba la voluntad de la OTAN de salir a defenderlos, el precio del crudo también subirá. Con el desbarajuste actual de la economía de su país, el régimen de Putin ahora depende casi enteramente de sus exportaciones de petróleo y gas, así que el derrumbe del precio del crudo le duele más que a nadie. Las chances de que Putin decida una invasión abierta a Ucrania o al Báltico son pocas, pero tampoco hay que descartarlo.

Para Putin, desatar una crisis geopolítica de envergadura con la OTAN sería una manera fácil de empujar el precio del petróleo de nuevo hacia arriba.

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