Lo del Atleti fue violencia psicológica

Iñako Díaz-Guerra
No conviene enfadar a una fiera si no quieres que te acabe devorando. El Atleti se sintió insultado durante toda la semana por un desmedido debate sobre su supuesta violencia que, además, a menudo se acompañaba de cierto desprecio hacia su estilo: no juegan a nada y tal. Dos de sus líderes, Simeone y Godín, mostraron su enfado durante la semana, pero el equipo se guardó lo mejor para el césped. Fue un baño de principio a fin. Una goleada que, por supuesto, se fabricó desde la intensidad (la identidad no se vende y el Atleti engulló rivales como si fueran corderillos en cada balón peleado), pero fue, por encima de todo, una exhibición de fútbol de alta escuela. Ni una patada. Controles, regates, velocidad, toque y golazos, todos los que quieran.


No falló nadie en el mejor partido de la era Cholo (quizás junto a la Supercopa y la vuelta de Champions ante el Chelsea). Aparecieron los indispensables (el Tiago líder, el Griezmann indefendible, los centrales imperturbables, el Juanfran incansable y el Arda mágico) y se sumaron futbolistas soñados (el imponente Saúl box-to-box) y hasta desconocidos (el impresionante Mandzukic habilidoso y el Siqueira que suma en ataque sin restar en defensa). El Madrid nunca tuvo nada que hacer ante un equipo que, como los Blues Brothers, estaba en una misión de dios (sea cuál sea el suyo, seguramente un tal Simeone). Van seis derbis en poco más de cinco meses y el Atleti ha ganado cuatro y empatado dos. La violencia existe, sí, y es psicológica.

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