Grecia se atrinchera contra el resto del Eurogrupo
Juncker habló el domingo con Tsipras tras el fracaso de los primeros contactos técnicos en Atenas
Claudi Pérez
Bruselas, El País
Dieciocho contra uno. Los primeros contactos técnicos entre las instituciones anteriormente conocidas como troika y Grecia, desarrollados durante el fin de semana, no dieron un solo fruto reseñable y anticipan un nuevo Eurogrupo (la reunión de ministros de Finanzas del euro) espinoso para Atenas, según las fuentes consultadas en Bruselas. El primer ministro heleno, Alexis Tsipras, adelantó el domingo que habrá “negociaciones difíciles” en la capital europea, pero se declaró “lleno de confianza” y reiteró que no aceptará medidas de austeridad rigurosas en ningún pacto sobre su deuda. Pero las fuentes consultadas en el Eurogrupo se expresan con mucho menos optimismo. “El Gobierno griego sigue en otra galaxia, la misión técnica ha sido algo parecido a un desastre y no hay esperanzas para un acuerdo mañana: serán otra vez todos contra Grecia en la reunión de ministros, se acaba el tiempo y Atenas no parece consciente de que el BCE puede cortar el grifo a final de mes si el Gobierno no cambia”, explicaron fuentes diplomáticas.
El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, llamó el domingo por la tarde a Tsipras en un esfuerzo por buscar una solución que sea aceptable para los griegos y también para los europeos. “Juncker está inmerso en la negociación”, confirmaron fuentes diplomáticas, aunque de momento no ha logrado que Grecia se acomode a los deseos de Berlín, que son también los de los países rescatados de la periferia, como España.
Grecia quiere un acuerdo-puente de seis meses para negociar un tercer rescate en toda regla. Y ofrece cumplir un 70% de las reformas incluidas en el segundo rescate, más 10 reformas adicionales pactadas con la OCDE. Quiere rebajar la austeridad y poder aprobar medidas destinadas a solucionar la “emergencia social”. No quiere privatizar. Exige cierta flexibilidad: reducir el superávit primario para este año (sin contar el pago de intereses), del 3% al 1,5%. Y rechaza el último tramo del rescate, pero a cambio reclama que los bancos centrales den a Grecia los beneficios de las operaciones con deuda griega (1.900 millones), que el dinero para la banca no gastado se quede en Atenas (algo más de 11.000 millones) y pide que sus entidades financieras puedan comprar más volumen de la deuda pública a corto plazo que emite el Estado heleno, para después colocar esos bonos en el banco central. El problema es que, a ojos del resto del Eurogrupo, nada de eso es posible si las condiciones del actual rescate no se cumplen a rajatabla.
Una misión de la Comisión Europea, el FMI y el BCE ha estado en Atenas desde el viernes para ver qué parte de la propuesta griega se corresponde con las condiciones del rescate actual, con resultados nefastos. “Necesitamos cuantificar ahora las propuestas, necesitamos identificar las medidas que propone Grecia y cotejarlas con el programa. Y en la reunión del lunes se verán las diferencias”, explicaron fuentes del Eurogrupo el pasado viernes. “El programa puede tener cierta flexibilidad en función de cómo evoluciona la situación económica y fiscal, pero el contenido de fondo va a ser el mismo”, según la misma fuente.
Nadie espera un accidente en Bruselas. Pero todo el mundo deja abierta una posibilidad de lío si el tiempo sigue pasando y Atenas no cede a las fuertes presiones del Eurogrupo. “La UE es especialista en encontrar soluciones de compromiso de última hora”, recordó Tsipras en su primera visita a Bruselas, hace unos días. Su Gobierno ya ha cedido en algunas cosas: Grecia ha dejado de hablar de quitas y apuesta ahora por un canje de deuda, y siempre ha descartado una salida del euro. Algunos de los problemas son simplemente semánticos: Bruselas busca los eufemismos adecuados para que las concesiones de ambas partes permitan la citada solución de compromiso. Pero en lo esencial, Tsipras sigue en sus trece: “El Gobierno griego está decidido a mantener el compromiso con la gente y no continuará con un programa que tenga las características del rescate previo”, dijo el primer minsitro a la televisión griega Skai.
Lo que dice Angela Merkel y repiten todos y cada uno de los ministros del Eurogrupo, salvo el griego Yanis Varoufakis, suena bien distinto: “Grecia debe respetar las reglas”. Esas son las condiciones de Europa, que al cabo tiene la sartén por el mango: a Grecia se le puede hacer de noche si el BCE le corta el grifo a sus bancos o si llegan los vencimientos de deuda y no hay atisbo de acuerdo.
Claudi Pérez
Bruselas, El País
Dieciocho contra uno. Los primeros contactos técnicos entre las instituciones anteriormente conocidas como troika y Grecia, desarrollados durante el fin de semana, no dieron un solo fruto reseñable y anticipan un nuevo Eurogrupo (la reunión de ministros de Finanzas del euro) espinoso para Atenas, según las fuentes consultadas en Bruselas. El primer ministro heleno, Alexis Tsipras, adelantó el domingo que habrá “negociaciones difíciles” en la capital europea, pero se declaró “lleno de confianza” y reiteró que no aceptará medidas de austeridad rigurosas en ningún pacto sobre su deuda. Pero las fuentes consultadas en el Eurogrupo se expresan con mucho menos optimismo. “El Gobierno griego sigue en otra galaxia, la misión técnica ha sido algo parecido a un desastre y no hay esperanzas para un acuerdo mañana: serán otra vez todos contra Grecia en la reunión de ministros, se acaba el tiempo y Atenas no parece consciente de que el BCE puede cortar el grifo a final de mes si el Gobierno no cambia”, explicaron fuentes diplomáticas.
El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, llamó el domingo por la tarde a Tsipras en un esfuerzo por buscar una solución que sea aceptable para los griegos y también para los europeos. “Juncker está inmerso en la negociación”, confirmaron fuentes diplomáticas, aunque de momento no ha logrado que Grecia se acomode a los deseos de Berlín, que son también los de los países rescatados de la periferia, como España.
Grecia quiere un acuerdo-puente de seis meses para negociar un tercer rescate en toda regla. Y ofrece cumplir un 70% de las reformas incluidas en el segundo rescate, más 10 reformas adicionales pactadas con la OCDE. Quiere rebajar la austeridad y poder aprobar medidas destinadas a solucionar la “emergencia social”. No quiere privatizar. Exige cierta flexibilidad: reducir el superávit primario para este año (sin contar el pago de intereses), del 3% al 1,5%. Y rechaza el último tramo del rescate, pero a cambio reclama que los bancos centrales den a Grecia los beneficios de las operaciones con deuda griega (1.900 millones), que el dinero para la banca no gastado se quede en Atenas (algo más de 11.000 millones) y pide que sus entidades financieras puedan comprar más volumen de la deuda pública a corto plazo que emite el Estado heleno, para después colocar esos bonos en el banco central. El problema es que, a ojos del resto del Eurogrupo, nada de eso es posible si las condiciones del actual rescate no se cumplen a rajatabla.
Una misión de la Comisión Europea, el FMI y el BCE ha estado en Atenas desde el viernes para ver qué parte de la propuesta griega se corresponde con las condiciones del rescate actual, con resultados nefastos. “Necesitamos cuantificar ahora las propuestas, necesitamos identificar las medidas que propone Grecia y cotejarlas con el programa. Y en la reunión del lunes se verán las diferencias”, explicaron fuentes del Eurogrupo el pasado viernes. “El programa puede tener cierta flexibilidad en función de cómo evoluciona la situación económica y fiscal, pero el contenido de fondo va a ser el mismo”, según la misma fuente.
Nadie espera un accidente en Bruselas. Pero todo el mundo deja abierta una posibilidad de lío si el tiempo sigue pasando y Atenas no cede a las fuertes presiones del Eurogrupo. “La UE es especialista en encontrar soluciones de compromiso de última hora”, recordó Tsipras en su primera visita a Bruselas, hace unos días. Su Gobierno ya ha cedido en algunas cosas: Grecia ha dejado de hablar de quitas y apuesta ahora por un canje de deuda, y siempre ha descartado una salida del euro. Algunos de los problemas son simplemente semánticos: Bruselas busca los eufemismos adecuados para que las concesiones de ambas partes permitan la citada solución de compromiso. Pero en lo esencial, Tsipras sigue en sus trece: “El Gobierno griego está decidido a mantener el compromiso con la gente y no continuará con un programa que tenga las características del rescate previo”, dijo el primer minsitro a la televisión griega Skai.
Lo que dice Angela Merkel y repiten todos y cada uno de los ministros del Eurogrupo, salvo el griego Yanis Varoufakis, suena bien distinto: “Grecia debe respetar las reglas”. Esas son las condiciones de Europa, que al cabo tiene la sartén por el mango: a Grecia se le puede hacer de noche si el BCE le corta el grifo a sus bancos o si llegan los vencimientos de deuda y no hay atisbo de acuerdo.