Goles de Isco y Benzema y perdón a medias para el Madrid

El equipo blanco se impuso sin lucimiento a un Deportivo que plantó cara pero no tuvo gol. El brasileño Lucas Silva debutó a 20 minutos del final, como relevo de Illarramendi.


Madrid, As
Como tantas veces, el partido siguió el guión de las películas de James Bond: el héroe es sometido a varias pruebas diabólicas que nunca ponen en peligro su Dry Martini. El final siempre es el mismo: en el jacuzzi del superagente hay menos burbujas que modelos escandinavas. En el cine clásico se llamaba final con beso. Aquí lo denominamos victoria cómoda.


Que se celebrara el Día de San Valentín añade bombones y corazones rojos a la reconciliación. El amor lo puede todo y un traspié con el vecino lo tiene cualquiera. Tampoco hubo demasiados reproches, conste. El juicio al equipo se quedó en pitos aislados para Ancelotti y Casillas, mitad irritación por el derbi y mitad nostalgia sado de Mourinho. Ni una mención a la fiesta, ni un recuerdo a Kevin Roldán.

El Deportivo lo hizo todo bien durante gran parte del partido, excelente por momentos. Sin embargo, a pesar de su gran presentación, se fue al descanso con un gol en contra que pudieron ser tres, caso de entrar los remates al larguero de Cristiano y Bale. Ni eso le desanimó. En la reanudación, Borges disparó al palo y Casillas evitó luego el gol de Riera tras un cabezazo que rozó en Nacho. Aunque el Depor no dejó de intentarlo, por ahí se perdieron sus opciones de empatar.

El Madrid se tomó un tiempo antes de alcanzar su velocidad de crucero. Cuando lo consiguió, desbordó los diques del contrario. En seis minutos, hizo temblar dos veces el larguero. Al rato, marcó Isco. Su gol fue una copia del que le hizo al Almería, una rosca con la derecha en busca de la escuadra más lejana. El golpeo debe ser sencillo si tienes las piernas combadas en el mismo ángulo y el talento repartido en idéntica proporción. En cualquier caso, fue un bonito detalle hacia un Bernabéu enamorado del malagueño hasta las cachas.

Entretanto, Cristiano era vencido por la ansiedad. La precipitación le condenaba: o llegaba antes o llegaba mal. Cuando aceptó que no era su noche, empezó a jugar mejor, hasta asistió en el segundo gol del partido, un pellizco de Benzema en las nalgas de una musa.

De Illarramendi, qué decir. Es como es. Gélido, de tan pulcro; eficiente en la distribución pero sin capacidad para apasionarse. A 20 minutos del final fue sustituido por Lucas Silva que, aunque no hizo nada reseñable (sólo correr), se manejó con más carácter, más despeinado.

Así son las películas de Bond y así los partidos del Madrid, especialmente en su estadio. Después de algunas convulsiones, los rivales se desintegran y el héroe cae de pie, el Dry Martini en una mano y las suecas a remojo.

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