Europa y EE UU muestran su gran división sobre el conflicto de Ucrania
El vicepresidente Biden acusa a Putin de prometer la paz pero enviar armas
Luis Doncel
Múnich, El País
Múnich se convirtió este sábado en la capital del conflicto ucranio. En unos pocos metros cuadrados se reunieron algunos de los políticos y militares cuyas decisiones marcarán la evolución de la guerra encubierta en el este del país que ya ha costado la vida a 5.400 personas. Desde el Hotel Bayerische Hof, donde reinaba el escepticismo sobre el éxito de la iniciativa de paz desplegada en los últimos días, los líderes de Alemania, Estados Unidos y Polonia cargaron con palabras durísimas contra el presidente ruso, Vladímir Putin. El bloque occidental se enfrenta además a un dilema que le divide en dos: enviar armas a Kiev o no.
“La gente en Ucrania tiene derecho a defenderse”, arengó el vicepresidente de EE UU, Joe Biden. “La solución al conflicto no será militar. Más armas no proporcionarán el progreso que Ucrania necesita”, dijo la canciller Angela Merkel. A ambos escuchaba atento el presidente ucranio, Petró Poroshenko, que tuvo la habilidad de lograr una imagen resumen del dramatismo de la situación. En pleno discurso, comenzó a desplegar a modo de baraja de cartas pasaportes de ciudadanos rusos, identificables por su color rojo, recogidos en las zonas que se disputan las fuerzas de Kiev y los separatistas. “Son la mejor prueba de la presencia rusa”, dijo. El anuncio de Poroshenko de que no reconocerá el territorio conquistado por los prorrusos en las últimas semanas aleja aún más las posibilidades de llegar a un acuerdo de paz.
Merkel no ahorró criticas a Putin. Después de una iniciativa a la desesperada que le llevó a improvisar sendos viajes a Kiev y a Moscú, la líder alemana reconoció sus dudas sobre el resultado de la iniciativa diplomática. “No hay ninguna certidumbre sobre el éxito de las conversaciones. Pero el presidente Hollande y yo estamos de acuerdo en que merecía la pena intentarlo. Se lo debemos a la población de Ucrania”, aseguró. Desde Francia, Hollande añadió algo de dramatismo al alertar de los riesgos inminentes. “Si no logramos alcanzar no solo un compromiso, sino un acuerdo de paz, sabemos perfectamente cuál será el escenario. Tiene nombre: guerra”, aseguró.
Pese a la decepción que Merkel dijo sentir ante la actitud del Kremlin, Alemania sigue oponiéndose con firmeza al envío de armas al Ejército ucranio. Un participante en el coloquio recordó a la canciller la frase de Federico el Grande de Prusia de que “la diplomacia sin armas es como la música sin instrumentos”. “No me puedo imaginar una situación en la que Putin vaya a sentirse impresionado por el armamento de Ucrania”, respondió ella con un deje de ironía. Merkel insistió en que las armas no serán la solución. “Por eso es tan importante que [los países occidentales] sigamos juntos”, concluyó.
Pero esta unidad se ve amenazada por el diagnóstico tan distinto que hace la mayor parte de capitales europeas y Washington. Ayer en Múnich, esas diferencias quedaron claras. El vicepresidente Joe Biden mostró su apoyo a algunas de las opiniones expresadas antes por Merkel, pero añadiendo algunos peros. “Estoy de acuerdo en que el conflicto no se solucionará militarmente, pero también creo que Rusia no puede seguir haciendo lo que hace y que el pueblo de Ucrania tiene derecho a defenderse”, dijo el líder estadounidense. Biden también acusó a Putin de incumplir “demasiadas veces” los acuerdos que firma. “Promete la paz, pero envía carros de combate, soldados y armas. Así que seguiremos proporcionando ayuda a Ucrania en materia de seguridad. No para fomentar la guerra, sino para permitir que se defiendan”, añadió. Más duros aún fueron los senadores republicanos Lindsey Graham y John McCain. El primero acusó a Merkel de dar la espalda al pueblo ucranio y el segundo llegó a comparar la actitud alemana con la política de apaciguamiento frente a Hitler que adoptaron los aliados en los años treinta del siglo XX.
Frente al aluvión de críticas contra Putin, su ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, también en Múnich, respondió con un discurso hosco en el que acusó a la UE y a EE UU de ser los responsables de inflamar el conflicto. Lavrov fue en cambio el único que se mostró optimista. “Creemos que hay bases para resolver el conflicto”, dijo.
Pese a que nadie se hace muchas ilusiones de las posibilidades de éxito, las negociaciones continúan. Ayer Biden comenzó su conferencia casi una hora tarde porque antes se había visto con Merkel y Poroshenko. Y los líderes de Rusia, Ucrania, Francia y Alemania celebrarán este domingo una teleconferencia a cuatro bandas para ver si el plan de paz franco-alemán sigue vivo. “El conflicto no se va a solucionar a corto plazo, pero las negociaciones de estos días quizá contribuyan a relajar la tensión en algunos aspectos”, comentaba el exministro y ex secretario general de la OTAN, Javier Solana, también presente en la Conferencia de Seguridad de Múnich.
Luis Doncel
Múnich, El País
Múnich se convirtió este sábado en la capital del conflicto ucranio. En unos pocos metros cuadrados se reunieron algunos de los políticos y militares cuyas decisiones marcarán la evolución de la guerra encubierta en el este del país que ya ha costado la vida a 5.400 personas. Desde el Hotel Bayerische Hof, donde reinaba el escepticismo sobre el éxito de la iniciativa de paz desplegada en los últimos días, los líderes de Alemania, Estados Unidos y Polonia cargaron con palabras durísimas contra el presidente ruso, Vladímir Putin. El bloque occidental se enfrenta además a un dilema que le divide en dos: enviar armas a Kiev o no.
“La gente en Ucrania tiene derecho a defenderse”, arengó el vicepresidente de EE UU, Joe Biden. “La solución al conflicto no será militar. Más armas no proporcionarán el progreso que Ucrania necesita”, dijo la canciller Angela Merkel. A ambos escuchaba atento el presidente ucranio, Petró Poroshenko, que tuvo la habilidad de lograr una imagen resumen del dramatismo de la situación. En pleno discurso, comenzó a desplegar a modo de baraja de cartas pasaportes de ciudadanos rusos, identificables por su color rojo, recogidos en las zonas que se disputan las fuerzas de Kiev y los separatistas. “Son la mejor prueba de la presencia rusa”, dijo. El anuncio de Poroshenko de que no reconocerá el territorio conquistado por los prorrusos en las últimas semanas aleja aún más las posibilidades de llegar a un acuerdo de paz.
Merkel no ahorró criticas a Putin. Después de una iniciativa a la desesperada que le llevó a improvisar sendos viajes a Kiev y a Moscú, la líder alemana reconoció sus dudas sobre el resultado de la iniciativa diplomática. “No hay ninguna certidumbre sobre el éxito de las conversaciones. Pero el presidente Hollande y yo estamos de acuerdo en que merecía la pena intentarlo. Se lo debemos a la población de Ucrania”, aseguró. Desde Francia, Hollande añadió algo de dramatismo al alertar de los riesgos inminentes. “Si no logramos alcanzar no solo un compromiso, sino un acuerdo de paz, sabemos perfectamente cuál será el escenario. Tiene nombre: guerra”, aseguró.
Pese a la decepción que Merkel dijo sentir ante la actitud del Kremlin, Alemania sigue oponiéndose con firmeza al envío de armas al Ejército ucranio. Un participante en el coloquio recordó a la canciller la frase de Federico el Grande de Prusia de que “la diplomacia sin armas es como la música sin instrumentos”. “No me puedo imaginar una situación en la que Putin vaya a sentirse impresionado por el armamento de Ucrania”, respondió ella con un deje de ironía. Merkel insistió en que las armas no serán la solución. “Por eso es tan importante que [los países occidentales] sigamos juntos”, concluyó.
Pero esta unidad se ve amenazada por el diagnóstico tan distinto que hace la mayor parte de capitales europeas y Washington. Ayer en Múnich, esas diferencias quedaron claras. El vicepresidente Joe Biden mostró su apoyo a algunas de las opiniones expresadas antes por Merkel, pero añadiendo algunos peros. “Estoy de acuerdo en que el conflicto no se solucionará militarmente, pero también creo que Rusia no puede seguir haciendo lo que hace y que el pueblo de Ucrania tiene derecho a defenderse”, dijo el líder estadounidense. Biden también acusó a Putin de incumplir “demasiadas veces” los acuerdos que firma. “Promete la paz, pero envía carros de combate, soldados y armas. Así que seguiremos proporcionando ayuda a Ucrania en materia de seguridad. No para fomentar la guerra, sino para permitir que se defiendan”, añadió. Más duros aún fueron los senadores republicanos Lindsey Graham y John McCain. El primero acusó a Merkel de dar la espalda al pueblo ucranio y el segundo llegó a comparar la actitud alemana con la política de apaciguamiento frente a Hitler que adoptaron los aliados en los años treinta del siglo XX.
Frente al aluvión de críticas contra Putin, su ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, también en Múnich, respondió con un discurso hosco en el que acusó a la UE y a EE UU de ser los responsables de inflamar el conflicto. Lavrov fue en cambio el único que se mostró optimista. “Creemos que hay bases para resolver el conflicto”, dijo.
Pese a que nadie se hace muchas ilusiones de las posibilidades de éxito, las negociaciones continúan. Ayer Biden comenzó su conferencia casi una hora tarde porque antes se había visto con Merkel y Poroshenko. Y los líderes de Rusia, Ucrania, Francia y Alemania celebrarán este domingo una teleconferencia a cuatro bandas para ver si el plan de paz franco-alemán sigue vivo. “El conflicto no se va a solucionar a corto plazo, pero las negociaciones de estos días quizá contribuyan a relajar la tensión en algunos aspectos”, comentaba el exministro y ex secretario general de la OTAN, Javier Solana, también presente en la Conferencia de Seguridad de Múnich.